El mundo ha concedido a Kagame el derecho de la vida y la muerte

Visión 2020 termina con una constatación: el mundo ha concedido a Kagame el derecho de vida y muerte

Durante más de veinte años de poder del Frente Patriótico Ruandés (FPR), una cosa está clara: los ruandeses y los congoleños ya no tienen derecho a la vida. Perecen diariamente bajo la máquina asesina de Paul Kagame. Y lo que es peor, hay un silencio ensordecedor de la comunidad internacional, que parece haberle otorgado el derecho de vida muerte sobre prácticamente todos los seres humanos en la tierra ya que, hasta ahora, Kagame y sus agentes nunca han sido molestados a causa de los crímenes de genocidio, crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra que han cometido, y siguen cometiendo, y esto a pesar de la abundante documentación sobre estos crímenes.

Al interior del país, Paul Kagame ha instalado un clima de terror de tal manera que los ruandeses tienen siempre miedo. Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Right Watch, ha calificado al poder actual en Ruanda como» el poder del horror».

¿Por qué tienen miedo los ruandeses? Tienen miedo porque desde octubre de 1990, asesinos profesionales, liderados por Paul Kagame, han masacrado y diezmado a poblaciones enteras con impunidad.

Tranquilizado por la impunidad de sus crímenes en Ruanda, Kagame ha sembrado, y sigue sembrando, la muerte y la desolación en la República Democrática del Congo (RDC).

A pesar de todos estos crímenes bien documentados, Kagame viaja por el mundo y recibe regularmente premios que incluyen los concernientes a cuestiones de la paz. En la práctica, por lo tanto, la comunidad internacional ha otorgado a Kagame el derecho de vida y muerte sobre cualquier ruandes y congoleño. Esto recuerda los tiempos en que el ciudadano romano tenía derecho de vida y de muerte sobre su esposa, hijos, esclavos y ganado… Por lo tanto, los ruandeses tienen miedo porque, bajo el régimen de Kagame, ya no tienen derecho a la vida. No hace falta decir que, privados del derecho a la vida, los ruandeses están también privados del derecho a la propiedad privada, la libertad de expresión, la libertad de asociación…

Pero, de hecho, ¿por qué razón la comunidad internacional le ha otorgado a Kagame el derecho sobre la vida y la muerte de cualquier ruandes, o incluso de la de cualquier extranjero, ya que todos los crímenes cometidos por orden de Kagame, incluso aquellos contra ciudadanos estadounidenses, canadienses, españoles, belgas y franceses, quedan impunes hasta el día de hoy? En pocas palabras, porque los asesinatos en Ruanda en 1994 se presentaron al público occidental de manera incompleta y parcial, con lo que «el genocidio de los tutsis ha sido cometido por los hutus«. Como resultado, Kagame, genocida como realmente es, se ha convertido en víctima y héroe por haber, supuestamente, detenido este genocidio.

Y, sin embargo, el general Emmanuel Habyarimana, ex ministro de Defensa de Kagame, y Déo Mushayidi, en un memorando dirigido al Consejo de Seguridad de la ONU, llegaron a la conclusión de que: Museveni, en su calidad de Presidente de Uganda, y Kagame, como Comandante en Jefe de las fuerzas RPF, deben responder por la planificación y ejecución del genocidio ruandés del que constituyen los cerebros principales. Esto ha sido confirmado por otros investigadores, incluida Judi Rever, en su libro bien documentado Elogio de la sangre (2018). Ella muestra que Kagame y su RPF son los cerebros del genocidio de Ruanda, que han arrastrado Hutu y Tutsi en su violento desenfreno.

En Ruanda, existe necesidad urgente de restaurar el derecho a la vida porque se han desplegado toda clase de medios imaginables e inimaginables para perpetuar este sistema criminal, incluido el de causar hambruna a la población.

En una de sus declaraciones Paul Kagame se burlo de los campesinos diciendo que no comprendía cómo una persona adulta puede sufrir de kwashiokor, enfermedad normalmente infantil causada por la malnutrición. Por lo tanto no ignora que esta situación es el resultado de una hambruna endemica en Rwanda. Esto ha sido constatado por buen número de observadores, pero en Rwanda no se habla de ello para no arriesgar la vida. La señora Susan Thompson de la universidad de Ottawa escribe sobre este tema: “La mayoría de visitantes extranjeros no ven la extrema pobreza y la miserable situación de los ruandeses comunes en su vida de todos los días. Para la mayoría, tanto hutu que tutsi, la vida despues del genocidio no es tan brillante como pretenden las autoridades de Kigali. Con algunas excepciones, los campesinos están delgados. Sus ojos no tienen brillo debido a la hambruna, sus caras y sus manos gastadas les hacen parecer más viejos de lo que son. Algunos tienen el pelo deslucido, signo evidente de malnutrición”. A pesar de esta realidad evidente, en vez de establecer programas para vencer esta hambruna, Kagame se ha enorgullecido de que bajo su gobierno Ruanda ha alcanzado la autosuficiencia alimentaria. Es uno de los mensajes más importantes del espectáculo público de fin del año 2019.

La hambruna es, entre otras cosas, causada por programas sin sentido impuestos por el régimen encarnado por el presidente Paul Kagame. Por ejemplo, a los ruandeses ya no se les permite plantar los cultivos de su elección. Se ven obligados a cultivar lo que el régimen les dicta y quien no obedece las directivas del régimen ve sus cultivos destruidos por las unidades locales de defensa. En algunas áreas, los campesinos se ven obligados a cultivar flores comercializadas por los favoritos del gobierno. Los campesinos se ven obligados a vender sus escasas cosechas, a precios ridículos, a las cooperativas controladas por el poder que después venden las mismas cosechas a precios tres, cuatro, cinco veces el precio pagado al productor. Los hambrientos campesinos se ven obligados a usar zapatos y, por lo tanto, a comprar zapatos antes de comprar alimentos. Naturalmente, el monopolio de la comercialización de zapatos baratos está en manos de los comerciantes al servicio del poder. Los campesinos hambrientos se ven obligados a ser esclavos al servicio de la vaca: el régimen obliga al campesino a tener al menos una vaca que debe mantenerse en un establo donde se la alimente y se la de de beber. Asi el agricultor, además de las tareas diarias para su propia supervivencia, debe cultivar el forraje, cortar y llevar el forraje a la vaca y extraer agua para abrevarla.El colmo es que una vez cerca de parir y dar leche se quita la vaca al agricultor para ser entregada a los favoritos del regimen. Todos estos hechos demuestran que el régimen de Kagame está matando de hambre deliberadamente a la gente. Hacer pasar hambre al pueblo es un crimen de lesa humanidad.

Desde la colonización hasta la toma del poder por Kagame, Ruanda tuvo una red de salud citada como modelo en África. Hoy, la gente normal en las ciudades, pero especialmente en las zonas rurales, ya no tiene acceso a la atención médica. Las ONG que trabajan con la población en esas zonas han sido expulsadas por el poder porque eran testigos molestos de este pésimo estado de los servicios de salud. La prensa local ha publicado informes mostrando personas encarceladas en anexos de los hospitales por no poder pagar sus gastos hospitalarios.

Por encima del hambre y la privación de la atención médica impuestas, los ruandeses clasificados hutus por el gobierno no tienen derecho a llorar en público sus muertos. Deben sufrir en silencio e intentar sonreír a los soldados de Kagame que mataron a sus seres queridos. Quien se atreva a decir que los hutus fueron masacrados antes, durante y después del genocidio de 1994 es calificado rápidamente como negacionista o de transmitir la ideología genocida. Madame Victoire Ingabire Umuhoza, la valiente candidata a las elecciones presidenciales de 2010, pagó el precio por atreverse a decir que el monumento de Gisozi está dedicado a las víctimas tutsis y que todavía no se ha hecho nada para recordar a las víctimas hutus. Desde entonces, la represión ha aumentado contra la oposición democrática. Madame Victoire Ingabire es calificada como una enemiga que debería ser encarcelada e incluso asesinada porque se atrevió a decir en voz alta lo que todos piensan en voz baja. Paul Kagame la ha amenazado recientemente de encarcelarla de nuevo porque no ha soportado la creación, por su opositora, en noviembre de 2019 de un partido político «Desarrollo y libertad para todos» (DLT-Umurinzi).

En Ruanda, las cárceles están abarrotadas. Aquellos que no son lo suficientemente serviles son rápidamente sentenciados por los tribunales a severas penas de prisión que pueden llegar hasta la cadena perpetua. Esto equivale a una sentencia de muerte, porque, en las cárceles de Ruanda bautizadas “mouroirs“ (casas de morir), los prisioneros están hacinados en condiciones absolutamente inhumanas que recuerdan a los campos de concentración nazis. Según Amnistía Internacional: «Las condiciones de detención en la mayoría de las cárceles y centros de detención en Ruanda siguen siendo extremadamente duras y en ocasiones equivalen a una manera de trato cruel, inhumano o degradante. Según informaciónes recibidas algunas cárceles y algunos centros de detención tienen celdas subterráneas”.

El régimen de Kagame justifica su dictadura mediante el genocidio, que es utilizado como arma de destrucción masiva para eliminar los adversarios políticos, reales o potenciales.

Gil Courtemanche, columnista del periódico Le Devoir, tiene razón al decir que: “El genocidio continúa de otra manera. Justifica la dictadura del presidente Kagame, permite el encarcelamiento de todo lo que pueda parecerse a una idea de democracia. El genocidio es completamente instrumentalizado por el régimen tutsi”.

A la luz de lo anterior, los ruandeses bajo Kagame valen menos que esclavos, menos que ganado e incluso menos que los animales salvajes que hoy están protegidos por organizaciones internacionales. Al menos el amo cuida un minimo a sus esclavos y su ganado, que son para él herramientas de producción. Como las riquezas de la mafia que controla el poder en Ruanda provienen del saqueo de las riquezas naturales del Congo,de fondos de ayuda vertidos por los países occidentales, de préstamos otorgados a Ruanda para proyectos ficticios… los barones del régimen de Kagame no necesitan de estos campesinos para hacerse ricos. Para Kagame y sus favoritos, los campesinos ruandeses son, por lo tanto, solo un tipo de alimañas que deben ser erradicadas por todos los medios. La destrucción de hogares de pobres en la capital, Kigali, a lo largo de diciembre de 2019, sin compensación, es una perfecta ilustración de este macabro deseo de erradicar una parte de la población de Ruanda.

Iniciada en 1990, la política de Kagame y sus parientes para exterminar a los ruandeses del interior continúa hoy, mucho menos por los Kalashnikovs, pero más por el hambre, por la privación de atención médica y por la destrucción salvaje de los hogares, encarcelamiento, etc.

A pesar de la extrema gravedad de este maltrato sufrido por la población, pocas personas se atreven a luchar contra esta opresión indescriptible. Tanto los ruandeses como los occidentales tienen demasiado miedo. Todos están aterrorizados.

En resumen, los hechos, no exhaustivos, señalados a lo largo de esta reflexión, prueban ampliamente que ruandeses y congoleños están hoy privados de derechos humanos fundamentales, el más fundamental de los cuales es obviamente el derecho a la vida. Ante esta situación, todos los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo no tienen más remedio que unir fuerzas y luchar día tras día hasta que la fábrica de Kagame deje de triturar ruandeses y congoleños. De hecho, sean cuales sean las causas, esta situación en la que seres humanos no tienen derecho a la vida, donde ciertos ciudadanos, Kagame en primer lugar, tienen derecho a la vida y a la muerte sobre otros ciudadanos es inadmisible, inaceptable para las normas de derechos humanos del siglo XXI.

Gaspard Musabyimana

Fuente: Musabyimana.net

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

[Fundación Sur]

Artículos relacionados:

– Grandes Lagos: Tierra de refugiados y desplazados