«Si sigues soltero, acabarás muriendo»

26/04/2017 | Crónicas y reportajes

«Si sigues soltero, acabarás muriendo» es un titular que puede ser calificado como el «clickbait» definitivo. El artículo de TimesLive en cuestión citaba un estudio recientemente publicado por Statistics South Africa, en el que se afirmaba que las personas solteras, en particular los hombres, tienen más probabilidades de morir antes que sus iguales casados, viudos o divorciados.

El informe de Stats SA decía que sólo el 24’4% de las muertes en 2015 eran de personas casadas, mientras que las de un 47% de las personas se presentaban en la categoría de «nunca casados». A primera vista, es un número tan masivamente desproporcionado de muertes que es probable que nos mande corriendo a los brazos de la primera persona que nos acepte.

sta1.jpgEl estadístico medio podría especular que sin una esposa que meta en vereda a los hombres solteros cuando lleguen a casa, es mucho más probable que estos salgan por ahí y se involucren en comportamientos arriesgados y potencialmente mortales. Esto parecería lo más lógico de pensar, pero las posibles causas para este efecto no se investigan, ni tampoco se usan los datos para hacer que esa hipótesis sea presentada correctamente.

¿Se está confundiendo, de hecho, la correlación con la causalidad?

Estado civil no especificado para el 16’2% de las muertes

La primero que debe preocuparnos es la forma en que se está llevando a cabo la comparación. No se intenta comparar la esperanza de vida de las personas casadas con la de las personas solteras.

Además, depende del buen juicio del sanitario responsable decir si el difunto era soltero, casado, viudo o divorciado. Si el espacio en cuestión en la notificación de muerte en Sudáfrica se queda en blanco, se registra como desconocido/no especificado. Dado que el estado civil del 16’2% de los fallecidos en 2015 pertenecía a esta categoría, la propia Stats SA advierte que los resultados «deben ser interpretados cuidadosamente».

Y muchos menores estarían en la categoría de solteros, sesgando los datos. Una manera de limitar el estudio hubiera sido centrarse en las muestras de la población adulta únicamente.

Los investigadores sólo pueden apuntar a posibles conexiones

Por suerte para nosotros, no es necesario reinventar la rueda y repetir una cantidad enorme de análisis. El efecto del matrimonio en la longevidad es todo un campo de investigación por sí solo, que abarca décadas y volúmenes de investigación.

El enfoque típico consiste en reclutar entre unos pocos cientos o miles de participantes y observar sus tendencias de mortalidad durante unas décadas. Lo mismo se suele hacer para estadísticas estatales y gubernamentales, cambiando los cientos o miles por millones. Y sí, de hecho y a pesar de lo dicho hasta ahora, el matrimonio parece influir en la mortalidad.

Muchos estudios internacionales, publicados en revistas respetadas como el Journal of Health Psychology u otras bajo el sello del British Medical Journal, apoyan la conclusión de que las personas casadas de forma consistente -o sea, aquellas que no se han divorciado y vuelto a casar- tienen menos probabilidades de morir en un año determinado. Pero estos estudios sólo pueden apuntar hacia una posible conexión, ya que los investigadores han sido incapaces de demostrar de manera concluyente cómo se relacionan estas dos variables.

Entonces, si el matrimonio prolongara absoluta e incontestablemente la esperanza de vida, ¿estaríamos hablando de todos los matrimonios? En una revisión de múltiples estudios, con una muestra de 250.000 personas, se ha demostrado que no es así. Se espera que las personas viudas vivan tanto como aquellas que nunca se casaron, mientras que las divorciadas son las que tienen mayor riesgo de muerte de todas.

Así que vamos a subir la apuesta: casarte puede prolongar tu vida, no tener ningún efecto en tu mortalidad o incrementar las posibilidades de que mueras.

Todo apunta al estrés

El matrimonio parece afectar a las estadísticas de mortalidad de dos maneras. Por un lado, tienes la presión de que te elijan, de que quieran casarse contigo. Por otro, el matrimonio tiene un efecto tangible. Casarse es un proceso competitivo. Tenemos que superar a otras personas potencialmente aptas y, en última instancia, demostrar que podremos ser el mejor compañero de por vida para nuestra pareja, y ella para nosotros.

Los factores de salud y personalidad son importantes también. Se ha demostrado que las personas solteras tienen cinco veces más posibilidades de morir por enfermedades infecciosas que sus homólogas casadas.

Esta estadística ha llevado a los investigadores a preguntarse si los que nunca se han casado son más propensos a morir antes o si más bien la cuestión sería que es más difícil encontrar pareja si estás sufriendo una enfermedad.

Aquellos mejor adaptados a la vida moderna y con personalidades más agradables son más propensos a encontrar pareja y entrar en el club de los casados. Así que, de hecho, «casarse» es seleccionar a los más sanos y estables, en vez de crearlos. Por otra parte, eso podría ser exactamente lo que está haciendo el matrimonio.

En última instancia, todo puede llevar al estrés. El apoyo constante, tanto emocional como físico, puede ser la base de los beneficios que el matrimonio puede proporcionar, algo que también explica por qué los malos matrimonios tienen un efecto negativo en la mortalidad.

Cuanto tienes una pareja que te apoya te puede ayudar a lidiar con las vueltas que da la vida. La investigación demuestra que se es objetivamente más capaz de hacer frente a los problemas que alguien que no cuenta con ese apoyo. Lo contrario ocurre con los matrimonios infelices, que terminan siendo una fuente de estrés. Y un comportamiento que pueda hacer frente al estrés aporta longevidad.

Cuidando la salud del otro

Lo que nos deja con un último cabo por atar, la idea de que los hombres en particular aumenten su esperanza de vida al estar casados. A pesar de que el veredicto está por decidirse, lo del estadístico medio antes mencionado no parece estar muy lejos de lo que se piensa ahora mismo.

La idea es que las personas casadas no sólo se sienten motivadas por mantener su propio bienestar para sus parejas, sino que también juegan un papel en asegurar que esas parejas se hagan cargo de su propia salud. Las mujeres en particular parecen ser más propensas a ejercer una influencia activa sobre la salud de sus parejas.

A pesar de parecer a primera vista algo escandaloso, parece haber algo de verdad en la afirmación de que el matrimonio prolonga la vida. Los datos del informe de Stats SA son insuficientes para obtener una visión significativa de la magnitud local de este efecto, pero la investigación internacional muestra que la calidad del matrimonio parece ser el verdadero determinante de la mortalidad.

Fuente: Bhekisisa

[Traducción y edición, Mario Villalba]

[Fundación Sur]


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