África nos parece que está quieta. Cuando echamos un vistazo a las revoluciones y revueltas democráticas que se producen en el mundo, solemos pasar por alto el continente africano. Buscamos referentes teóricos y prácticos de la revolución popular en Grecia, Egipto, Túnez o por todo el continente Latinoamericano. Jamás se nos ocurre mirar qué pasa más allá del Sáhara, porque lo consideramos fuera de nuestro espectro político y social. Cuando desde allí nos llegan aires de una revolución popular, es para enseñarnos el odio atávico y el conflicto permanente en el que parece envuelta la región.
Sin embargo, la historia de África Subsahariana no se podría entender sin las resistencias y las revoluciones populares. A los colonizadores, a los gobernantes despóticos o, incluso, a los gobernantes democráticos. La región no ha sido una excepción en la ola de protestas pro democráticas que vive el mundo desde 2011. Al contrario, parece liderarla.
En Gambia, en menos de un año, una movilización popular fue la raíz del fin de una dictadura de más de 20 años. En República Democrática del Congo, existe un movimiento organizado que presiona a los gobiernos para garantizar que las próximas elecciones presidenciales sean limpias. En Etiopía, el nuevo El Dorado de la economía mundial, diversos movimientos sociales se rebelan contra el gobierno exigiendo democracia en el país.
Un fantasma recorre África. Es el fantasma de los activistas pro democráticos, el de los africanos y africanas que han decidido no vivir más en la precariedad política y económica. Que están hartos de las extremas desigualdades de sus países. De la desconexión entre los gobiernos y lo que sucede a las personas normales. Y muchos de ellos han encontrado en las redes sociales y en internet sus armas para la lucha.
Reconociéndose unos a otros, sabiendo que no están solos, los africanos y las africanas están organizándose para provocar el cambio político. De manera autónoma, de un país a otro, pero con la certeza de que el futuro de todos depende de lo que pase en cada uno de los frentes. Lograr una victoria democrática en Gambia no hubiera sido posible sin la experiencia de Burkina Faso. Y lo aprendido en Gambia inspirará otras revueltas futuras.
Toda esta conexión se está traduciendo en diversas iniciativas, como la creación del grupo de Afriactivistes o la movilización popular, a nivel de toda África Subsahariana, para el próximo 25 de Mayo, organizada a raíz de la Declaración del Kilimanjaro.
Un nuevo Panafricanismo construido sobre la exigencia de mayor y mejor democracia, política y económica.
Original en : https://beersandworld.com