África: la incógnita del Brexit

27/01/2020 | Opinión

El pasado 20 de enero Londres organizó una “Cumbre Económica Gran Bretaña-África” en la que participaron 21 países y quince jefes de estado africanos. 22 países menos que en la última cumbre afro-rusa (Suchi junio 2019) y 29 menos que en la última cumbre bienal China-África (Beijing septiembre 2018). Importante sin embargo para el Reino Unido, que abandonará la UE este 31 de enero. Según Boris Johnson, una Gran Bretaña Global, libre de las ataduras de la UE, inicia “un futuro brillante y excitante”. Traducción: “Britain first”, busca tratados comerciales bilaterales en los que pueda sacar una mayor tajada. De ahí su creciente interés por África. En palabras de Liz Truss, Secretaria de Estado británica para el Desarrollo Internacional, “África representa una enorme oportunidad para las empresas británicas. Es pues formidable poder aumentar el comercio y las inversiones en la región para poder estimular el crecimiento, crear empleo y reforzar las infraestructuras”.

Los británicos llevan dos años preparándose. Han incrementado su presencia diplomática en el continente abriendo por ejemplo nuevas embajadas (Mauritania, Níger y Chad) con vistas a tener una voz propia, y no a través la UE como hasta ahora, en las crisis internacionales continentales. Y en el plano económico, además de consolidar las relaciones privilegiadas con Kenia y Nigeria, han firmado en septiembre de 2019 partenariados comerciales con Sudáfrica, Botsuana, eSuatini, Lesoto, Namibia y Mozambique. Durante ese mismo 2019 el comercio con África aumentó en un 14% alcanzando los 36.000 millones de libras. Las inversiones lo hicieron en un 7’5%, llegando a los 39.000 millones de libras, especialmente en los sectores de la energía y la minería.

Durante la cumbre del 20 de enero, Boris Johnson hizo tres afirmaciones: que el Reino Unido se va a convertir en el “mejor inversor” para los países africanos; que tras el Brexit su país abrirá más las puertas a los emigrantes africanos; y que Gran Bretaña apoyará a los países africanos en la transición energética hacia la alternativa de “0 carbono”. Pensando sin duda en la COP26 que tendrá lugar en Glasgow a finales de 2020, Johnson comento: “No tendría sentido que el Reino Unido redujera el consumo de carbón y al mismo tiempo animara a que los estados africanos aumentaran ese consumo”.

¿Son creíbles esas afirmaciones de Johnson? ¿Será positivo el Brexit para los países de África? “África no será la solución a los problemas británicos tras el Brexit”, opinaba Peter Beaumont en The Guardian al día siguiente de la cumbre UK-África. Además, siempre según Beaumont, el Reino Unido ha perdido la ocasión de ayudar a un continente al borde de una dura crisis por la deuda. Más que ayudar a África, la agenda de Johnson “más comercio y menos ayuda”, abundante en slogans y parca en detalles, busca favorecer, según Peter Beaumont, los intereses políticos y comerciales del Reino Unido. Machacando en el mismo clavo, Damian Carrington, de la sección Medio Ambiente del The Guardian, titulaba el pasado viernes 24 de enero: “Hipocresía: el 90% de los acuerdos de la cumbre han sido sobre combustibles fósiles”. “La hipocresía del gobierno es pasmosa”, afirmaba la parlamentaria de los verdes Caroline Lucas. Johnson prometió en la cumbre que nunca más se utilizará el dinero de los contribuyentes en proyectos en el extranjero que impliquen el uso del carbón. Pero según los parlamentarios del Comité sobre el Medio Ambiente, esa ya había sido desde 2002 la política del “UK Export Finance”. “En el siglo XIX, se camufló cuidadosamente la ‘pelea por África’ como un proyecto humanitario. Ahora, 150 años más tarde, hemos visto cómo la cumbre UK-África ha sido una desesperada e indecorosa búsqueda de mercados, disfrazada de ‘desarrollo’”, concluía Nick Dearden, director de la campaña “Global Justice Now”.

A corto plazo, según Christina Golubski, del “Africa Growth Initiative”, aunque sean rápidos los cambios económicos que seguirán al Brexit del 31 de enero, las reglas de la UE seguirán aplicándose al comercio UK-África al menos durante todo 2020. A fecha de hoy, África representa el 2’5% del comercio anual del Reino Unido, y Sudáfrica, Nigeria y Argelia copan la mitad del mismo. Para evitar sobresaltos durante el proceso de salida de la UE, el Reino Unido ha firmado “tratados de continuidad” con 12 países del cono sur y está negociando con otros países, entre los cuales Ghana, Kenia y Egipto. Continuarán también en vigor las preferencias y excepciones de impuestos de las que gozan 35 países africanos que comercian con la UE.

La incógnita es a largo plazo. Y algunos comentaristas africanos no son muy optimistas. Según APA (agencia de noticias basada en Dakar), Seidik Abba, conocido escritor y periodista, en la actualidad redactor jefe de Mondafrique, opinaba en vísperas de la cumbre UK-África que Gran Bretaña no busca ayudar al desarrollo ni suprimir la deuda, sino aumentar su comercio con África. “No se espera que la Cumbre sirva para que avancen los grandes proyectos continentales como las carreteras transaharianas, o para tratar de los focos actuales de tensión en el continente”. Notaba también cómo mientras los británicos habían preparado bien su agenda, los africanos llegaban a Londres sin ninguna concertación previa.

El 2 de enero, Al Jazeera publicaba la opinión de Rashid Abdallah, periodista y caricaturista de Kenia. Abdallah recordó primero que tras la victoria electoral de Johnson, que nunca se había preocupado por África, los presidentes de Nigeria y Ghana, Buhari y Akufo-Addo, se habían apresurado a felicitarle, convencidos de que la Gran Bretaña del post-Brexit podía aportar soluciones rápidas a las dormidas economías africanas. Y terminaba así: “Es de ilusos que los beneficios de los futuros tratados de comercio con Gran Bretaña, llegarán a los africanos de a pie y ayudarán al continente. Es cierto que el Brexit puede convertirse en una oportunidad para África. Pero sólo si los dirigentes del continente abandonan la corrupción y trabajan para ayudar a la gente y no es beneficio propio”.

Ramón Echeverría



[Fundación Sur]


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Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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