En Madagascar recuerdan una de la guerras coloniales francesas más mortales de la historia

18/04/2017 | Crónicas y reportajes

Hace 70 años, el 29 de marzo de 1947, empezó una guerra entre el gobierno colonial francés y grupos nacionalistas malgaches que al terminar tendría un saldo más de 100,000 habitantes malgaches muertos, según el Alto Comisionado de Madagascar. La cantidad de muertos es considerable en cuestión de números, sobre todo si se considera que la población total la época era de 4 millones. Esta cifra hace del conflicto uno de los más mortales del periodo colonial francés. La represión derrotó a los nacionalistas malgaches y Madagascar siguió siendo una colonia hasta 1960.

La guerra se dio poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, en la que muchos soldados malgaches lucharon con el ejército francés. Los colonizados se unieron a las filas de soldados en la lucha contra el nazismo y el fascismo, y también para la liberación de Francia. En la sección de Madagascar del sitio web del Ministerio de Defensa de Francia, en la historia de la Segunda Guerra Mundial llamado Chemins de Mémoire (Caminos de memoria), los funcionarios franceses señalan:


“Entre las dos guerras, se buscó explotar los recursos de Madagascar y la modernización de la isla, pero las reivindicaciones malgaches, como ocurrió con otras colonias, no fueron cumplidas. A pesar de todo, a partir de 1939 los malgaches respondieron al llamado de Francia y 10,500 hombres participaron en la campaña de Francia de 1940, de los cuales un tercio murió en combate. El 3er y 11mo Regimiento de Infantería Colonial y 42do Batallón de Artilleros malgaches se distinguió particularmente, mientras que la artillería combatió valientemente dentrode las unidades africanas”.

Para muchos soldados malgaches, esta participación junto con la creciente madurez política de jóvenes intelectuales fortaleció su deseo de libertad. Luego de la victoria sobre el nazismo y el fascismo, los malgaches exigieron exigieron mayor autonomía dentro de la Unión Francesa, como otras colonias habían conseguido. El sitio web colaborativo Histoire coloniale et postcoloniale (Historia colonial y poscolonial), escrito por historiadores coloniales franceses, afirmó:


“En marzo de 1946, dos jóvenes diputados malgaches, Joseph Raseta y Joseph Ravoahangy, miembros del Movimiento Democrático para la Renovación de Madagascar (MDRM), presentaron un proyecto en la Asamblea Nacional en París exigiendo independencia para la isla de la Unión Francesa. Vincent Auriol, entonces presidente de la Asamblea, se negó a tener el texto impreso porque “era un acto de acusación contra Francia y, en suma, un llamado a la revuelta”. El proyecto fue rechazado.

En las siguientes elecciones parlamentarias, en noviembre de 1946, los tres escaños del segundo colegio (reservados para “indígenas”) los ganaron los líderes de MDRM, Joseph Ravoahangy, Joseph Raseta y Jacques Rabemananjara”.

Con esos antecedentes, el 29 de marzo de 1947, dos sociedades secretas desencadenaron una ola de violencia de la noche a la la mañana en muchos lugares alrededor de Madagascar. Sin embargo, en lugar de negociar, el gobierno francés optó por reprimir el levantamiento y empezó la guerra. Un artículo del sitio web colaborativo Matiere et Evolution (Materia y evolución), dirigido por expertos historiadores, R. Paris, recordó:


“El gobierno envió refuerzos a Madagascar, sobre todo tropas coloniales (infantes senegaleses), un total de 18,000 hombres a principios de 1948. La represión llevó a muchos actos de violencia y crímenes de guerra: tortura, ejecuciones sumarias, reagrupamientos forzados e incendio de aldeas.

Entre los crímenes más graves figura el del 6 de mayo de 1947, cuando el comandante del campo Moramanga, por temor a un ataque, hizo ametrallar a más de cien militantes de MDRM, que estaban prisioneros en vagones.

El ejército francés también experimentó una nueva técnica de guerra psicológica: los sospechosos eran lanzados vivos de un avión para aterrorizar a los aldeanos en su zona”.

Con la pregunta “¿cuántas fueron las víctimas de la represión?”, Midi Populaire et Citoyen (Mediodía popular y ciudadano), sitio web activista progresista del sur de Francia intentó responder y exploró los diferentes intentos de concretar una cantidad:


Los números citados en la Asamblea Nacional en ese entonces hablaban de 80,000 muertos, estimado que modificaron especialistas como Jacques Tronchon. Más recientemente, el escritor Claude Simon habló de “Madagascar, donde por mucho tiempo se ocultó que, en 1947, mataron a 100,000 indígenas en tres días”.

El problema es que esas cifras serían incorrectas, según últimos estimados de algunos historiadores, Jean Fremigacci, catedrático de la Universidad de la Sorbona en París, afirmó, como otros historiadores, que la cantidad de personas muertas durante el levantamiento no excedió de 10,000 (incluidas 140 personas blancas), al que agrega la cantidad de malgaches muertos por desnutrición o enfermedad en zonas a manos de los insurgentes.

“Este alto índice de mortalidad sigue siendo muy difícil de evaluar, la hipótesis más verosímil gira en torno a los 20,000 a 30,000 muertos”, escribió Jean Fremigacci. No hubo un “genocidio olvidado” en Madagascar, concluye el historidor, sino culpa en los dirigentes políticos que, en París, se revelaron como incapaces de evitar un drama anunciado.

Erick Rabemananoro, periodista que trabajó antes en Madagascar Tribune, rindió homenaje a estas víctimas de las guerras coloniales, entre los cuales estuvo su abuelo paterno. En Facebook, Rabemananoro afirmó:

ranavalona_iii_in_exile_in_algiers.jpg“Tengo el honor de presentarles a mi abuelo paterno, Rabemananoro. En 1942, Francia lo colocó ante un pelotón de ejecución, durante el caos de las batallas entre la Francia de Vichy y la Francia Aliada, con miras al punto de control de Diego Suarez y Mahajanga, donde trabajaba.

Luego de esta primera ejecución, Francia repite en 1947, y fusila a su hijo e hija mayores, ambos militantes de MDRM. No es necesario destacar el impacto de estos dramas en la vida de la familia, y las dificultades de mi abuela para satisfacer las necesidades de los siete huérfanos que quedaron.

Entonces, ese día del 29 de marzo, cuando todos se emocionan con o sin razón, solamente quisiera detenerme un momento a pensar en todas las familias que saben que pagaron un precio en la sangre derramada por el país en la lucha contra el poder colonial. Lejos de las grandes teorías, los discursos grandilocuentes y otras actividades floklóricas bajo la cubierta del anticolonialismo y el patriotismo”.

Debemos regresar a 1885 para ver cuál era el escenario de este conflicto. En un tratado firmado por la reina Ranavalona III (Ranavalo-Manjaka III), Francia había definido su ocupación de la isla como un protectorado y no como colonia. Jean-Claude Legros, historiador francés y autor del libro sobre Madagascar Les flamboyants de l’exil (Los extravagantes del exilio) explica:


“Se firmó un tratado el 17 de diciembre de 1885, por el que a Madagascar se le impuso, aunque no se usó la palabra, estado de protectorado (que implica que Francia se hacía cargo de las relaciones exteriores de Madagascar), junto con el pago de una indemnización de diez millones de francos.

En compensación, los territorios Sakalava regresarían a la autoritdad del gobierno malgache y a la reina se le reconoció el derecho de “presidir el gobierno de toda la isla”. En 1888, se concedió a la reina la Gran Cruz de la Legión de Honor”.

La reina creyó que el tratado anterior que firmó el 1 de octubre de 1895, con el general Jacques Charles René Achille Duchesne en representación de Francia, le garantizaría la corona y que la centenaria corona malgache sería preservada. Sin embargo, para la potencia colonial que quería expandir su imperio, el tratado no fue más que una treta. Al final, la reina fue derrocada del poder y exiliada a Argel.

En un artículo de 1895 de la Revista de dos mundos (cuarto trimestre, libro 132), el economista francés Paul Leroy-Beaulieu escribió franca y mordazmente sobre la colonización de Madagascar por parte de su país:


“La toma de posesión de Madagascar por parte de Francia, sea cual sea el precio que nos costó, sean cuales sean las faltas o errores que se haya constatado en la preparación de la expedición, ha sido un obra grandiosa y hermosa. De todas maneras, se plantea una pregunta en esta época, que importa zanjar en el buen sentido mientras todavía hay tiempo. ¿Realmente seremos los amos de esta gran isla austral? El tratado entre Francia y la reina Ranavalona nos da un título preciso, sin oposición, completo para la administración interior ¿pero también con respecto a extranjeros, ingleses, estadounidenses, alemanes? ¿Nos concede un dominio cargado de numerosas restricciones más o menos perpetuas, y de la que pagaremos todos los costos sin disfrutar de ninguna ventaja con respecto a las ganancias?”

Más de un siglo después, en noviembre de 2016, durante una conferencia entre jefes de estado de la Organización Internacional de Francofonía en Antananarivo, capital de Madagascar, el presidente francés François Hollande reconoció que las tropas coloniales habían cometido atrocidades durante la guerra:


“Realmente es porque hubo este compromiso de los malgaches por Francia, pero también por la libertad, que después de la Segunda Guerra Mundial se empezó a soñar con la independencia, esa aspiración que crecía entre el pueblo. Este movimiento provocó un levantamiento en toda la isla en 1947 que fue brutalmente reprimido por Francia. Rindo homenaje a todas las víctimas de estos acontecimientos, a los miles de muertos y a todos los militantes de la independencia que fueron arrestados y condenados por sus ideas”.

Una cosa es que los líderes francesas reconozcan estos crímenes de guerra, pero pedir perdón y pagar una compensación es otra cosa. Francia ha cobrado sus deudas con Alemania, pero hasta ahora no ha cumplido con enfrentar las consecuencias de las guerras que empezó.

Abdoulaye Bah

Fuente: Global Voices

[Traducción, Gabriela Garcia Calderon Orbe. Del inglés, Jane Ellis]

[Fundación Sur]


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