Cómo dirigir los esfuerzos para poner fin a la mutilación genital femenina

8/02/2019 | Crónicas y reportajes

foto_mutilacion_genital_femenina.jpg Un nuevo estudio muestra que 130 millones de mujeres han sido sometidas a mutilación genital femenina (MGF) en 29 de los países con mayor prevalencia, muchos de los cuales se encuentran en África, y 30 millones más de niñas en África menores de 15 años estarán en riesgo en la próxima década.

Los tipos de MGF I-III comprenden todos los procedimientos que involucran la remoción parcial o total de los genitales femeninos externos por razones no médicas. La práctica se concentra en África, Oriente Medio y Asia y se lleva a cabo principalmente por razones culturales y económicas. Las chicas «cortadas» son sexualmente puras, necesarias para el matrimonio, para proteger el honor de la familia y obtener un buen precio de novia. Sin embargo, la MGF conlleva importantes implicaciones para la salud desde el dolor intenso y el sangrado hasta numerosas infecciones e incluso la muerte.
Hay que entender aquello que funciona para revertir esta práctica. En numerosas investigaciones, Tamsin Bradley encontró qué programas anti-MGF se estaban ejecutando en Sudán, donde la MGF no está presente de manera uniforme pero, en promedio, hay una prevalencia nacional del 66% con 84% en los estados del norte y 46% en Darfur occidental. Las intervenciones anti-MGF se enfocan en áreas con la mayor prevalencia, y hay muchas organizaciones diferentes que trabajan para este fin. Esto ha producido una red altamente compleja de políticas e intervenciones con cada organización centrada en la implementación de sus propias actividades que van desde campañas de salud pública hasta trabajo de defensa de la comunidad, y debido a que estas intervenciones están diseñadas principalmente por agencias y gobiernos globales y nacionales, corren el riesgo de ignorar e incluso eludir a los agentes de cambio importantes, como los jóvenes y las organizaciones juveniles que ya están desafiando a la MGF desde dentro. Los jóvenes están teniendo conversaciones con sus familias y compañeros y desafiando con su trabajo a esta práctica.

Los esfuerzos para poner fin a la MGF deben dirigirse en encontrar y alentar estas redes emergentes que ya no quieren ser parte de una comunidad o familia que lo practique.

Medicalización

Un enfoque para poner fin a la MGF, que está recibiendo mucha atención de los donantes internacionales, es la «medicalización», cuando la práctica es realizada por un profesional con formación médica, como un médico, en lugar de un «cortador» tradicional.

Debido a que gran parte de la campaña en países como Sudán y Egipto, ha enfatizado el impacto dañino de la práctica, ha llevado a un aumento en el número de profesionales médicos que realizan los procedimientos. En Sudán, el 67% de todas las mujeres cortadas se han sometido a la práctica por parte de un médico de cabecera, la tasa de medicalización más alta del mundo. En Egipto, el segundo más alto, las tasas son del 42%.

Algunos profesionales médicos afirman que la medicalización es positiva, ya que reduce el riesgo de infección y complicaciones a largo plazo, pero enmascara la falta de progreso en la desnormalización de la práctica y su cese.

Otra preocupación sobre el impacto de las intervenciones actuales es un cambio entre los tres tipos diferentes de MGF en lugar de un fin en conjunto. Al enfatizar el daño a largo plazo del tipo más extremo, los mensajes de salud y las campañas de derechos humanos han cambiado involuntariamente el enfoque de la versión más extrema a una menos severa.

Percepciones juveniles

El propósito de su investigación es tratar de entender cuáles son los desencadenantes más efectivos para cambiar las mentes de las familias que apoyan la MGF. Tamsin Bradle descubrió que los puntos de vista de los activistas locales están siendo comprimidos por un enfoque en el cambio de arriba hacia abajo: cuando, para abordar efectivamente la MGF, el proceso debería ser de abajo hacia arriba ya que es un problema cultural.

Por ejemplo, una de las principales barreras para acabar con la MGF es su vínculo cultural con el matrimonio, específicamente la opinión de que se debe realizar para preservar la pureza sexual y la dignidad familiar. Los cambios en la percepción de los jóvenes ya están ocurriendo ya que cada vez mas son los chicos los que declaran que no quieren casarse con chicas cortadas y que prefieren chicas sin cortar porque son más sanas y fuertes. Las mujeres jóvenes también están desafiando a la MGF argumentando que viola su identidad y expresión sexual.

Avanzando

Los esfuerzos deben apoyar a estos grupos de jóvenes y reunirlos, por lo que es fundamental el apoyo para las niñas que continúan siendo mutiladas genitalmente. El estigma asociado con la MGF está comenzando a funcionar en ambos sentidos, ya que las chicas cortadas se sienten estigmatizadas por el discurso de los derechos humanos que las describe como inconformes, mientras que las chicas no cortadas todavía sienten la presión de ocultar su estado en caso de que sea una vergüenza para su familia.

De manera que a pesar de que es un problema muy complejo, se puede ver que los activistas contra la MGF están comenzando a ver con mayor claridad cómo deben enfocarse los recursos y los esfuerzos.

Tamsin Bradley

Fuente: Medicalxpress.com

[Edición y traducción, Judit Serra Ballester]

[Fundación Sur]


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