Badae Tanzania, por Gabriela Pis San Juan

8/06/2016 | Bitácora africana

Un día como hoy (30 abril 2016) hace dos años, esta mzungu preparaba una maleta de vuelta. Ocho meses en Tanzania pasan volando. Entre tela y tela, entre mantas maasais y recuerdos de viajes: desde la turística Full Moon Party hasta dhows desvencijados que llevaban a islas ancladas en el pasado, donde se camina entre casas de adobe y mezquitas del siglo XI construidas con corales blancos.

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Guardando lo que en pocos días comenzarían a ser recuerdos, repasé todas las sensaciones – colores, olores, sonidos – que cada día inundaban los sentidos desde primera hora de la mañana hasta que, entrada la madrugada, el calor permitía echar una cabezada. Hoy parece que todo fue ayer, pero al pensar en aquella vida y en la de ahora, en lo que pasó en dos años… También parece que todo queda tan lejos como la ciudad donde viví.

Aquel 30 de abril, tres días antes de coger el avión de regreso a España en el aeropuerto Julius Nyerere, dejé de doblar recuerdos y escribí este fragmento que, aún hoy, me llena de nostalgia y alegría al leerlo. Un resumen corto, caótico y divertido, como aquellos días; una mezcla de rasgos culturales, experiencias de la vida cotidiana, y muchas músicas y colores que cambian la vida.

En realidad esto no era una despedida. ‘Badae’ es sólo un ‘hasta luego’.

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BADAE TANZANIA

El pollo, las patatas y el arroz. No hay prisa, “pole pole”. Mambo? Poa, y los exámenes diarios de swahili de los tanzanos a través de los saludos. Los miles de colores de las telas que visten las mujeres. Los bajaji, las motos y el dala dala. Los kondas, mi oficio soñado: Kariakoo, Victoria, Makumbusho, Moroco, Kariakoooo. Más colores. La hora swahili. Las eternas esperas. Los atascos diarios. Las visitas a los barrios de las mujeres con las que trabajamos. Vivir con la rubia. El inglés con las palabras terminadas en i. Villa Montana. El sol y el mar siempre ahí. Tadeo. Los rastas. Los maasais. Viajar en un bus cruzando el país, que 6 horas sean un viaje corto. Sobrevivir a Nangurukuru. Funerales de tres días. Las cervezas de medio litro. At the end of the day. La época de lluvias, descalzarse para pasar los enormes charcos. Tormentas en mitad del mar. La música a todas horas. El olor del carbón de cocinar y de la basura quemada. Hablar “swanglish”. Las horas haciéndome trencitas. Dónde están los líderes locales. Shikamoo. Reírnos de otros mzungus. El bbm, el señor de Valencia, la familia, el Woodmont, el Maisha y las putas, el gran Emilys. Las mamantilies. Zanzíbar. Los vendedores ambulantes. La mosquitera y el repelente. Africafé. Las hamburguesas de Harold. Bye bye mzungu. La felicidad que sentí en Tanzania. Asante sana.

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Original en : unamzunguentanzania.

Autor

  • Pis San Juan , Gabriela

    Gabriela Pis San Juan , periodista especializada en información internacional y temas de África subsahariana, migrante y amante de la lectura. Actualmente escribe en blogs personales y otras publicaciones, y colabora en el área de comunicación de SOS Racismo Madrid.

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