A 20 años de la muerte del líder tanzano, un repaso por su figura e ideales
El 14 de octubre de 1999 falleció quien es considerado el padre de la patria en Tanzania, Julius Nyerere, un humilde y apasionado maestro escolar (mwalimu en swahili, apodo con el que fue conocido), reverenciado como un prócer en esa nación del este africano, ex colonia alemana y británica que alcanzó la independencia en 1961 y unificación con Zanzíbar en 1964, siendo gobernada por Nyerere hasta 1985 cuando en forma voluntaria dejó el poder. El 14 de octubre es un día de celebración nacional en Tanzania.
Una filosofía de la sencillez
Nyerere nació en la aldea norteña de Butiama en 1922, cercana al Lago Victoria. A diferencia de su entorno, viajó mucho pues se amparaba en la condición de jefe de su padre. Comenzando su trayectoria educativa con misioneros, en los años 40 vivió en Kampala (Uganda), donde asistió al prestigioso Makerere College y más tarde visitó el Reino Unido, pues en Edinburgo (Escocia) se graduó en 1952 siendo el segundo africano de la entonces Tanganica británica en obtener un título universitario. Allí aprendió lo que era el socialismo en base al fabianismo.
Ya graduado volvió a Tanzania donde ejerció de maestro por tiempo corto pues la labor independentista lo volcó de lleno a la tarea y, en consecuencia, interesado por la marcha de la liberación desde los años 50 en África, Mwalimu creó en 1954 la Tanganyika African National Union (TANU), por medio de la cual combatió el apartheid sudafricano y, además, defendió la doctrina ujamaa, nombre de uno de sus escritos, palabra que refiere a familia extendida en swahili, idioma oficial del país y lingua franca en la región.
Atento a las necesidades de su pueblo y opuesto al culto a la personalidad, el tanzano puso en práctica ujamaa durante su mandato aunque sin los resultados esperados a la larga. Esta ideología busca volver a una suerte de tiempo idílico, en el cual el punto de referencia es la aldea, pensando mucho en su natal Butiama.
Nyerere es un cultor del socialismo africano, la presunción de que se puede alcanzar un auténtico modo de vida que respete la esencia y la tradición africana, evitando cualquier clase de explotación en la sociedad, desterrando el legado colonial y capitalista, a fin de poder restaurar el orgullo por la africanidad. En ese sentido, para él la educación debía ser liberadora, coincidiendo con el educador e intelectual brasileño Paulo Freire. El objetivo básico era descolonizar la mentalidad de la población, una forma posible era haciendo trabajarla en las aldeas en forma colectiva.
Los modos sencillos del presidente y su rechazo a cualquier forma de corrupción acompañaron su proyecto político que devino en una auténtica filosofía para lograr una sociedad justa e igualitaria, con desarrollo rural en base a aldeas autosuficientes. Esta intención fue plasmada en la Declaración de Arusha, de febrero de 1967.
Aciertos y errores
Las diferencias con Gran Bretaña, a raíz de la situación en Rhodesia del Sur, llevaron a una ruptura con la antigua metrópoli en 1965 y a que el socialismo africano ensalzado desde Tanzania fuera dándose a conocer. En efecto, la ujamaa adoptó carácter de mito por la estabilidad política, económica y la unidad nacional en pos de la superación de las diferencias internas de todo tipo. Sin embargo, la figura de Nyerere devino polémica, siendo muchas veces juzgada por sus errores al igual que su gobierno, una deriva autoritaria, movimientos forzosos de población y el establecimiento del régimen de partido único, y en otras ocasiones elogiada por sus logros, como el desarrollo rural o la integridad del líder, de hecho se reconoció al país casi exento de corruptela.
Sin embargo, Nyerere constató desilusionado los hábitos capitalistas en gran parte de los cuadros de su administración y fallas en el sistema educativo desplegado ante la negativa de la élite en asumir el socialismo y de desplazarse a las aldeas. Hasta finales de la década de 1970 Tanzania mostró prosperidad económica pero, a comienzos de la década entrante, la crisis comenzó a manifestarse y se develaron varios problemas del régimen como corrupción, contrabando y otros. Por primera vez el sistema peligró ante rumores de existencia de fuerzas golpistas y Nyerere decidió abandonar el poder.
Más tarde, alejado del gobierno pero presidiendo el partido principal, buscó liberalizar el sistema y a comienzos de la década de 1990 se eliminó el monopartidismo aunque se opuso a la reforma económica si bien no pudo evitarla, pues, al derogarse la Declaración de Arusha, apareció el FMI y siguió un programa de privatizaciones. Gracias a su prestigio internacional, desde 1985 Nyerere se convirtió en un referente de la cooperación Sur-Sur y de la búsqueda de salidas pacíficas, como cuando ofició de mediador en la crisis de Burundi en 1996.
Su lugar como panafricanista
Mwalimu fue elogiado como un ferviente panafricanista, partidario de la unidad del continente y uno de los fundadores de la Organización para la Unidad Africana (OUA), en 1963. El panafricanismo funcionó como una vía de empoderar a la mayoría negra y ayudarla a combatir tanto la discriminación racial como la opresión.
Nyerere no fue indiferente al padecimiento fuera de Tanzania pues, en férrea lucha contra otras injusticias, se mostró partidario en la causa contra el apartheid y el colonialismo que para la década de 1970 seguían vivos en África austral. Ayudó a la liberación de los bastiones blancos de Sudáfrica y Rhodesia del Sur (actual Zimbabwe), así como contribuyó al combate por la emancipación de las colonias portuguesas. Por ende, Tanzania recibió a refugiados ante todo sudafricanos y mozambicanos, por lo que fue visto por la juventud como un referente nacionalista.
En la clandestinidad y el exilio, el sudafricano Congreso Nacional Africano tuvo sede en Tanzania (al igual que otras organizaciones radicales extranjeras). En la década de 1970 Nyerere lideró el foro Línea de Frente de las fuerzas opuestas al apartheid, enlistándose asimismo al Movimiento de No Alineados y propendiendo al diálogo Norte-Sur. Otro aspecto saliente de la política internacional fueron las críticas que recibió por haber propiciado la caída del dictador ugandés Idi Amin tras una intervención militar en 1979, al destinar ingentes recursos y no prestar suficiente atención a la marcha de los asuntos internos.
En el escrito Ujamaa se lee que Nyerere solicita al pueblo tanzano vivir como una familia, hace extensivo el pedido a África y lo trasciende, destinándolo a la humanidad entera, como si la misma fuese una familia extensa. Puede parecer utópico esto último pero este líder buscó el progreso entendido en su generalidad y partiendo de lo básico, el marco rural, pues él preconizó “hace falta una aldea entera para educar a un niño”.
A la semana de fallecido Nyerere, en el funeral estatal, el entonces presidente tanzano Benjamin Mkapa honró a su mentor con, en parte, estas palabras: “Esta es una ocasión triste. Pero estoy seguro que si Mwalimu pudiera hablarnos ahora, nos exhortaría a levantar su bandera y conducirla en pos de la lucha contra la pobreza, la injusticia y el fanatismo. Nos impulsaría, como siempre lo hizo en vida, a apreciar y proteger la unión entre Tanganica y Zanzíbar. Nos pediría estar en guardia contra cualquier tendencia divisoria. Nos alentaría para integrar las economías africanas y promover la unidad continental. Él apelaría a reforzar la confianza en los vínculos de la cooperación Sur-Sur”.
– Bibliografía consultada:
• Thenjiwe Major y Thalia Mulvihill (2009), “Julius Nyerere (1922-1999), an African Philosopher, Re-envisions Teacher Education to Escape Colonialism”, en New Proposals: Journal of Marxism and Interdisciplinary Inquiry, Vol. 3, N° 1, pp. 15-22.
• Hilda Varela (2000), “La desaparición de un hombre extraordinario: Mwalimu Nyerere”, en Estudios de Asia y África, El Colegio de México, XXXV, 3, pp. 523-529.
Original en: CEA Boletín