¿Puede el boicot sexual reavivar la sociedad civil de Kenia?

8/05/2009 | Opinión

Felicito a Kenneth Marende, el portavoz del parlamento de Kenia. (1)

La semana pasada, rompió el punto muerto del parlamento que amenazaba con paralizar no sólo gran cantidad de acciones parlamentarias de seguimiento pendientes en el proceso de mediación, sino también el gasto del gobierno.

Al hacerlo, también se negó a que le pusieran en la posición arbitraria entre dos partes y mantuvo la letra y el espíritu del Acuerdo Nacional.

La sensación de alivio generado por su decisión fue palpable. No sólo entre el público en general, sino también, interesante, entre los parlamentarios de ambos lados de la división de la Gran Coalición.

Ese es el problema de la política arriesgada, nos lleva a todos hacia precipicios de los que al final no podemos salir por nosotros mismos.

Y esa es la gracia salvadora del arte de gobernar, que permite retiradas dignas de los dilemas auto-creados. Un enorme gracias al portavoz.

Pero más allá del portavoz, que expuso cuidadosamente la lógica de su decisión, no sabemos de dónde más podemos esperar el mismo arte de gobernar, en el ejecutivo ni la legislatura.

Mientras que hay muchos magistrados y jueces claramente competentes y respetables, también está claro que la adjudicación de las leyes constitucionales y criminales del poder judicial, en conjunto, deja mucho que desear.

Lo que esto implica es la necesidad de una presión pública organizada contra el liderazgo y los hombres de estado, para que lleven al país lejos de los acontecimientos del año pasado, hacia una nueva administración que no puede seguir siendo ignorada.

La presión pública organizada contra el liderazgo y gobierno también debe ir más allá de la condena, y de las, aparentemente fútiles, llamamientos al sentido común y la ética, de los que forman parte de la gran coalición.

Ni el ejecutivo, ni la legislatura, ni el poder judicial pueden ignorar, posiblemente la insatisfacción generalizada del pueblo con ellos.

El ejecutivo es acusado no solo de no haber sido capaz de actuar con rapidez sobre todos los asuntos relacionados con el proceso de mediación, sino también de no haber sido capaz de responder a la emergente crisis alimentaria y de combustible, la crisis financiera, la enorme corrupción, el crimen y la inseguridad.

La legislatura es acusada de ser cómplice de lo mismo, al haber fracasado en controlar al ejecutivo y hacerlo avanzar, así como en demostrar una absoluta avaricia en tiempos de absoluta necesidad.

En cuanto a la judicatura… bueno, todos conocemos los problemas con la judicatura, ilustrados recientemente con el fracaso con los últimos nombramientos de jueces.

El público se ha formado su opinión bien clara con respecto a todo lo anterior.

Igualmente, el ejecutivo y la legislatura han dejado bien claro su desprecio por esas opiniones.

Así que lo que hace falta ahora es ir más allá para dejar las cosa claras, los argumentos ya se conocen y no se está respondiendo a ellos.

La cuestión es cómo hacerlo esto lo mejor posible, a través de la presión pública organizada.

El movimiento de mujeres de Kenia ha dado un ejemplo. (2)

El G10, una nueva coalición de las mayores organizaciones nacionales de mujeres, han sacado un comunicado condenatorio en términos de análisis, así como de demandas.

Y, de manera totalmente creativa, para asegurar la realización de esas demandas, hicieron un llamamiento a todas las mujeres de Kenia para boicotear el sexo, para declararse en huelga de sexo.

Los medios, naturalmente, se morían de curiosidad. La historia fue una noticia de primera página y fue el tema de casi todos los programas de debate en la radio al día siguiente.

La cuestión más grande que se planteaba era si esta estrategia podría funcionar o no.

La respuesta más divertida a esa pregunta, dada la casi completa incapacidad del gobierno de la Gran Coalición para convocar la clase de manifestación pública o protesta masiva, tan común en los años 90, era que funcionaría porque la Unidad del Servicio General y la policía tendrían serios problemas para averiguar cómo utilizar sus gases lacrimógenos y sus cañones de agua contra las mujeres de Kenia que participasen en el boicot.

Pero la cobertura mediática, centrándose en la parte excitante sexualmente y si eso funcionaría o no en realidad, corría el peligro de no atender al verdadero argumento. Que era que casi todas las grandes organizaciones nacionales de mujeres habían sido capaces de presentar un argumento colectivo, incluso las menos conocidas actualmente, por compromisos políticos, como la más antigua red de mujeres del país, Maendeleo ya Wanawake.

El que ellas pudieran hacer eso, mostrando tan vez la recuperación de la sociedad civil de Kenia de las divisiones políticas del año pasado, es extraordinario. Y, esperemos, que una señal de las cosas que están por llegar desde otros sectores de la sociedad civil de Kenia.

Ya no estamos en los 90. El contexto es completamente diferente.

Una sociedad civil nacional estilo Frente unida a las líneas del Consejo Ejecutivo Nacional Constitucional, puede que no sea posible en este momento.

Pero el movimiento de mujeres de Kenia ha vuelto a lanzar sobre la mesa una esa opción.

Y, haciéndolo, ha reiterado un llamamiento desde la reciente revisión de Ginebra, para que haya mensajes claros, consistentes y colectivos, desde todos los sectores de la sociedad civil de Kenia, de tal manera que lleve la presión doméstica a apoyar la presión regional e internacional sobre la que podría tomar impulso.

En los 90, el cambio constitucional era la señal de alarma.

Hoy, la señal de alarma es el punto cuatro de la agenda, aunque los otros tres puntos también son igualmente importantes.

Teniendo presente que con sociedad civil nos referimos a cualquier respuesta de los ciudadanos organizada, (no sólo respuesta a través de la comunidad, también organizaciones basadas en la fe, el empleo, organizaciones no gubernamentales y asociaciones profesionales), ahora nos toca actuar a todos nosotros.

¿Nos quedaremos sin reaccionar? ¿O nos sentiremos animados por el movimiento de mujeres de Kenia y la devolveremos la pelota?

L. Muthoni Wanyeki

La autora es directora ejecutiva de la Comisión Keniata de Derechos Humanos.

Publicado el 2 de mayo de 2009 en el semanal The East African, Kenia.

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

Notas de la traductora:

(1) El Parlamento de Kenia llevaba semanas paralizado, sin poder tomar decisiones ni realizar ninguna de las funciones que le atañen, porque debían elegir quién presidiría el Government Business Committee, en la cámara, una posición de bastante peso en el nuevo gobierno de Unidad. Los dos candidatos eran el Vicepresidente, Kalonzo Musyoka, del partido PNU, y el primer ministro, Raila Odinga, del ODM. Casi todos los procesos de toma de decisiones en el gobierno de Kenia son eternos y llegan a callejones sin salida, porque los dos partidos del gobierno de unidad, archienemigos tradicionales hasta las elecciones de 2007, tras las cuales se vieron obligados a unirse en un mismo proyecto de gobierno de coalición, no logran ponerse de acuerdo. Mucho menos cuando hay una posición de poder en juego. El plazo para ponerse de acuerdo sobre quién ocuparía el cargo, había expirado. La difícil decisión había recaído en manos del portavoz del parlamento.

El portavoz del Parlamento, Kenneth Marende, el día 28, en la sesión parlamentaria, pronunció un discurso lleno de “astucia, convicción, sabiduría, elocuencia, persuasión e inteligencia”… que todavía, casi 10 días después, arranca elogios y felicitaciones en los medios y entre los keniatas de a pie, tras el cual, anunció que había decidido nombrarse a sí mismo presidente temporal del organismo, hasta que las dos partes se pusieran de acuerdo, para romper el estancamiento de las decisiones y acciones políticas. El anuncio sorprendió, arrancó aplausos en la cámara desde los dos bandos. Hizo que los keniatas volvieran a tener confianza en algunos líderes políticos.

(2) En mitad de todo el desorden político, las organizaciones de mujeres de Kenia se unieron para hacer un llamamiento a todas las mujeres del país a que se declarasen en huelga de sexo durante una semana. Boicotear las relaciones sexuales para pedir reformas políticas y la revisión de la constitución es una huelga bastante original que ocupó las noticias en los medios de todos los países del mundo.
La huelga empezó el 30 de abril. A ella se unieron públicamente tanto la mujer del primer ministro, como la mujer del presidente. La convocatoria tuvo tan buena acogida que incluso muchas prostitutas la secundaron, sobre todo después de que alguna de las organizaciones de mujeres más influyentes, les prometiesen pagarles el salario medio de una semana, si se unían al boicot.

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