El mundo a la espera del liderazgo de África (parte 2/2)

23/11/2018 | Opinión

Lo que significa pensar África

Achille Mbembe invita a toda reflexión sobre África a proyectarse en cuatro direcciones, de manera inconexa o articulada. Pensar África significa:


1.- Restablecer un nombre. Combatir prejuicios seculares nacidos del pensamiento colonial e imperial.

2.- Devolver a la vida lo que había sido abandonado a los poderes de la negación y del disfraz.

3.- Reabrir el acceso a la fuente del futuro para todos.

4.- Contribuir al advenimiento de un mundo habitable.

Por lo tanto, esta invitación llama a trazar los contornos de un campo que ciertamente ya se ha desbrozado, pero que aún no se ha demarcado completamente. La presente propuesta, se inscribe sin duda, en las perspectivas así abiertas, manteniendo la propia dinámica que la funda:


• Simetrízación de formas de seres vivos.

• Incautación de devenir mundo del Mundo en un movimiento circulatorio.

esclavitudes-2.jpgLo importante, por lo tanto, es que África comparta el Mundo con los otros, incluido este agregado abstracto llamado Occidente. El objetivo de tales enfoques, como los iniciaron intelectuales africanos como Valentin Yves Mudimbe, Souleymane Bachir Diagne o Achille Mbembe, podría ser, por lo tanto, la posición destacada, la mejora y, sobre todo, la creación de mecanismos de reparto equitativo de los recursos del mundo. Es solamente a este precio que el mundo llegara a ser Mundo.

Por lo tanto, no es la irreductibilidad de una experiencia interior propiamente africana (aunque no buscamos negar esto, o al menos los efectos de las narrativas diferencialistas) que estructura esta discusión, sino, más bien, la experiencia fragmentada de la Modernidad y la forma en que algunas de esas experiencias pueden informarnos más sobre el rostro de esta Modernidad, especialmente cuando se confronta a lo diferente. Esta metodología hace posible hacer el diagnóstico más fiel, tanto para la vida humana como para el conjunto de las entidades de seres vivos.

África, lo Negro y los Otros

Desde el principio, es también necesario tener en cuenta que el África de la que tratamos aquí no se limita a los límites de la geografía estática. De hecho, el África y lo Negro son las dos mismas caras de una imaginería compleja construida por la Modernidad como diferencia de la diferencia, reflejo invertido de la razón, ubicada en una especie de espacio intermedio entre cultura y naturaleza.

Quizás sea también igualmente necesario recordar que bajo el reinado de la Modernidad, ciertos fenómenos de opresión sufridos por africanos y/o personas de ascendencia africana han afectado también a otras comunidades cuyos rasgos fisiológicos no podrían ser totalmente asemejados a la figura del Negro, debido a su proporción en melanina. Pero, sin duda, todavía era posible para ellas salir de esta epidermis social y abandonar, en el juego de escalas sociales, esta piel social infame.

Lo Negro es también esta tarea, de la que algunos han podido deshacerse penosamente. Los Africanos y sus descendientes, molde en el que había sido producida esta figura monstruosa, no tienen fuera de la misma África ninguna posibilidad definitiva de salir de este recinto cerrado. Así, más de tres siglos después del final de la esclavitud transatlántica, la posibilidad para ellos de escapar a esta realidad sigue dependiendo de complejos procedimientos socioeconómicos con salida incierta y finalmente debilitados por una decidida oposición siempre abierta. Quienquiera que sea, el Africano o el Afrodescendiente, la interpelación de «sucio negro» (sale nègre) en la esquina de una calle se halla todavía en la categoría de lo posible y lo plausible.

El Devenir Negro del mundo

Una de las especificidades de la acción de la Modernidad en África es esta operación, tanto práctica como intelectual, que ha consistido en transformar seres humanos en cosa y reducirlos drásticamente en combustible para la máquina económica. Este proceso milagroso mediante el cual un hombre se convierte en un bien mueble, por decirlo como el Código Negro, marca de manera duradera la relación del cuerpo negro a sí mismo y su circulación en el espacio globalizado.

En esto, el Negro, según Achille Mbembe, habría precedido al mundo. En efecto, para él, las últimas formas de capitalismo financiero solo tenderían a ampliar lo más posible este gesto de reducción milagrosa al conjunto del globo, incluido el propio mundo occidental.

La Modernidad ha producido una real metafísica de la raza, que origina y alimenta primero la estructura moral y discursiva de legitimación del comercio atlántico de esclavos y después, el deseo colonial tanto como su justificación.

Cesaire nos revela la verdadera naturaleza de la relación en la economía moral de la colonización:

«Entre colonizador y colonizado sólo hay espacio para el duro trabajo, la intimidación, la presión, la policía, los impuestos, el robo, la violación, los cultivos obligatorios, el desprecio, la desconfianza, la morgue, la suficiencia, el desprecio, élites sin cerebro, masas degradadas. Ningún contacto humano, sino relaciones de dominación y sumisión que transforman al hombre colonizador en vigilante, ayudante, guardian y al hombre nativo en instrumento de producción».

Este devenir Negro del mundo podría convertir a África en uno de los engranajes esenciales de cualquier nuevo proyecto significativo de un pensamiento materialista que tenga como proyecto una emancipación abierta a todos los seres vivos. Este inesperado reposicionamiento de África no es de ninguna manera el anunciado por las nuevas fuerzas carnívoras del capitalismo financiero. Estas, juran solamente por lo que han llamado “la emergencia económica» de África, que, si los líderes africanos no tienen cuidado, podría parecer, si no se deja engañar, una recolonización del continente. Ya no por la forma clásica de las tres Ms (misioneros, militares, mercaderes) sino por el capital puro y duro. Dos veces repetida. Lo que nos interesa aquí es ciertamente más fundamental, más grande, en realidad, que África misma; Es África como estructura de emancipación del único mundo deseable para todos, es decir, un mundo que ha llegado a ser Mundo.

Tabué Nguma

* Tabué Nguma es de la República democrática del Congo (RDC), diplomado por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales. Es asesor de la UNESCO en el Proyecto de la Ruta del Esclavo y la Historia General de África.

Fuente: L’Afrique des Idées

[Fundación Sur]


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