Estoy haciendo una tesis doctoral sobre las epidemias de Ébola abordando el tema desde el punto de vista de la geografía de la salud. Eso me obliga a manejar datos socio-sanitarios sobre África que constituyen una auténtica maraña de información. A veces, sin embargo, los datos dejan ver ciertas cosas con claridad, y es una de esas cosas la que quiero contaros en estas líneas.
Frecuentemente, un mismo dato se nos ofrece desagregado a diversos niveles, es decir, que disponemos del dato a nivel nacional, provincial, para el mundo rural o urbano, en función de la riqueza, etc. Uno de los casos habituales es dar los datos en función de los estudios de las mujeres, distinguiendo entre mujeres analfabetas, con estudios primarios, con estudios secundarios y con estudios universitarios.
Pues bien, vengo observando desde hace tiempo que hay algunos datos básicos que suelen ser muy malos para mujeres analfabetas o con estudios primarios, y que mejoran mucho cuando las mujeres tienen estudios secundarios. En la tabla que acompaña estas letras os pongo dos ejemplos. Son datos de “mortalidad infantil para menores de cinco años” y de “maternidad precoz” para la República Democrática del Congo tomados de la encuesta de indicadores múltiples MICS 6 que aporta datos para 2017. La tasa de mortalidad para menores de cinco años se define como los niños fallecidos antes de cumplir cinco años por cada mil nacidos vivos. Conviene aclarar que la misma encuesta advierte que estos datos son demasiado buenos y que deberían revisarse al alza, pero aun así nos pueden servir para explicarnos. La maternidad precoz, por su parte, se define como el tanto por cien de mujeres que, en el momento de realizar la encuesta, tenían entre 20 y 24 años y que tuvieron un hijo nacido vivo antes de cumplir los 18.
Podéis ver en la tabla que la mortalidad infantil para menores de cinco años es del 93 por mil cuando las mujeres tienen sólo estudios primarios y del 47 por mil cuando tienen estudios secundarios. La maternidad precoz es del 40 % entre mujeres con estudios sólo primarios, y del 19 % para mujeres con estudios secundarios. La diferencia en ambos casos es muy grande. Parece, por tanto, que para que la situación de las mujeres africanas mejore y, con ellas, mejore también todo lo que hay a su alrededor, es necesario que lleguen, al menos, a tener estudios secundarios: los estudios primarios no son suficientes.
Por otro lado, resulta curioso observar que la población rica no consigue bajar la mortalidad infantil para menores de cinco años por debajo de la cifra 44. Si vemos que las mujeres con estudios secundarios tampoco consiguen bajar de esa cifra, cabría pensar que hay un obstáculo que va más allá de la riqueza y de la educación que impide situar esta tasa por debajo del 40 por mil. También es, posiblemente, la población más rica la que cursa estudios secundarios. En fin, es todo muy complicado.
Las encuestas MICS (Multiple Indicator Cluster Surveys / Encuestas de Indicadores Múltiples) de cualquier país del mundo se pueden encontrar en una página especializada de UNICEF. Otro tipo de encuestas, las DHS (Demographic and Health Surveys / Encuestas Demográficas y de Salud), están disponibles en esta otra página, también especializada, pero esta vez de la Agencia de Cooperación de Estados Unidos (USAID). Ambos tipos de encuestas suelen encontrarse también en los Institutos de Estadística de los propios países africanos. Este tipo de encuestas se hacen para cubrir la carencia de censos.
Cuando empecé a buscar datos sobre África me llevé la gran sorpresa de que hay muchos. Pasa lo mismo con los estudios de todo tipo. Empiezo a pensar que estudiamos mucho a África con muy poco provecho para África. Algo estamos haciendo mal.
J.A. Barra
* Fuente tabla: Encuesta de Indicadores Múltiples MICS 6 para la República Democrática del Congo. Resumen estadístico disponible en este enlace.