Humor con cortapisas

4/12/2018 | Opinión

El pasado 29 de noviembre, ahora que tanto se habla de la necesidad de reformar la Constitución, Ana Pastor, Presidenta del Congreso de los Diputados en Madrid, inauguró en el mismo palacio del Congreso la exposición “La Constitución en viñetas” en la que se plasma cómo han visto la Constitución los humoristas gráficos desde su redacción en 1978 hasta su 40 aniversario. Las viñetas desacralizan, y el humor ayuda a que no se pierda la esperanza. Boris Vian (1920-1959), polifacético intelectual francés, decía que “L’humour est la politesse du désespoir” (“el humor es la urbanidad de la desesperación”). Puede que lo sea hoy un poco entre los españoles que se sienten prisioneros de un sistema que parecía tan moderno y democrático cuando lo aprobaron. Pero sí que lo es, ¡y cómo!, entre los ciudadanos del Magreb. “No habrá manuales escolares porque el gobierno ha agotado todo el papel imprimiendo billetes”. “Los harragas [emigrantes] que tienen un visado Schengen, prefieren viajar en barca para no tener que volar con Air Algérie”. Son dos de los muchos y sabrosos titulares aparecidos en “El Manchar”, un sitio argelino francófono con cientos de miles de seguidores. Su equivalente en Túnez sería “LerPesse.com”, que se presenta como un periódico digital en toda regla pero con informaciones decididamente estrafalarias: “Un avión de Tunisair despegó en horario. La compañía se excusa y se compromete a devolver el dinero a los 43 pasajeros que llegaron tarde”. “Maduro aliviado al constatar que Argelia tiene aún más problemas que Venezuela”. Tampoco tienen desperdicio los titulares de la página marroquí “Bopress” (“Achnapress” hasta 2016): “Qatar incapaz de financiar a Daesh [Estado Islámico] tras la compra de Neymar para el PSG”. Y con motivo del mundial 2018: “Cinco pilares del Islam y cinco goles. Rusia homenajea a los musulmanes vapuleando a Arabia Saudí en el partido de inauguración”. Este último titular hace que nos preguntemos si, o hasta qué punto, los humoristas magrebís son capaces de “reírse” de todo. ¿Libertad de expresión? ¿Se sienten los humoristas realmente libres?

“Libertad” y “humor” no son vocablos neutros. Su significado varía según las diferentes lenguas y culturas. Consecuencia de la colonización francesa, existen en los tres principales países del Magreb medios de comunicación, prensa y sitios web tanto en árabe como en francés. Y las preferencias lingüísticas apuntan a modos distintos de pensar y poner en práctica conceptos tan fundamentales como los derechos humanos o la libertad. Felicitándome un día porque un amigo tunecino se había mostrado feroz defensor de la “libertad”, otro amigo me preguntó enseguida “¿Te hablaba en árabe o en francés?”. En estas líneas me refiero principalmente a los medios de comunicación francófonos.

En un estudio sobre la libertad de la prensa escrita de Marruecos (L’Année du Maghreb, 15/2016, pp45-60), Mohamed Naimi llegaba a ciertas conclusiones que, con algunos matices, pudieran ser las mismas en lo concerniente a Argelia y Túnez. Naimi nota las diferencias entre el discurso político oficial, lo que las organizaciones internacionales de prensa, tipo Periodistas sin Fronteras, observan, y las encuestas sobre el terreno. Su conclusión es que la libertad de prensa es bastante frágil, y que la prensa es “híbrida”, libre y al mismo tiempo no-libre, a imagen del régimen político marroquí. Observa también cómo se dio una cierta liberalización entre 2011 y 2013, coincidiendo con la Primavera Árabe, y una tendencia posterior al control gubernamental de los periodistas.

En Túnez tras la matanza de quince militares en un ataque islamista en 2014, el gobierno de Mehdi Jomaa cerró varias mezquitas y medios de comunicación controlados por los yihadistas. Pero reaccionando al atentado contra Charly Hebdo de caricatura_dilem.pngenero de 2015 en Paris, un comunicado del Ministerio de Asuntos Religiosos hacía un llamamiento a los medios de comunicación para que “se comportaran de manera ética y evitaran vilipendiar las religiones, las costumbres y lo sagrado, para no herir los sentimientos”. “¡Qué difícil es ahora ser caricaturista!”, reaccionó “Z”, que publica de manera anónima desde 2007. “Sobre todo si se ha nacido en un país socialmente musulmán. Por una parte uno no puede no llorar con Charly, pero al mismo tiempo se pretende que, porque somos “musulmanes”, mostremos más solidaridad [con lo musulmán] y mayor indignación”.

El resultado es una cierta autocensura, y lo que cada caricaturista imagina son “líneas rojas” que debe respetar. En Marruecos se trata ante todo del rey, la integridad territorial y la religión. La página tunecina “LerPesse” (variante de La Presse, diario tunecino) se burla del conjunto de la clase política tunecina, pero sin mostrarse acerba con personas concretas. Prefiere resaltar el conservadurismo del conjunto de la sociedad tunecina. Por su parte Nazim Baya, farmacéutico y fundador de El Manchar se ha impuesto una sola línea roja, la religión. Su humor popular se ríe de los dirigentes y poderosos, lo que hace que algunos lo traten de “izquierdista”.

Pero a veces ni la autocensura es suficiente. El 1er Salón Internacional de la Caricatura tenía que haberse celebrado en Orán, Argelia, del 7 al 22 de abril de este año con viñetas de 54 autores. Las zancadillas burocráticas y una intencionada inercia de la administración provincial y nacional lo hicieron imposible. Finalmente, su organizador, Nour El Yakine Ferhaoui, consiguió que el periódico en línea Le Matin d’Algérie, publicara las viñetas a partir del 14 de mayo (14 mai Le Matin d’Algérie Expo Caricatures). Vale la pena echar una ojeada. Hay varias del argelino Dilem, aunque no ésta, bastante significativa, con la que termino estas líneas.


Dilem, HIC, et Baaziz dessinent et chantent l’Algerie




«Z», caricaturiste tunisien: «la liberté avant la sécurité»



Ramón Echeverría

[Fundación Sur]


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  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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