Entrevista a Robin Philpot, autor de «Rwanda and the New Scramble for Africa, from Tragedy to Useful Imperial Fiction (Ruanda y la nueva lucha por África, de la tragedia a la ficción imperial útil).
¿Y cómo se benefician Israel y los Estados Unidos de esa relación especial?
Bueno, hay que ver cómo se estableció esta alianza. En los años 50 y 60, los Estados Unidos tuvieron que debilitar a los estados árabes para promover sus propios intereses, e Israel fue un elemento muy importante de su estrategia. Los estados árabes eran hostiles a Israel, que era un estado colonial altamente militarizado. Muchos de los estados árabes en ese momento -Egipto, Libia, Siria, Irak- trazaban un rumbo independiente, a veces aliado de la Unión Soviética, y los Estados Unidos estaban decididos a impedirles afirmar su independencia.
A finales de los 80, Sudán se estaba convirtiendo en un estado muy fuerte e independiente, opuesto a Israel, y hubo una reunión, organizada por un hombre llamado Roger Winter, que reunió a los dirigentes ruandeses en el exilio que vivían en Uganda, y Yoweri Museveni, el presidente de Uganda entonces, desde que ganó la guerra civil en 1986. EE.UU. nombró al presidente Museveni y a los exiliados ruandeses como nuevos líderes africanos, y los EE.UU. e Israel vieron esto como una forma de contener a Sudán y a otros estados árabes en su patrio trasero.
Ruanda y Uganda podrían ser llamados estados «perro rabioso»: están altamente militarizados y sirven como sheriffs a Estados Unidos al tiempo que persiguen sus propios intereses. Quizás recuerdes cuando hubo un alboroto acerca de los abusos de los derechos humanos por el presidente sudanés Omar Al-Bashir en Darfur, y que un militar ruandés, Karake Karenzi, fue enviado a dirigir la misión de paz de la ONU allí, a pesar de que el propio Karake había sido acusado por crímenes contra los derechos humanos.
¿Quién acusó a Karake Karenzi?
Fue el sistema de justicia español y el francés, bajo el juez Brugiére. El juez francés ha cambiado, pero el caso continúa. Cuando Karake Karenzi estuvo al mando de la operación de paz de la ONU en Darfur, ya había sido acusado por crímenes masivos contra los derechos humanos, tanto en Ruanda como en el Congo.
¿Y lo habían hecho porque el ejército de Kagame había matado también a ciudadanos franceses y españoles?
Sí, exactamente. La corte española investigó porque los trabajadores humanitarios y sacerdotes españoles fueron asesinados por las fuerzas de Kagame en Ruanda. También asesinaron a dos sacerdotes de Québec. Y el tribunal francés investigó porque toda la tripulación del avión que fue derribado el 6 de abril de 1994, matando a los presidentes de Ruanda y Burundi, eran ciudadanos franceses. Karake Karenzi fue acusado por Francia.
Justo después de que Estados Unidos y la OTAN bombardearan Libia y exigieran la muerte de Muammar Gaddafi, la Asesora de Seguridad Nacional del Presidente Obama, Susan Rice, voló primero a Libia y luego a Ruanda, donde dijo que habían tenido éxito donde habían fallado en Ruanda. Y Kagame y/o la ministra de Relaciones Exteriores de Ruanda, Louise Mushikiwabo, han sido invitadas a conferencias y foros organizados para abogar por la guerra en Siria para «detener el genocidio». ¿Puedes comentar eso?
Bueno, el subtítulo de mi libro es «De la tragedia a la ficción imperial útil». Lamentablemente, la tragedia en Ruanda se ha utilizado cínicamente para hacer avanzar los intereses de Estados Unidos e Israel y librar la guerra contra Libia y Siria. Y Kagame fue el único jefe de estado africano que apoyó la invasión de Irak en 2003. Se ha lanzado de lleno a la aventura imperial de Estados Unidos.
Cuando los EE.UU. e Israel comienzan a usar la palabra «genocidio», tienes que averiguar por qué la están usando y qué quieren lograr, cómo esperan favorecer de forma cínica sus intereses. Ed Herman ha escrito mucho sobre esto en «The politics of Genocide».
Max Forte, autor de «Slouching Towards Syrte, NATO’s War on Libya and Africa», ha dicho que «Ruanda está en todas partes para el imperialista humanitario».
Sí, por desgracia. Ellos dirán «Ruanda» buscando apoyo a las nuevas guerras imperiales, pero aprovechándose de la ignorancia total sobre lo que realmente sucedió en Ruanda en 1994. Los Estados Unidos dicen «no actuamos entonces, debemos actuar ahora», pero eso es mentira. En el Consejo de Seguridad de la ONU, los EE.UU. se negaron a actuar o a permitir que cualquier otra nación actuara, porque los Estados Unidos, encabezados entonces por el comandante en jefe Bill Clinton, querían que su hombre, Kagame, tomara el poder en Ruanda, sin importar el coste humano. Es por eso que el Secretario General de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, me dijo y me repitió: «El genocidio en Ruanda fue 100% responsabilidad de los estadounidenses». La estrategia era controlar todo el área de África Oriental y Central y contener a los estados árabes con la ayuda de los vecinos africanos.
Y eso explica estos amoríos entre Israel y Ruanda que tienen lugar este año, tanto en la conferencia AIPAC como en el evento de los premios Adelson.
Estos enamoramientos ocurren muchas veces cada año, y cada vez que la historia de Ruanda es mezclada y usada como excusa para «intervenciones» que violan la soberanía nacional.
Sí, y cada vez que la gente comienza a cuestionar las intervenciones militares occidentales, los Estados Unidos e Israel creen que pueden ganar el caso simplemente diciendo «Ruanda», pero creo que ese argumento se está empezando a desgastar, porque la gente se ha empezado a preguntar: «Bueno, ¿y qué pasó realmente en Ruanda?». Y cualquiera que realmente se tome su tiempo para darse cuenta no podrá sino concluir, al igual que nosotros, que la historia oficial es una gran mentira.
Ann Garrison
* Ann Garrison vive en Berkeley, California y escribe para el San Francisco Bay View, Black Agenda Report, Black Star News, Counterpunch, Global Research, y Pambazuka News, e informes para Pacifica Radio. Ella puede ser contactada en anniegarrison@gmail.com. En marzo de 2014 fue galardonada con el Premio Victoire Ingabire Umuhoza para la Democracia y la Paz.
Fuente: Pambazuka
[Traducción y edición, Mario Villalba]
[Fundación Sur]
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