La propagación de las violaciones llega hasta Kinshasa, la capital del Congo R. D.

22/12/2008 | Crónicas y reportajes

“Me empujaron contra el suelo y me violaron. Eran dos, dos falsos policías”, cuenta Clara, de 16 años, unos días después de su traumática experiencia, en la capital de la República Democrática del Congo.

Kinshasa se ha convertido en un auténtico caldo de cultivo para las violaciones por parte de hombres que se hacen pasar por policías.
Mientras que los hombres armados de las milicias violan y matan a cientos de mujeres en la región devastada por la guerra del este del país, la capital ha experimentado un alarmante incremento en este sentido.

Con graves dolores de vientre, Clara acudió al hospital de Saint Joseph, en un distrito de chabolas al este de Kinshasa, donde docenas de personas esperaban ansiosos sentados en bancos, para ser examinados.

Dentro, en su desnuda oficina, el doctor Arthur Ngoy presenta un sombrío panorama: “Esta mañana ya hemos tenido dos casos en los que mujeres violadas han quedado embarazadas”, comenta.

“Sólo en nuestra unidad médica (de Kinshasa) hemos recibido una media de tres víctimas de violación por día. La mayoría de ellas tienen menos de 15 años. He llegado incluso a atender a una niña de dos años que había sido violada por su hermano”, añade el doctor.

Clara visitó el hospital después de ser violada el 10 de diciembre. “Esa noche yo volvía a mi casa desde casa de mi hermana cuando fui asaltada por hombres vestidos de calle que iban en un jeep, con ventanas oscurecidas, alrededor de las 8 de la tarde. Me enseñaron sus placas de policía”, declaró.

Los hombres dijeron a Clara que no le estaba permitido estar en la calle por la noche y que subieran al coche y ella lo hizo, pensando que la iban a llevar a su casa, junto a sus padres. Pero los hombres tenían otra idea y la llevaron al distrito de Ngaba, de Kinshasa, donde la ordenaron que pagase una multa de 70.000 francos congoleño (unos 150 euros).

“Les dije: soy una niña yo no tengo esa cantidad de dinero, pero ellos me quitaron los 1.500 francos congoleños que llevaba encima y una cadena de oro, como pago por el transporte”, cuenta ella.

“Después me llevaron a un lugar oscuro. Mientras dos hombres me violaban, el conductor miraba”, cuenta Clara, añadiendo que los hombres “me hicieron muchísimo daño, todavía me duele”.

Abandonada por sus atacantes, Clara fue encontrada en la orilla de la carretera a la mañana siguiente por un mecánico que la acercó con su coche a la casa de sus padres.

La historia de Clara destaca la propagación de la violación por parte de los combatientes en el este del Congo, hasta los antes más seguros distritos de Kinshasa. En total, el país se está viendo desgarrado por el aumento de los ataques sexuales.

El pasado día 16, varios miles de mujeres salieron a las calles de la capital para denunciar la impunidad de la que disfrutan los hombres que cometen estos actos de violencia sexual contra la mujeres y los niños en el conflicto.

Mientras tanto, un informe presentado en 2008 por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, asegura que “las mujeres congoleñas viven en un ambiente desmoralizador en el que están infravaloradas, discriminadas y en el que sufren continuos ataques sexuales”.

Según la doctora Dolores Nembunzu, la violación se comete en la República Democrática del Congo tanto en la familia, durante secuestros o mientras van o vuelven de la escuela. La doctora añade que las violaciones pueden causar fistula, producida cuando se desgarran las paredes entre la vagina, la vejiga y el ano, dando como resultado fuertes dolores e incontinencia debilitadora. “Estamos recibiendo víctimas de violaciones cada día. En este país las mujeres se han convertido en deshechos cuyo sufrimiento es de larga duración”, denuncia.

(IOL, 22-12-08)

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