Esperanza para lo Viejo en Nigeria (parte 1/2)

23/02/2017 | Crónicas y reportajes

En Nigeria, se cree en gran medida que cualquier persona anciana que no puede cuidar de sí misma y está sola, es una bruja o fue probablemente un mal padre o mala madre para sus hijos. Con ese tipo de percepción generalizada en una sociedad como Nigeria, la situación se hace bastante difícil para los ancianos en general y más aún para cualquier organización o individuo que trabaja para apoyar a las personas ancianas en Nigeria.

Hope for the Old Foundation fundada por Wunmi Cosmas en 2012 (que comenzó sus actividades en 2014) quiere redefinir la experiencia de ser anciano y corregir conceptos erróneos y actitudes hacia el envejecimiento y los ancianos en una sociedad y una era de ritmo acelerado.

La vejez es una realidad para todos

Se suele decir que la vejez es sólo un estado de la mente, pero es mucho más, es una realidad, y se establece tan pronto como las personas se dan cuenta de que la mejor parte de ellas está ha quedado atrás. Nigeria tiene el mayor número de personas mayores de 60 años de edad al sur del Sahara, por lo que es más que un estado de la mente para el país.

Cuando comenzamos la fundación en Iyana-Odo, en el municipio de Alimosho, en el estado de Lagos, habíamos dicho que atenderíamos a gente mayor de 70 años y más, pero terminamos acogiendo mucha gente entre 60-70 años, algunos incluso menores de 60 años que insistían en ser parte de la fundación porque decían que eran viejos. Esto me resulto particularmente difícil para mí; incluso definir a qué edad una persona debe ser considerada anciana, así que «anciano» es una palabra muy relativa para mí.

hope_for_the_old--int.jpgDesde el comienzo de la fundación me he dado cuenta de que el mayor problema de la vejez es la falta de preparación para la vejez. Cuando no te preparas para la vejez, cuando consideras que eres todavía joven, entonces, cuando llega el momento de la vejez se hace muy difícil hacer frente a las realidades que conlleva. Esta es la experiencia de alrededor del 90% de las personas ancianas que atendemos en la fundación. Ellas no se prepararon adecuadamente para la vejez, que eventualmente les vino encima y ahora tienen que luchar la batalla de sus vidas al encontrarse cara a cara con la realidad que incluye enfermedad, pobreza, abandono, soledad y frustración, y estas son realidades que ningún gobierno puede decir que puede resolverlas todas. Así que al final del día, cada individuo tiene la responsabilidad de prepararse para su vejez para que estas realidades no se conviertan en temas a los que inevitablemente tendrá que enfrentarse.

Es fácil imaginar que la pobreza es la realidad más espantosa que un anciano debe afrontar, pero en la fundación nos hemos dado cuenta que la pobreza sólo representa el 10% de los casos con los que tenemos que lidiar. A lo que la mayoría de los ancianos que atendemos tienen que hacer frente son cuestiones desestabilizadoras como la soledad, el abandono y la enfermedad que provienen de haber descuidado su dieta, ejercicio y estilos de vida saludables mientras eran jóvenes, descuidando su necesidad de invertir para el futuro creyendo que sus hijos y la sociedad naturalmente los cuidarían en su vejez. Los africanos creen, generalmente, que sus hijos deben cuidar de ellos cuando envejecen y muchos padres viven toda su vida adulta con la única esperanza de que serán atendidos por sus hijos, sólo para verse decepcionados.

Esta es la situación real que hemos encontrado para la mayor parte de las personas acogidas en nuestra fundación y estos problemas son genéricos, no son peculiares a la gente en la fundación. He viajado a Europa y es bastante igual. La única diferencia es que algunos de estos gobiernos, en esos otros países, han dado prioridad a la necesidad de atender a sus ancianos y han desarrollado políticas relevantes e incluso infraestructuras y sistemas de apoyo a la vejez.

Antes de que mi madre muriera, me llamó un día para decirme que quería mudarse a una casa para ancianos. Cuando le pregunté por qué dijo que quería estar con gente de su edad. Ella insistió y la llevé a un hogar para ancianos en Lagos y lo que vimos allí nos sorprendió. Realmente no podía creer lo viejos que parecían y no se veía esperanza en sus rostros, sólo recuerdos y tristeza. Parecían tan enfermizas y tristes. Inmediatamente algo se disparó en mí, al menos la conciencia de que esto es lo que está sucediendo a los ancianos en Nigeria. Llevé a mi madre a casa ese mismo día porque ella misma confesó que ya no estaba interesada en vivir en un hogar para ancianos después de lo que vio.

Así que empecé a visitar otras casas para ancianos y a celebrar mi cumpleaños con ellos y me hice amigo de muchos de ellos y mi vida y mis actividades comenzaron a girar en torno a los ancianos en general. Como si el universo también estuviera respondiendo a esta nueva conciencia mía, se me acercaban ancianos en lugares aleatorios. Eventualmente me resulto difícil llevar a cabo mis visitas a las casas de esas personas mayores donde me había hecho amigos y atendía a algunas de sus necesidades. Fue entonces cuando Hope for the Old Foundation abrió sus puertas a los ancianos que atendemos ahora en el municipio de Alimosho, en el estado de Lagos.

Comenzamos la fundación y 4 personas se presentaron el primer día. Se abrió solamente como centro de alimentación gratuita, ya que sabíamos que no podíamos abrir una residencia, ya que, en ese momento, no estábamos equipados para ese nivel de atención. Pero la idea era tener un centro donde los ancianos puedan venir libremente todos los días de la semana para hablar, jugar, hacer amigos, comer, recibir atención médica, reír, hacer ejercicio, bailar y pasar un buen rato; Al igual que los niños van a un parque o los bebés a una guardería.

En la cuarta semana ya teníamos hasta 80 miembros en la fundación y me quedé completamente sorprendido. Descubrí que éstos no eran necesariamente ancianos pobres, viviendo vidas miserables, pero tenían algunas cosas en común: necesitaban un lugar donde poder ir, todavía querían vivir, querían ser relevantes de alguna manera para sus hijos y la sociedad y mostrar que no eran sólo una carga sentados en casa y querían un lugar feliz donde se sintieran libres, aceptados y apreciados, que es lo que tratamos de darles en el centro. Les proporcionamos alimentación, ejercicios de acondicionamiento físico, atención médica, bienestar y otras necesidades especiales a medida que surgen; pero sobre todo, proporcionamos un ambiente cálido y cómodo para que los ancianos se sientan amados y relevantes en la sociedad.

El equipo y yo, aquí, en Hope for the Old, estamos siempre contentos por las sonrisas que podemos poner en los rostros de las personas mayores que vienen al centro. Esto es para mí una fuente personal de alegría y satisfacción, sabiendo que de muchas maneras estoy ayudando a hacer mejor y más agradable la vida de tantos ancianos. Estoy emocionado por las amistades que se han forjado aquí en el centro, el vínculo entre ellos que el centro ha posibilitado y el hecho general de que puedo contribuir a que la gente mayor sepa que ser viejo todavía puede ser algo genial y gratificante para ellos.

Iweka Kingsley @IwekaKingsley

Africa on the rise

[Fundación Sur]


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