Leí la notica en Religión Digital el 10 de junio. La publicó también el periódico católico francés La Croix y apareció en el blog de Sandro Magister, “Settimo Cielo”, en el italiano L’Espresso. Hasta la BBC la creyó importante, y titulaba el 12 de junio: “El papa pide obediencia a los sacerdotes de Nigeria en el asunto del obispo de Ahiara”. Ahiara es una de las seis diócesis sufragáneas de Owerri, en el sureste de Nigeria. Cuatro de ellas, incluida Ahiara, se encuentran en el Estado de Imo (del que Owerri es la capital) y dos en el vecino Estado de Abia. El Papa Francisco había dado de plazo a los sacerdotes de Ahiara hasta el 9 de julio para que cada uno escribiera una carta personal pidiendo perdón y aceptando como obispo a Peter Okpaleke, nombrado por Benedicto XVI en diciembre de 2012, y que los sacerdotes seguían rechazando en junio de 2017. ¿Razón? Religión Digital explicaba: “Por el simple motivo de que no pertenece a la etnia mayoritaria en la diócesis, los Mbaise, de la que era el anterior prelado, Victor Chikwe, sino a la etnia ibo, de la zona sureste”.
En realidad también los “mbaise” pertenecen a los “igbo” (o “ibo” como se les suele llamar en nuestros días). Pero el pequeño error de Religión Digital es comprensible. A las personas de cierta edad, nombres como Owerri, Port Harcourt, Ogu-Ukwu, Onitsha… nos recuerdan la “guerra de Biafra”, la guerra civil nigeriana (1967-1970), presentada a veces de manera muy simplista como la guerra de los igbo del sureste de Nigeria por su independencia. Más que de “igbo” habría que hablar de “grupos igbo parlantes”. El escritor igbo Chinua Achebe explicaba que la idea de “ibo” como etnia había comenzado a desarrollarse durante la descolonización y la guerra de Biafra. Todavía hoy “ibo” suele referirse a un conjunto de pueblos (unos 25, entre ellos los Mbaise) que habitan en siete estados del Sureste de Nigeria. Comparten, con variantes, una misma lengua y cultura. Pero, como ocurre a menudo, las diferencias locales pueden tener mayor peso identitario. Así los ibos de Ahiara, en el Estado de Imo, se consideran ante todo mbaise. Mientras que los habitantes de Anambra, estado colindante al norte, tienden a identificarse sencillamente como “ibo”. Y de ahí la explicación de Religión Digital: el clero “mbaise” de Ahiara no quiere como obispo a un “ibo” de Anambra.
Los mbaise rechazan la acusación de tribalismo y aducen ser objeto de discriminación por parte de las autoridades católicas. Proporcionalmente, Ahiara es probablemente la diócesis más “católica” de Nigeria, puesto que son católicos casi el 80% de los 700.000 mbaise de su territorio. Cuenta con 73 parroquias, 135 sacerdotes, 150 religiosos y religiosas y unos 150 seminaristas. Y según el Profesor Edward Oparaoji, científico mbaise residente en Estados Unidos, “más del 20% de los sacerdotes han conseguido doctorados universitarios”. Y hace notar que no es normal que mientras la diócesis de Onitsha (la mayor ciudad del estado de Anambra) ha dado 15 obispos, sólo 4 obispos han salido de Owerri (capital del Estado de Imo) y ninguno de Ahiara (la ciudad más mbaise del Estado de Imo).
La historia del nombramiento de obispos en la Iglesia católica es bastante compleja. Durante siglos el clero local nombraba al obispo, el cual tenía que ser aceptado por los obispos vecinos y por el obispo de Roma. En la Alta Edad Media los poderes laicos interfirieron a menudo en los nombramientos, lo que condujo a la “Querella de las Investiduras” (1075-1122) entre los papas y los reyes del Sacro Imperio Romano Germánico. Hasta el siglo XIX algunos reyes y estados podían nombrar a obispos o al menos vetarlos. La “Ley de Garantías” del italiano Camillo Cavour en 1871 así como la ley francesa de 1905 que separaba la Iglesia y el Estado, marcaron el triunfo del sistema actual en el que es el Papa quien nombra directamente a los obispos. Es el sistema que en los tiempos modernos han conocido los católicos africanos. Y en un continente en el que la presencia colonial abrió la caja de pandora de las divisiones tribales, ese sistema puede ser, pero sólo si es aplicado correctamente, eminentemente constructivo.
El 13 de junio, Ignatius Kaigama, arzobispo de Jos y presidente de la Conferencia episcopal de Nigeria, intentaba convencer a los sacerdotes de Ahiara en estos términos: “El Papa no es italiano, es de Argentina. Su predecesor es de Alemania y Juan Pablo II era de Polonia. Y los italianos, y el mundo entero los ha aceptado. Así es la Iglesia Católica”… “Yo mismo vengo de la diócesis de Jalingo. El obispo de Yola es de Maidugiri, el de Maidugiri es de Jos. El actual obispo de Bauchi es de Shedam, y el de Shedam es de Jos”…”Y esa mezcla es muy positiva para nuestra Iglesia, que es universal”. Luego, refiriéndose al secreto y a la confidencialidad del proceso de los nombramientos añadía: “La Iglesia sabe lo que es bueno para la Iglesia. La Iglesia católica tiene una tradición de más de 2000 años nombrando obispos, creando diócesis y haciendo lo que es bueno para la Iglesia”.
Se diría que Ignatius Kaigama desconoce la historia real de la Iglesia, sus problemas recurrentes de etnias y de nacionalidades, y no sólo en África, así como las ocasiones en las que el sistema que él describe de “secreto y confidencialidad” no ha dado resultados. En España, desde donde escribo, cuando el catalán Jaime Font Andreu fue nombrado en 1950 obispo de la recién creada diócesis de San Sebastián, dos comisiones fueron a visitarle a Zamora, en donde era obispo desde 1944. Una, de la Diputación Foral de Gipúzcoa, para darle la bienvenida. Otra, dirigida por D. José Aramberri coadjutor de la localidad de Rentería, pare sugerirle que renunciara a su nombramiento por no ser vasco. “Volem bisbes catalans” (Queremos obispos catalanes) fue el slogan de una campaña catalanista de 1966-67 cuando el vallisoletano Marcelo González Martín fue nombrado coadjutor con derecho a sucesión del arzobispo de Barcelona Gregorio Modrego y Casaus. Esta semana, del 12 al 14, se ha reunido de nuevo el Consejo de Cardenales que ayuda al papa Francisco a renovar las instituciones de la Iglesia. Tarea urgente ahora que cada día se destapan más trapos sucios y nombres de obispos aparecen a diario en la prensa. Porque fue el sistema “secreto y de confidencialidad” del que salieron, por ejemplo los obispos que se opusieron a Oscar Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado el 24 de marzo de 1980…
El viernes 16 de junio Sahara Reporters, una agencia online con base en New York para promover los derechos humanos en Nigeria, anunciaba que los sacerdotes de la diócesis de Mbaise habían pedido ayuda al millonario hombre de negocios y gobernador del Estado de Imo, Rochas Anayo Okorocha, para evitar la suspensión anunciada por el Papa. Si quiere ayudar a resolver el problema de Ahiara, Ignatius Kaigama tendrá que reconocer primero la compleja humanidad de nuestra Iglesia.
Ramón Echeverría
Ramón Echeverría
[Fundación Sur]
Artículos relacionados:
– El cristianismo en el continente africano
– El mito de una Iglesia africana «fiel», por José Carlos Rodríguez Soto
– Los Papas en los inicios de la Trata Negrera , Por Ildefonso Gutierrez Azopardo