Una mirada a la Kenia de Kibaki

28/11/2016 | Opinión

El ex presidente keniano Mwai Kibaki celebró su octogésimo quinto cumpleaños el pasado 8 de noviembre. Es, por tanto, un buen momento para echar la vista atrás a 2003, cuando Kibaki acababa de ser electo como presidente.

Era un hombre bastante mayor para el panorama político de África Oriental. Tenía 72 años. Era el líder con menos experiencia de la región, pero aun así se convirtió en el primer candidato de la oposición en ganar poder en los sondeos contra el que era entonces el partido en el poder.

En Uganda, el presidente Yoweri Musveni era aún joven y estaba en la cresta de la ola. Quedaban todavía dos años para que modificara la Constitución que acabaría con los límites del período presidencial y le abriría la puerta a ser presidente de por vida.

En Ruanda, un, todavía más joven, Paul Kagame se había convertido oficialmente en presidente. En Etiopía, Meles Zenawi, había comenzado el camino a convertirse en una estrella africana a nivel internacional. El presidente de Tanzania, Ben Mkapa, vestía los colores de su bandera y era favorito en las Conferencias del Oeste: se le nombró para formar parte de la Comisión Blair para África.

En Kenia estaban en curso las negociaciones para la paz en Sudán y la carismática y enérgica figura del líder del Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés era inexorable.

Un ambiente peligroso

En cuanto al panorama internacional, la “Guerra Contra el Terrorismo” estaba generando un ambiente peligroso y, ante los ataques del 11S en Estados Unidos, se aproximaba la segunda invasión estadounidense de Irak. Era un mundo en el que Kibaki parecía estar fuera de lugar.

La recuperación tras el accidente de tráfico que sufrió poco antes de las elecciones de diciembre explica sus largas ausencias de la escena pública durante la campaña. De hecho, Kibaki se convirtió en el primer presidente africano elegido mientras estaba ingresado y con una pierna escayolada. No obstante, una vez recuperado sus apariciones públicas no aumentaron demasiado.

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¿Podría gobernar en una etapa en la que el mundo pedía hombres fuertes? No ofreció ni una sola rueda de prensa oficial durante sus años de mandato y tuvieron que pasar semanas hasta que hizo su primera aparición en televisión.

En definitiva, Kibaki protagonizó la presidencia más aburrida, “invisible” y, a su vez, la más exitosa de la historia de Kenia, pese al duro impacto que sufrió su credibilidad tras las fraudulentas elecciones de 2007 y el consiguiente ramalazo de violencia. Se trata de una contradicción que lo convierte en un fascinante objeto de estudio.

África Oriental

Dejando a un lado las políticas nacionales, merece la pena analizar la Kenia de Kibaki en África Oriental. Kibaki fue el primer líder regional que tuvo una mentalidad propia del este de África. “No hacer daño”, como si de Google se tratara. Nunca criticó públicamente a ningún otro líder, país o región y su Kenia jamás compitió con otros países de África oriental por puestos en organismos internacionales. Por el contrario, siempre les animó y ayudó. De este modo, a comienzos de 2005, cuando el aquel entonces ministro de finanzas, Donald Kaberuka, decidió presentarse como presidente del Banco Africano del Desarrollo, fue Kenia quien le nominó.

Por el contrario, el enfoque del ahora presidente Uhuru Kenyatta hacia África Oriental está únicamente guiado por las políticas, medidas y posiciones gubernamentales.

Esto explica por qué la conocida como “Coalición de la Voluntad” con Museveni y Kagame, vinculados por acuerdos para el funcionamiento de la integración regional, funciona tan sólo mediante la construcción aleatoria de carreteras y vías férreas. Ambos presidentes han tenido estrategias legítimas, pero los resultaros han sido muy diferentes.

Ilustrémonos. El laxo “no hacer daño” de Kibaki despolitizó mucho las políticas del África Oriental e incluso presionó para que se persiguieran objetivos mediante procesos burocráticos, tachando de la lista a las bolsas regionales, la eliminación de permisos de trabajo para la población de África del Este y una unión monetaria.
Confederación Política

Recordemos que, en aquel momento, Museveni insistía en la idea de desarrollar una Confederación política de África Oriental. Argumentaba que una unión política traería consigo un mercado unido.

Los métodos de Kibaki ayudaron a que las opiniones de la oposición vieran la luz. La oposición quería que África Oriental llevara un proceso de integración gradual, comenzando desde abajo, con las cuestiones económicas y llegando más tarde al fondo de la integración política.

El resultado de esto fue que se viera a Kibaki como un acérrimo defensor de los intereses de las empresas keniatas y la imagen de Musevini, como alguien que forzaba su búsqueda personal del poder para convertirse en presidente de África Oriental, se viera resentida.

Tanzania no estaba cómoda con ninguna de las visiones y se mantuvo neutral. Ruanda y Burundi fueron decisivos al unirse a la EAC (Comunidad de África Oriental). Se estaba desarrollando proceso de alianza burocrática entre Ruanda y Kenia. Burundi se unió a la neutralidad de Tanzania. Sólo Uganda parecía convencida con la idea de una federación política.

Con la EAC apoyando la candidatura de la Ministra de Exteriores keniata, Amina Mohamed, a líder de la Comisión de la Unión Africana, tengo la impresión de que la doctrina de Kibaki prevalece.

Artículo de Charles Onyango-Obbo para Daily Nation

@cobbo3

[Traducción de Clara Esteban García]

[Fundación Sur]

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