“En Brasil y Colombia se ha avanzado en la aceptación de la herencia africana”, entrevista al historiador africanista Omer Freixa por Johari Gautier Carmona

4/10/2018 | Entrevistas

omer_freixa_g.jpg Paso decidido y voz cálida, Omer Freixa nos señala el bar La Biela en Buenos Aires como un lugar tranquilo para la conversación. Tras notificar la presencia de Jorge Luis Borges y Bioy Casares sentados en una mesa en la entrada -y advertir la tímida sonrisa de Messi en un segundo plano-, el historiador nos indica el camino a seguir hasta sentarnos en una de las mesas más retiradas.

Las presentaciones inician. Omer Freixa retrata primero el momento social que atraviesa Argentina. Una verdadera caja de pandora. Luego, ya más enfocado en lo personal, nos permite entender la riqueza de sus raíces. De origen judío y apellido catalán, muy consciente de las migraciones que han emprendido sus antepasados desde Rusia hasta Bolivia y luego Argentina, es el vivo reflejo de una ciudadanía que se esfuerza en mantener viva la memoria de quienes lo precedieron.

La historia de su abuelo vale la pena ser escrita, nos explica. Es un ejemplo del sacrificio de muchos hombres que llegaron al país, pero además de estos periplos, nos llama la atención también su dedicación a -y perfecto conocimiento de- la historia de África y las poblaciones afroamericanas. Una historia que, extrañamente, ha ido desapareciendo paulatinamente del relato nacional de una buena parte de los países latinoamericanos.

En esta entrevista, el historiador nos explica la realidad que vive la Afrodescendencia en América Latina, la relación que mantienen los gobiernos con el continente africano, y algunos de los retos más importantes para la reconstrucción de la dignidad africana en tierras americanas.

¿Cómo llegaste a interesarte y dedicarte a la historia de África y la Afrodescendencia en tierras argentinas?

No solamente es una cuestión de interés particular, sino también de condicionamiento. Desde chico vi que África -y Asia también- es un misterio, es una zona de la que se habla poco, y, en la educación argentina, siempre está en los márgenes o inexistente. También hay cierta vinculación emotiva, o cierto trauma compartido a nivel familiar y de orígenes por el tema de la Shoa. Yo soy de origen judío. También cierta empatía en el sentido del sufrimiento que padecieron millones de africanos y africanas con la trata atlántica en los siglos de esclavitud. Serían esos dos motivos.

¿Cómo definirías las relaciones entre los países latinoamericanos y el continente africano?

Hay bastantes corto-circuitos aunque ha habido importantes acercamientos como vimos en Brasil en los últimos 15 años, pero queda mucho por hacer. En Argentina, por lo menos, es una deuda pendiente el estudio y acercamiento a África, y aunque se han dado algunos progresos, no son suficientes. Queda, por ejemplo, en Argentina, volver a censar la población afrodescendiente en 2020 porque en 2010 los resultados fueron deficitarios y no mostraron cabalmente la realidad afrodescendiente (que es mucho más rica de la que se supone). Y en términos cuantificativos, también esto genera un problema para el auto-reconocimiento. Son afrodescendientes pero no lo saben, o lo niegan por una cuestión de orgullo o de vergüenza, de no quedar postergados ante posibilidades laborales.

Desde los gobiernos. ¿crees que se ha limitado la inmigración africana?

La narrativa dominante a finales del siglo XIX fue la construcción de estado homogéneamente blancos y europeos, yendo hacia un modelo de nación mestiza pero donde el elemento africano se vio notablemente invisibilizado o negado, o arrinconado. En el caso argentino, el elemento afro ha desaparecido, que no es una lectura correcta, es una lectura construida, inducida a través de falseamientos y artilugios estadísticos para dar la imagen de que Argentina es un país blanco europeo. La realidad es que hubo también muchos otros barcos que trajeron a población africana esclavizada.

¿Cómo crees que los países latinoamericanos están viendo en la actualidad a África? ¿Realmente la están viendo?

En algunos casos, están viendo a África como una fuente de oportunidades de negocio. África tiene muchas economías en expansión, donde hay mercados potenciales de consumidores y productos a explotar.

Para algunos países latinoamericanos -tal vez en sus lineamientos de política internacional-, África es un agujero, un misterio, un punto ignorado. Algunos países donde la afrodescendencia es más notable, están apuntando a los puentes, mirando a ciertas economías africanas y a la construcción de agendas de negocios. Pero en muchos casos, en la cartera internacional, África sigue siendo una incógnita. Argentina puede inscribirse en esa línea, las relaciones bilaterales han sido deficitarias, y falta mucho por hacer.

¿Cuáles son los países latinoamericanos que mejor han sabido aceptar y defender su pasado africano?

En Brasil hay una deuda histórica pendiente que, de alguna forma, se ha subsanado. Se han reconocido ya 100 millones de afrodescendientes en Brasil, lo que representa una presencia inobjetable y fenotípicamente visible. Aunque los indicadores presentan en general a los sectores más bajos como pertenecientes a poblaciones afrodescendientes y/u pueblos originarios.

En Brasil y Colombia se ha avanzado en la aceptación de la herencia africana porque son los dos países con más población africana y afrodescendiente de la región. En otros países hay incógnitas y muy pocos avances, como Paraguay y Chile. Estos serían los peores en términos de reconocimiento.

¿Estos últimos países, Chile y Paraguay, también han tenido un pasado de inmigración africana?

Toda la región, de Alaska a Ushuaía, ha tenido un componente afro en la formación de la sociedad colonial, contribuyendo así a una formación tripartita que consistía en Afro, Europea y Originaria. Esta es la raíz matriz, después llegaron otras migraciones.

Muchas constituciones de naciones latinoamericanas han ido reconociendo en las últimas décadas la diversidad étnica de su población, ¿pero porque persiste esa resistencia a reconocerse como afrodescendiente?

Es como un lastre de fines del siglo XIX, cuando imperaba la formación de estados homogéneos en base a una cierta pureza racial. En esa época podíamos pensar, y todavía lo es en muchas partes, que era útil esconder la afrodescendencia, porque inconcientemente se sigue pensando que la posibilidad acceder un trabajo consiste en tener rostro -fenotípicamente hablando- lo más blanco posible. El que fenotípicamente puede parecer afro va a buscar todas las formas de reconocerse como blanco para no caer en ciertos estamentos que dificultarían su acceso a la economía, la salud o educación.

¿Cuáles crees que son los principales retos de las poblaciones afrodescendientes en Latinoamérica?

Estamos transitando por el Decenio internacional de los Afrodescendientes en el que se aborda la deuda de los gobiernos con estas poblaciones. Por empezar faltan censos. Primero censarse para luego saber cuántos somos y posicionarse frente al estado en cuanto a demandas. Ahí hay todo un “degradé” en América Latina de poblaciones que han conseguido compensaciones políticas, pero lo que falta es visibilidad en todos los casos y que los gobiernos den acceso a la igualdad de oportunidades. Aquí estamos hablando de una categoría de ciudadanía segunda, porque las poblaciones afrodescendientes e indígenas están siempre postergadas y marginadas.

México ha hecho un censo en 2015 con las poblaciones afroamericanas lo cual es algo revolucionario, pero falta estudiarlo. En Colombia también. Hay estadísticas, pero hay que tenerlas en cuenta ahora para plantear mejoras. Estos son los mismos estados que hablan del mestizaje y que relegan a las poblaciones afrodescendientes. Hay que avanzar en la mejora y eso es el espíritu del Decenio Internacional Afrodescendiente.

Johari Gautier Carmona

@JohariGautier

Original en : Panorama Cultural

[Fundación Sur]

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