Aunque en las próximas semanas habrá cristianos que se quejen del materialismo que rodea y corrompe la Navidad, todos la celebrarán y lo harán de manera festiva. No será lo mismo cuando los musulmanes rememoren este 12 de diciembre, –para ellos 12 de Rabia al Awai del año 1438 de la Hégira–, el nacimiento de Mahoma, “Mawlid an –Nabi”. Navidad y Mawlid an-Nabi coincidieron en 2015, algo que no había ocurrido desde 1557. Escribiendo en el diario argelino El Watan el 8 de diciembre, Mohamed Kali se preguntaba si el Mawlid de este año traería para el mundo musulmán tanta controversia como el del pasado 2015. Se refería a la feroz oposición de salafistas y wahabitas a una fiesta que consideran invención chiita, celebración pagana extendida a partir de Africa del Norte, y en cierta medida imitación malsana de la Navidad cristiana.
Fiestas musulmanas canónicas son la que concluye el mes de Ramadán, Id el Fitr, “Fiesta de la Ruptura”, y la “Fiesta del sacrificio”, Id al-Adha. Ni el Corán ni la Sunna mencionan una posible fiesta del nacimiento de Mahoma. Esta parece haber sido celebrada por vez primera en 972 en El Cairo, en donde los Fatimidas chiitas festejaban los nacimientos de Mahoma, Alí, Fátima y el del califa reinante. Anulada por el visir del califa El Mustali en 1096, la celebración fue restablecida en 1207 a partir de Erbil, en el norte de Irak, para hacerse luego popular especialmente en los países del Norte de Africa.
En Marruecos Mawlid se celebra desde finales del siglo XIII, en la actualidad con dos días de fiesta. En Túnez las amas de casa preparan la “Assida Zgugu”, una crema a base piñones con la que se suele festejar el nacimiento de un niño. Mawlid es muy importante en Argelia, en donde dos peregrinaciones festivas con ocasión de Mawlid se han hecho famosas: la “Fezaa” de Beni Abbes al Sudoeste y la “Sbua” de Timimun, capital de la región de Gurara en el Sahara argelino, declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por UNESCO. También hay peregrinaciones en otros países como Mali, Senegal, y en la isla de Lamu en Kenia. En casi todas las celebraciones se leen textos celebrando la vida del Profeta, se condimentan platos especiales, se hacen regalos a los pequeños y para muchas familias es la ocasión de practicar la circuncisión de los niños varones.
En Egipto, donde las cofradías sufíes organizan por todo el país celebraciones “Mulid”, a veces bastante ruidosas, en honor del nacimiento de los diferentes santos, la del nacimiento de Mahoma tiene especial importancia. Se decoran las mezquitas, y uno de los poemas en honor del profeta más leídos es la “Qasida al-Burda” (Poema del Manto), del poeta sufí Imam al-Busiri (1211–1294). Proveniente de una familia de Marruecos, vivió en Egipto y escribió su poema en agradecimiento al Profeta tras haber sido curado de una parálisis parcial. Pero lo más llamativo del Mawlid egipcio son las montañas de dulces confeccionados para la ocasión y las muñecas “Aroset El Mulid”, “Novia del Mulid”, vendidas en ese período, y que algunos sugieren que tienen sus raíces en costumbres preislámicas y precristianas..
Ya el granadino Abu Ishaq al-Shatibi (1320-1388), jurista de la escuela malequita, se opuso a la celebración del Mawlid, lo mismo que Ibn Al-Hajj (1256-1336), que aunque nacido en Fez se hizo conocer como jurista y teólogo en Egipto. Esa oposición ha tomado fuerza en nuestros días impulsada por salafistas y wahabitas. La prensa argelina constataba esta semana pasada la aparición en las paredes de la avenida Ben M’hidi de Orán, de carteles en los que, como el año pasado, se leía “Yo soy musulmán, yo no celebro las fiestas de los paganos”, en referencia a la celebración del Mawlid este 12 de diciembre. En la misma línea se pronunciaban algunas televisiones wahabitas captadas por satélite en toda el Africa del Norte. Para Salafistas y wahabitas todo lo que no aparece en el Corán o en la Sunna es novedad, “bid-ah”, y se debe condenar. En consecuencia, no se celebra Mawlid ni en Qatar ni en Arabia Saudita, aunque la celebración no esté legalmente prohibida.
La diferencia con la tradición cristiana es curiosa. Los judíos no celebraban las fechas de los nacimientos, y los primeros escritos cristianos no mencionan la de Jesús. Se imitó también en esto la costumbre romana y ya en el siglo IV se celebraba el nacimiento de Jesús en la que desde 274, por decreto del emperador Aureliano, había sido la fiesta del nacimiento de Mithra, el sol invicto. Y aunque se ignore la fecha en la que nació Jesús, el hecho de su nacimiento es esencial para la vivencia cristiana. Las desavenencias entre cristianos se dan acerca del modo de celebrar ese nacimiento, pero no sobre el hecho de celebrarlo. Por su parte los musulmanes son unánimes en que Mahoma es para todo creyente un ejemplo de vida. Pero discuten sobre el modo concreto de imitarlo. Y el desacuerdo se hace total cuando se trata de celebrar o no la fecha de su nacimiento.