Orlando: la reacción insuficiente de los líderes religiosos

27/06/2016 | Opinión

¿Cómo pasará a la Historia el asesinato de 49 personas el 11 de junio en el club LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y personas Transgénero) de Orlando? ¿Homofobia? ¿Acción del autoproclamado Estado Islámico? Para el tunecino Farhat Othman no cabe duda de que la causa del crimen ha sido el odio de su autor hacia los gay, odio “bien implantado aquí, entre nosotros, y sancionado oficialmente por las leyes de todos los países árabes y musulmanes”. “Seamos honrados y atrevámonos a decirlo: nuestras élites son cómplices del criminal de Orlando por el hecho mismo que condenan la homosexualidad y justifican la estigmatización de los gay”. Con la misma honradez, Robert Lynch obispo de St. Petersburg, Florida, ha declarado “Tristemente, es la religión, incluida la nuestra, la que ataca, sobretodo verbalmente, y a menudo genera desprecio hacia los gay, lesbianas y transexuales”.

Orlando.jpgDe ahí la importancia del gesto de Blase Cupich, arzobispo de Chicago, que escribió a la AGLO (Archdiocesan Gay and Lesbian Outreach): “Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo: A vosotros, aquí y ahora, y a la comunidad mundial de gay y lesbianas, particularmente mortificados por los odiosos crímenes de Orlando, motivados por el odio, cometidos tal vez por una mente desequilibrada, pero ciertamente posibilitados por la cultura de la violencia, sabed esto: la archidiócesis de Chicago está von vosotros. Yo estoy con vosotros”.

Un gesto semejante lo protagonizó con anterioridad la periodista tunecina Haïfa Mzalouat que en la revista digital Inkyfada publicó el 17 de mayo un reportaje lleno de comprensión y de ternura sobre Cléo, transexual nacida en Benín, refugiada ahora en Túnez tras haberse expatriado primero a Costa de Marfil con la ayuda de su madre.

Desgraciadamente las declaraciones de Farhat Othman y Robert Lynch, así como los gestos de Blaise Cupich o Haïfa Mzalouat siguen siendo muy minoritarios. La realidad es muy distinta. El 10 de diciembre de 2015, y tras ser sometidos a un examen anal, seis homosexuales tunecinos residentes en Kairwan fueron condenados a tres años de cárcel y a cinco años de alejamiento de la ciudad, en aplicación del artículo 230 del código penal. Y en mayo de este año, Farrokh Sekaleshfar, médico británico y erudito musulmán había animado en el mismo Orlando a que se deshicieran de los homosexuales.

En conjunto, nuestros líderes dan la impresión de querer nadar y guardar la ropa, promover la libertad teórica y cerrar los ojos cuando la libertad concreta de ciertos colectivos se ve atacada. Así el presidente tunecino Béji Caïd Essesbi comentó que consideraba arcaicas las medidas tomadas en Kairwan. Pero al mismo tiempo declaró ante la tv que no se debía derogar el controvertido artículo 230. De manera semejante tras la matanza de Orlando, numerosos líderes católicos, incluido el papa Francisco se han unido al dolor de las familias y condenado la “violencia” sufrida por las “víctimas”, pero sin mencionar que esas víctimas habían sido asesinadas precisamente por ser gay y lesbianas. Reaccionando a las declaraciones del papa, el teólogo Thomas D. Williams escribía el 14 de junio: “El Mundo libre pide que el papa Francisco se defina y nombre a las víctimas de la masacre y crimen motivado por el odio, identificándolas como homosexuales, nacidos a imagen y semejanza de Dios. Mientras Francisco no se pronuncie en favor de los LGTB en uno de sus momentos de mayor vulnerabilidad, habrá contribuido a la «terrible y absurda violencia´´ que apunta a esa comunidad convirtiéndola en el objetivo de cualquier extremista con acceso a armas de fuego”.

Ramón Echeverría

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