Ébola tres años después: Sierra Leona sigue trabajando para superar el estigma

21/07/2017 | Crónicas y reportajes

Recordamos cómo en estas fechas, hace ya tres años, España despertaba del letargo estival con una angustiosa noticia: el padre Miguel Pajares, un religioso español que realizaba su labor misionera en Liberia, viajaba a nuestro país para recibir tratamiento tras infectarse con el virus del Ébola. Entonces, y solo entonces, saltaron las alarmas y los medios de comunicación volvieron los ojos hacia unos países, Guinea Conakry, Liberia y Sierra Leona, en los que el mortífero virus había dejado ya centenares de víctimas. Desgraciadamente, el padre Miguel falleció pocos días después en Madrid. Tampoco pudo supera la enfermedad el padre Manuel García Viejo, quien se contagió en el hospital de Lunsar, en Sierra Leona.

ebola_chek_point.jpg

Precisamente, fue este el país destinatario de la ayuda de emergencia que envió Manos Unidas para combatir la epidemia por medio de proyectos e iniciativas destinadas, principalmente, a la sensibilización, a la capacitación del personal sanitario y a la formación de los grupos de voluntarios, imprescindibles para llevar a cabo tareas informativas entre la población. La sensibilización y la prevención fueron fundamentales para conocer la enfermedad y detener su avance.

Durante meses, mantuvimos contacto constante con los representantes de nuestros socios locales, entre los que destacamos al padre Peter Konteh, que nos ha visitado recientemente. Con él trabajamos estrechamente para acceder a las aldeas y lugares más remotos con el fin de atender a los enfermos y prevenir la propagación del virus. Con él y con el indispensable apoyo económico de la Cooperación Española, se puso en marcha una clínica móvil con la que cuidar, una vez superada la enfermedad, a las personas que no tenían posibilidades de ir al hospital. “La colaboración de la Cooperación Española y de Manos Unidas ha sido básica. Nunca agradeceremos suficiente la excepción que hizo la AECID aceptando apoyar un proyecto en un país que no es prioritario para la cooperación de España”, aseguró agradecido el sacerdote sierraleonés.

Opción por los más pobres

Peter Konteh, sacerdote, director de Cáritas Freetown en Sierra Leona, socio local de Manos Unidas en el país africano, tuvo claro, el mismo día de su ordenación sacerdotal, que su opción de vida tenía que ser la opción por los más pobres. Aquella jornada de 1996, cuando la guerra civil que asoló su país estaba en pleno apogeo, un tiroteo a escasos metros de donde tenía lugar la celebración de tan señalado día, dio al traste con la fiesta: “Mis invitados se marcharon y yo decidí llevar la comida que había encargado para el banquete a un campo de refugiados cercano”, explicó el religioso africano en su reciente visita a Manos Unidas.

En ese campo de refugiados, el padre Konteh experimentó un contacto con la realidad de la pobreza que marcó su camino para siempre. Más de 20 años después, Peter Konteh ha recalado en España para dar cuenta de cómo el país fue capaz de enfrentar el ultimo brote del ébola, el mortífero enemigo al que nadie esperaba y que, además de una profunda huella psicológica, dejó un país devastado y estigmatizado. “Ahora, Sierra Leona tiene que hacer frente a las secuelas de una batalla para la que nadie estaba preparado”, aseguró el religioso.

El ébola: un nuevo frente

“Mi país fue capaz de sobrevivir a once años de guerra civil, pero la del ébola, ese enemigo invisible que nos invadió en mayo de 2014 fue una batalla muy diferente”, señaló el sacerdote sierraleonés. “Nos encontramos, de repente, en el epicentro de una crisis de salud publica global que desconcertó al mundo”, explicó Konteh.

Porque en el año largo que duró el brote de ébola, se infectaron por el virus más de 14.000 personas, de las que murieron 3.955, entre ellas, 945 niños. “Nuestro país no estaba preparado ni sanitaria ni socialmente para ello”, aseguró el socio local de Manos Unidas en el país africano antes. “Aunque no todo el mundo resultó infectado por el virus, todos y cada uno de los sierraleoneses resultaron profundamente afectados por la epidemia”, resaltó.

En Sierra Leona, existe la creencia de que el mejor momento para mostrar afecto a los seres queridos es cuando están enfermos o moribundos; por ello es inaceptable abandonarlos. “Fueron muchas las mujeres que murieron porque no fueron capaces de dejar sin atención y sin cuidados a sus familiares enfermos, sobre todo a sus hijos. Las mujeres, como suele suceder, fueron las que más sufrieron”, explicó Konteh. “Fue muy duro explicar a la gente que el contacto físico debía cesar”, afirmó.

En Sierra Leona, existe la creencia de que el mejor momento para mostrar afecto a los seres queridos es cuando están enfermos o moribundos; por ello es inaceptable abandonarlos. “Fueron muchas las mujeres que murieron porque no fueron capaces de dejar sin atención y sin cuidados a sus familiares enfermos, sobre todo a sus hijos. Las mujeres, como suele suceder, fueron las que más sufrieron”, explicó Konteh. “Fue muy duro explicar a la gente que el contacto físico debía cesar”, afirmó.

Secuelas de la enfermedad

Según el director de Cáritas Freetown, “el impacto del ébola en Sierra Leona ha sido brutal, enorme”. “Durante mucho tiempo supimos lo que es el aislamiento. Nadie quería entrar en un país infectado. Hubo desabastecimiento porque los negocios y las oficinas permanecieron cerrados. Y los niños no pudieron ir a la escuela… El peligro de contagio hace que la gente infectada lo pierda todo: hay que quemar su cama, sus muebles, sus enseres, su ropa…”, explicó. El “enorme” número de huérfanos que dejó la enfermedad resultó pronto una preocupación añadida para el padre Konteh: “Llegó el momento en el que nos preguntamos ‘¿y qué hacemos con ellos ahora?’ Nosotros intentamos que la comunidad los proteja y que no sufran abusos, pero los ‘supervivientes’ se han convertido en una ‘carga’ para la sociedad”, afirmó. “Los huérfanos por el ébola están estigmatizados y no es fácil encontrarles una familia. Tuvimos que hacer muchas campañas de sensibilización y todavía continuamos haciéndolas”.

La epidemia causó también estragos entre el personal sanitario, lo que se traduce en que, en 2017, en el país haya 136 médicos para una población de más de 7 millones de personas. Otro sector muy afectado fue el de la educación porque los colegios estuvieron cerrados durante casi 10 meses, lo que trajo consigo un incremento del abandono escolar y de los embarazos entre adolescente. Además, los índices de pobreza aumentaron considerablemente, sobre todo en las familias que perdieron a quien ganaba el sustento.

“Manos Unidas ha estado con nosotros en todo momento; antes y después del brote de ébola”, dijo el sacerdote sierraleonés. “El trabajo que queda por hacer en Sierra Leona es inmenso, pero después de las dos ‘guerras’ que hemos vivido somos más fuertes”, aseguró Konteh. “Ahora estamos más preparados para hacer frente al ébola. Hemos aprendido de las crisis”.

Fuente: Manos Unidas

[Fundación Sur]

Artículos relacionados:

El efecto invisible del ébola en Sierra Leona

Sierra Leona celebra el fin de la epidemia de Ébola

Aumentó el maltrato infantil en Sierra Leona durante la epidemia de ébola

La juventud de Sierra leona protesta contra las restricciones a causa del ébola

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster