Empujado por todos lados por los millones de argelinos que continúan golpeando el pavimento todos los días para hacer que termine, el sistema político, bajo una dura prueba, flaquea, pero no cae. Utiliza trucos, maniobras y engaños para tratar de ahorrar tiempo y encontrar una manera de atravesar la zona de turbulencias sin mucho descalabro.
Es que el poder argelino, desde la independencia del país, se ha adaptado a movimientos de protesta social y la historia demuestra que siempre ha logrado regenerarse recurriendo a diferentes artificios. Excepto que la actual revuelta pacífica del pueblo argelino, que ha asombrado al mundo, no se parece en nada a los movimientos anteriores de protesta.
En primer lugar, debido a su tamaño, porque el país nunca ha visto manifestaciones en las que participaron ciudadanos de todas las regiones del país con una asombrosa sincronización que, a la vez que maravillaba a los propios argelinos, pudo desestabilizar un régimen que se pensaba fuera de alcance. Luego, por la unanimidad conseguida sobre los eslóganes de reivindicaciones que todas han coincidido en exigir una salida indiscutible del sistema existente. Pero debemos enfrentar la realidad de que si la protesta popular ha logrado socavar los cimientos del régimen, este último aparece como una hidra de siete cabezas que intenta adaptarse a cada golpe contra ella.
Es a esta lógica que responden las últimas salidas mediáticas de hombres que han sido cómplices en la bancarrota del país al constituirse casi como una banda de delincuentes que utilizaron y abusaron de las instituciones como un bien privado. Pero se saben vomitados por la población e intentan por todos los medios rehacerse una virginidad acusándose mutuamente de ser responsables de la situación en la que el país está enfangado. El espectáculo es obviamente angustioso para los argelinos que ven estupefactos como los nuevos conversos se tiran de los pelos, con la bendición de una parte de los medios de comunicación, especialmente los canales de televisión que se prestan alegremente a su danza obscena.
Sin embargo, el pueblo ha emitido su veredicto que ha apoyado con grandes manifestaciones para convencer definitivamente a los defensores del régimen de que no aceptarán ninguna otra solución a la crisis más que su salida definitiva del poder. Por lo tanto, la movilización popular debe continuar con el mismo fervor y determinación que ha demostrado hasta ahora para destruir al monstruo.
Hamid Saidani
Fuente: Liberte Algerie
[Fundación Sur]
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