La esclavitud y la historia humana, por Gaetan Kabasha

4/09/2019 | Bitácora africana

esclavitud_4.jpg El fenómeno de la esclavitud puede considerarse como un hecho clave para explicar la miseria de la especie humana. No hay constancia de la existencia de esta práctica en el reino animal. Solamente los hombres han llegado a considerar a sus semejantes como máquinas de trabajo gratuito pudiendo disponer de ellos como si de instrumentos se tratara. De hecho, los filósofos antiguos, lumbreras de la humanidad en su época, sostenían que un esclavo era como una herramienta que habla. Aristóteles llegó a afirmar que el esclavo, por participar de la razón sin tenerla, no se pertenece a sí mismo sino a otro. Para él, la esclavitud era algo absolutamente natural en toda sociedad.

De hecho, les imperios antiguos practicaban masivamente la esclavitud. Sin ir más lejos, la Biblia nos relata cómo los faraones de Egipto llegaron a esclavizar a todo el pueblo de Israel. El imperio romano disponía de innumerables esclavos comprados en los países considerados bárbaros o capturados durante las incesantes guerras de conquista. Toda la economía del imperio romano giraba en torno a la institución de la esclavitud.

Hay un hecho llamativo sobre este fenómeno en la época romana: les esclavos deshumanizados consiguieron ocupar el puesto de maestros de la cultura llamada “humanitas” a los ciudadanos pudientes de Roma. Muchos de los grandes oradores y políticos fueron enseñados por les griegos que vivían en condición de esclavo. El traspaso de la “paideia” griega a la “humanitas” romana fue operada por los esclavos en cierta medida. Este hecho viene a mostrarnos que la condición de esclavo no era en todos los casos como la imaginamos. El esclavo era propiedad del patrón sin derechos políticos pero podía gozar de los bienes de sus dueño llegando incluso, en ciertos casos, a ser liberados y adoptados como hijo.

En las sociedades africanas, muy particularmente en los imperios del África central y occidental, la esclavitud era una realidad muy practicada. Cuentan los historiadores que en el imperio de Congo en el siglo XVI, los esclavos eran más numerosos que los hombres libres. En el mismo siglo, el rey Askia de Gao entregó al sultán marroquí Ahmed Al Mansour 10.000 esclavos para evitar la aniquilación del su reino.
La perversión de la naturaleza humana llegó a su cima con la decisión de los países que se denominaban civilizadas de esclavizar a los negros para rentabilizar las plantaciones de la recién descubierta América. Lo cual demuestra que el avance tecnológico no va siempre con el progreso moral. Más bien, la tecnología puede ayudar a afinar los métodos de la maldad. Aquel momento puede ser considerado como el culmen de lo que el ser humano es capaz de hacer a sus semejantes. Sin embargo, hemos de precisar que aquella siniestra empresa no podía haber alcanzado sus objetivos en las proporciones conocidas sin la existencia anterior de la esclavitud en los reinos africanos. Si la idea surgió de los europeos y fue llevado a la práctica por ellos, la colaboración de los reyes y jefes tradicionales africanos fue determinante. Aquí está la razón por la que no hizo falta el uso de la fuerza, mientras que si fue necesario en muchos lugares para asentar la colonización más tarde.

Existe una anécdota curiosa: en Dahomey, el esclavista portugués Francisco Félix de Souza falleció. Por haber hecho alianza con el rey Ghezo al que ayudó a alcanzar el trono, se decidió hacerle los funerales del Estado como un dignitario del reino. Sacrificaron a un hombre y una mujer para acompañarle a la tumba y mataron otras tres personas en el puerto de Ouidah dónde De Souza gestionaba su negocio de esclavos para conmemorar su grandeza. ¡Cosas curiosas de la historia!
Los mares y océanos contemplaron impávidos los negreros gigantes cargados de la mercancía humana, verdaderos símbolos de la miseria moral. Se calcula que entre el siglo 15 y 19, hubo unos 55 mil viajes de negreros cargados. También se sabe que por cada persona que llegaba à América, morían cinco en la captura, el viaje al puerto, el tiempo de permanencia en el puerto y la travesía.

Las consecuencias del comercio triangular fueron dramáticas para África y duran hasta hoy. Las guerras inter-tribales alentadas por los esclavistas y sus aliados rompieron los equilibrios dentro del continente, sembraron odios seculares, ocasionaron miles de muertes y desplazamientos de pueblos hacía los lugares más inhóspitos. El hecho de llevar a las tierras desconocidas a los jóvenes valientes creó también un vació en el proceso de desarrollo de África. Mientras que en Europa se estaba iniciando la revolución industrial, África se encontraba en un síndrome de humillación y un agotamiento desde el punto de vista humano. La herida de la esclavitud dejó una huella traumática colectiva que luego fue acentuada por la colonización y perdura hasta hoy en muchos países. Hay quienes incluso creen que el retraso económico y industrial de África tiene que ver con estos dos fenómenos que consiguieron destruir la identidad africana y sumergir sus pueblos en un vació existencial.

La esclavitud fue abolida por Gran Bretaña en 1807 y por los Estados Unidos en 1863. Sin embargo, el fenómeno no desapareció del todo. Existen todavía a día de hoy lugares dónde la esclavitud está practicada de manera oficial o clandestina. Hace poco el mundo se estremeció al enterarse de que en Libia, se sigue vendiendo a los inmigrantes negros como mercancía. En los países del Asía del sur, la trata de los seres humanos es una moneda corriente. En un país como Mauritania, la esclavitud forma parte del sistema social y cultural. Dependiendo de los investigadores, se estima que en la actualidad, el número de los esclavos existentes oscila entre 10 millones y 25 millones. Es una auténtica barbaridad en un mundo que se dice evolucionado y globalizado.

¿Y qué pasa con la contratación abusiva de personas que luego trabajan en régimen de semi-esclavitud en distintos lugares del mundo? ¿Qué pasa con la trata de mujeres como prostitutas en las grandes ciudades del mundo a veces bajo el paraguas de la libertad de disponer de su propio cuerpo cuando en muchos casos se trata de verdades redes organizadas?

Original en : Afroanálisis

Autor

  • Ruandés de nacimiento, vive en España. Ha sido testigo directo del drama de los Grandes Lagos. Está comprometido con el desarrollo de África y un mundo más humano. Es fundador de la Asociación AUDE. Licenciado en ciencias eclesiásticas y doctor en Filosofía, con una investigación sobre el deseo mimético y la violencia colectiva. Habla francés, inglés, español, kinyarwanda, lingala y sango.

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    @gaetankabasha

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