Las fuerzas militares liberianas han vuelto a tomar el control total de la seguridad del país de manos de las tropas de las Naciones Unidas (ONU). Esto sucede 13 años después de que terminara la guerra civil en Liberia. Esta autonomía será una prueba de fuego para la Presidenta, Ellen Johnson Sirleaf, en un momento en que la seguridad sigue siendo una preocupación global superior.

En una declaración atribuible al Portavoz del Secretario General de la ONU en Liberia, Ban Ki-moon aprobó la aplicación de la resolución del Consejo de Seguridad 2239 (2015) que faculta al Gobierno de Liberia para reasumir sus responsabilidades sobre la seguridad nacional.

«El Secretario General rinde homenaje a la determinación del pueblo y el Gobierno de Liberia para trabajar por una paz duradera después del final del conflicto que llevó al despliegue de la Misión de las Naciones Unidas en Liberia (UNMIL) en octubre de 2003. La mejora continua de la seguridad y la estabilidad de Liberia han permitido a las Naciones Unidas llegar a la etapa final de sus esfuerzos de mantenimiento de la paz en el país».

El 11 de septiembre de 2003, el ex secretario general de la ONU recomendó el despliegue de la UNMIL con cerca de 15.000 soldados, para mantener la paz en Liberia. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la misión el 19 de septiembre de ese mismo año.

Sirleaf declaró a la agencia de noticias Reuters que aunque ha habido algunos avances, queda mucho trabajo por hacer. Las limitaciones de recursos no han permitido al gobierno de Liberia superar el nivel actual en términos de formación de seguridad, logística y apoyo a las fuerzas de seguridad locales. A partir de esta semana, las fuerzas de paz de la ONU, que incluirán 1.240 militares y 606 agentes de policía, sólo tendrán un papel de apoyo.

Sin embargo, como este desarrollo marca el comienzo de un nuevo amanecer en Liberia, es también un gran desafío para las fuerzas de seguridad gubernamentales y locales en el país. La única responsabilidad de proporcionar gran parte de los recursos materiales y humanos necesarios para mantener la estabilidad del país se encuentra ahora en manos de los líderes de la nación.

Los liberianos observan ahora a su gobierno que no puede permitirse el lujo de fallar esta vez y mucho menos permitir que la paz se les escape.

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