En Benin, los residentes lloran la destrucción de uno de los distritos más antiguos de Cotonú

18/09/2019 | Crónicas y reportajes

captura_de_pantalla_2019-09-12_a_las_13.26.59.pngMás de una semana después de que las excavadoras pasaran por Xwlacodji, uno de los distritos más antiguos de Cotonú, la capital económica de Benín, sólo hay perros vagando sobre montones de escombros, ropa, utensilios de cocina y algunos documentos abandonados. La demolición de las cabañas de la playa de Xwlacodji forma parte del proyecto de “desalojo», dentro del programa que acabará con la reurbanización de las áreas tal y como desea el presidente beninés, Patrice Talon.

Ciertamente, este viejo distrito pesquero tenía una mala reputación. Anani Agboéssi, uno de los líderes tradicionales de la comunidad, explicaba que en la zona se reunían «los fumadores de drogas y la gente peligrosa de Cotonú». De hecho, desde el propio barrio se había pedido ayuda a las autoridades para destruir estos edificios. Pero el plan no salió como estaba previsto y «una vez que los guetos fueron arrasados, nos lanzaron las excavadoras y empezaron a destruir las casas», explica el jefe del vecindario, desesperado. Los residentes, que carecían de títulos de propietarios, no podían sino presenciar con tristeza el espectáculo de la demolición de sus casas. En total, alrededor de 120 familias se han visto directamente afectadas.

Kokou Mathieu Folly es uno de ellos. El pescador de 47 años tiene dificultades para contener las lágrimas. Se sienta en una pequeña pared, todo lo que queda de su baño. “Con mis cinco hijos, estamos durmiendo en la escuela por el momento, expuestos a las inclemencias del tiempo, mientras esperamos que nuestra situación mejore».

Colette Gnacadja, elegida concejala local de Xwlacodji, está enfadada con el Ministerio de Medio Ambiente. Ella asegura haber sido engañada: “Nos engañaron. Asistí a todas las reuniones. Nunca se planteó tocar las casas.” Como muchos residentes, sigue en estado de shock. Su padre, que en su día fue propietario, se ha convertido en un sintecho. ”Se dice que la tierra pertenece a los primeros ocupantes. Por qué tenemos tantos problemas cuando son nuestros antepasados los que se han instalado aquí», se pregunta.

En 2012, el gobierno anterior ya llevó a cabo algunos desalojos forzados. «Nos dijeron entonces que habría edificios y que nos trasladarían a otro lugar. Estos son los edificios famosos», indica Abla Yaovi, de 65 años, el miembro más antiguo de la comunidad, señalando los montones de ladrillos y barras de hierro.

Abla Yaovi, una viuda con nueve hijos a su cargo, tiene dificultades para caminar. En 2012, había perdido su casa de ladrillo, la única propiedad heredada de su difunto marido. Luego reconstruyó una choza hecha con materiales precarios, «gracias a la generosidad de los habitantes del barrio». Hoy, esta mujer de 60 años duerme bajo las estrellas.

La Federación de habitantes de barrios marginales, un movimiento de zonas urbanas pobres que luchan por la dignidad y el desarrollo en África Occidental, reaccionó enérgicamente y condenó la falta de soluciones alternativas de vivienda y la falta de notificación previa por parte de las autoridades. Moïse Awonlonsou, representante de la Federación en Benín, remarca que «la gente es abandonada a su suerte en la playa”.

Desde su elección en abril de 2016, el presidente Talon ha querido transformar el modelo de desarrollo urbano en todo el país, pero a menudo se ha descuidado la cuestión de la reubicación. Y sin reurbanización, los barrios cuyas viviendas han sido arrasadas ven a sus habitantes regresar para asentarse y reconstruir asentamientos aún más precarios.

Armelle Choplin, urbanista y profesora de la Universidad de Ginebra, conoce muy bien el barrio de Xwlacodji por su trabajo allí y, según ella, esta nueva operación de demolición y desalojo es «peligrosa para el equilibrio social» de Cotonú. Choplin recordó que los Xwla, que dieron su nombre al barrio, se habían establecido hace más de cien años y se encontraban entre los primeros residentes de la capital económica, que ahora tiene unos 1,2 millones de habitantes. «Es parte de la historia y la identidad de Cotonou lo que se está destruyendo», comenta alarmada.

Fuente: Le Monde Afrique

[Edición y traducción, Álvaro García López]

[Fundación Sur]

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