A pesar del papel crucial que desempeñan en el desarrollo del continente, también son usadas por radicales para difundir sus ideas y captar adeptos
Desde hace tiempo, existe un debate muy activo sobre el papel que juegan las redes sociales en los procesos de radicalización de los jóvenes. Hasta ahora, gran parte de esta discusión se ha centrado en los países occidentales, especialmente en relación con la influencia del terrorismo del Estado Islámico (EI) y la capacidad que este tiene para reclutar y radicalizar a personas a través de Internet, e incluso de organizar sus viajes hasta Irak o Siria. Últimamente, también preocupa la actividad de los grupos de extrema derecha, que persiguen los mismos fines, a través de estas plataformas. Pero poco se sabe sobre los patrones de radicalización a través de Internet que se siguen en África y sobre el esfuerzo de las diferentes estrategias gubernamentales dedicadas a abordar este problema.
En aras de solucionar este vacío, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) encargó a RAND Europe explorar el uso de las redes sociales para la radicalización en África. El resultado es un informe que lleva por título Social Media in Africa. A double-edged sword for security and development (Redes sociales en África: un arma de doble filo para la seguridad y el desarrollo) presentado este mes.
La primera conclusión que se extrae de su lectura es que la tecnología de la información y la comunicación (TIC) en África es un arma de doble filo. Por un lado, puede promover el desarrollo social, político y económico, pero también puede aumentar las oportunidades de radicalización. Las redes sociales equipan a los terroristas con una herramienta de muy bajo coste que pueden utilizar para reclutar, entrenar, coordinar y comunicarse con seguidores y posibles reclutas de forma remota. Hoy en día, al-Shabaab, Boko Haram, movimientos leales al EI o a Al Qaeda, y muchos más grupos extremistas que optan por la violencia en África usan Twitter, Facebook, YouTube y otras redes sociales para transmitir sus mensajes, inspirar a seguidores y reclutar nuevos combatientes a niveles sin precedentes.
El uso creciente de las redes sociales en África es sobre todo positivo ya que ha aumentado la conciencia de los ciudadanos sobre los eventos políticos, ha cambiado percepciones en el ámbito nacional y en el internacional y ha dado voz a muchas personas tanto en el discurso global como en el local. Por ejemplo, el informe recoge que el aumento del uso de Twitter en Kenia está relacionado con el interés de los ciudadanos por desafiar las tergiversaciones de los medios internacionales sobre temas como las campañas de violencia que rodean a las elecciones. Igualmente, en Nigeria la actividad de los medios sociales ha aumentado como resultado de la renuncia de los medios de comunicación generalistas nigerianos a informar sobre temas delicados o a criticar conductas de los funcionarios o empresas poderosas.
En particular, Twitter ha revolucionado el discurso político y ha permitido a las poblaciones africanas comunicarse de forma diferente. La facilidad de acceder a esta plataforma a través de un teléfono móvil facilita su uso por parte de cualquier ciudadano. Basta recordar la fuerza de campañas como #1millonshirts, #RhodesMustFall, #FeesMustFall o #Bringbackourgirls, por citar solo algunas de las más famosas.
A pesar de su papel en alentar la participación política y promover el desarrollo en África, las redes sociales también tienen un lado no tan positivo. Entre las cosas menos deseables que propician, el informe cita, entre otras, la explotación sexual infantil, la ciber-delincuencia y la radicalización en línea.
En este último campo, las redes sociales otorgan a los terroristas y radicales una herramienta con la que llegar a muchas personas como nunca antes había sido posible con el uso de los medios tradicionales. Ahora tienen en sus manos una plataforma de fácil acceso a través de la cual difundir su propaganda. Pero también se utiliza para recaudar fondos con los que financiar las actividades de estos grupos, ya que los extremistas pueden llegar a compañías, comunidades e individuos simpatizantes con el fin de obtener apoyo financiero, explica el informe.
Las ventajas de las redes sociales para los grupos terroristas son significativas: la información viaja a través de espacios geográficos en cuestión de segundos y, a menudo, cualquier persona puede acceder a ella y compartirla. Las redes sociales, e Internet más ampliamente, pueden ser utilizadas por los terroristas para reforzar la ideología. Las narrativas permiten a los reclutas potenciales conectarse con personas de ideas afines, ocultar las identidades de los usuarios y normalizar los comportamientos radicales, además de alentar ideas y ofrecer sugerencias extremas. Internet facilita la radicalización al promover el contenido con un atractivo emocional que se aprovecha de las quejas de los usuarios y refuerza sus frustraciones, gracias al uso de algoritmos. Además, las redes ofrecen a los grupos terroristas un mecanismo rápido y fácil para compartir propaganda y reclamar o divulgar ataques con el propósito de difundir el terror como espectáculo para una audiencia global.
Las redes sociales también permiten a los terroristas monitorear y jugar con las reclamaciones contra el estado que se sienten en diferentes comunidades y son expresadas a través de plataformas en línea. Todos los temas relacionados con la mala gobernabilidad, la corrupción, el desempleo y la inestabilidad son fácilmente captados por ellos. Y, a veces, estas personas introducen narrativas en las redes sociales para posicionarse como una alternativa a los Gobiernos corruptos u opresivos, afirma el estudio.
El informe también estudia en detalle los casos concretos del uso de redes sociales por parte de al-Shabaab, Boko Haram y EI. E igualmente, las estrategias puestas en marcha por algunos gobiernos como el de Camerún, Chad, Kenia, Nigeria, Somalia, Sudán o Uganda para contrarrestar la radicalización en línea que promueven estos grupos y las compara con las que se utilizan en otras partes del mundo. La crítica que hace es que estos países solo se han dado cuenta de la necesidad de estas políticas muy recientemente y no llegan a todos los sectores de la población, especialmente a las escuelas primarias, por lo que los terroristas van por delante de los Estados.
El objetivo principal de este estudio es apoyar el trabajo del Centro Regional para el Proyecto Regional de África para prevenir y responder al extremismo violento en África (Regional Centre for Africa’s Regional Project on Preventing and Responding to Violent Extremism in Africa).
Original en : Blogs de El País – África no es un país