El extremismo y la violencia en África pueden ser derrotados con tolerancia y apoyando la diversidad

31/05/2016 | Opinión

Vivimos en un mundo polarizado. A través de África, las noticias están llenas de informes de ataques en diferentes partes del mundo (y también en el continente africano), motivados por el fundamentalismo religioso. Se han perdido vidas y se han destruido propiedades así como los medios de vida de las comunidades.

A nivel mundial, se ha producido un aumento, en los últimos días, de incidentes en los que las diferencias religiosas han sido las causantes, engendrando odio y, en casos extremos, una abierta hostilidad y violencia ciega.

Soy un firme creyente de que todo el mundo tiene derecho a ejercer libremente sus creencias. Sin embargo, todo derecho va acompañado de responsabilidades, por lo que es igualmente importante que todos respetemos los derechos de los demás para ejercer también su propia fe.

Yo vivo en un país donde no es raro que los hermanos y hermanas pertenezcan a diferentes religiones. Nací en una de las muchas familias gabonesas, donde la tolerancia es una palabra sagrada, yo, siendo aún joven, me convertí al Islam, al igual que muchos, pero no todos, de los miembros de mi familia.

En Gabón, hemos tenido la suerte de haber evitado la división religiosa, disfrutando de generaciones de paz y armonía para los creyentes de todas las religiones. Aunque siempre hemos tenido diferentes formas de vivir nuestra fe, hemos vivido en el amor y el respeto de unos a otros, y de nuestras diferencias. En cualquier otro lugar, vivir tu fe te expone, con demasiada frecuencia, a muchos a malentendidos y persecuciones.

En la diferencia está la riqueza

La capacidad de aceptarnos unos a otros es la señal de identidad de la civilización. Para nosotros ha sido posible en gran medida porque aprendimos pronto a comprender que nuestras diferencias son, de hecho, nuestras riquezas. A través de esta tolerancia, hemos sido capaces de establecer en nuestro país, un ambiente de paz y estabilidad.
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En este mundo inestable, el reto es seguir cultivando y guardando celosamente la paz y la tolerancia religiosa que hemos heredado de nuestros predecesores. Es el cimiento de nuestra sociedad, un inmenso don que debemos conservar para nosotros, nuestros hijos y para las generaciones futuras. Esta bendición es algo que no debemos descuidar ni vender y es algo que espero podamos compartir a lo largo de nuestro continente.

Para que la tolerancia religiosa prospere, tenemos que practicar constantemente el hecho de incluir a todos en la sociedad, independientemente de sus inclinaciones religiosas. A través de esta inclusión, todo el mundo está obligado a dar lo mejor para el bien del país y del mundo en general.

Una de las maneras en la que podemos practicar esta inclusión es a través de la igualdad de oportunidades para todos en la sociedad. Esta es mi visión para el futuro de Gabón, que presenté a principios de este año, llamada «Programa para la igualdad de oportunidades». Nuestro reto es la creación de una sociedad más justa, más equitativa; una en la que la igualdad de oportunidades fuera una realidad para cada uno de nuestros hijos.

La prosperidad de África sólo es posible si aprovechamos los talentos y los dones de todos, sin exclusión. No podemos excluir a una persona a causa de su filiación política, familia, origen étnico, condición social, sexo o religión. «Igualdad de oportunidades» significa que cada niño que nace, crece en una situación en la que él o ella se nutren adecuadamente de todas las oportunidades, es cuidado, educado y finalmente, cuando es adulto, encuentra un trabajo por sus propios méritos y cuando lo encuentre se sentirá satisfecho.

Al aprovechar las oportunidades, seremos capaces de silenciar y reprimir las voces que a menudo incitan a la gente a tomar caminos peligrosos; caminos diferentes de los que han conservado la paz en nuestro país.

Las voces de la intolerancia

Siempre habrá llamadas a la intolerancia y a la exclusión, en la negación absoluta de los valores que compartimos juntos, pero la igualdad de oportunidades es el antídoto.

A medida que vamos avanzando a través de un año lleno de elecciones en África, incluso en mi propio país, es fácil en el discurso de cada nación mirar hacia adentro, para convertirse en intolerante. Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de combatir esto.

El aislacionismo está en contradicción no sólo con lo que somos, como africanos, sino también en el contexto del mundo globalizado en el que vivimos. Debemos rechazar la violencia en todas sus formas. Porque el odio no construye, destruye.

Debemos rechazar el odio, la división, el tribalismo y la xenofobia. Debemos rechazar cualquier discurso basado en la exclusión. La única manera de que África cumpla con su potencial es asegurando la paz, la tranquilidad y la solidaridad.

Desde el profeta Mahoma a San Francisco de Asís, tanto el Islam como el cristianismo enseñan la importancia de expresar amor. De hecho, a pesar de la mutilación de la palabra de Dios por algunos fundamentalistas, sabemos que ninguna religión enseña el odio o la violencia. La intolerancia engendra intolerancia, el odio engendra odio, pero la paz engendra la paz.

Mientras que algunos pueden decir que las palabras no harán nada para ayudar a traer la paz a nuestro gran continente, no estoy de acuerdo. Las palabras tienen graves consecuencias, como se ha visto en otros lugares.

Juntos debemos comprometernos a seguir cambiando, individual y colectivamente.

El deber de todos nosotros es ser el centinela que vigila el odio y el oscurantismo y denunciar el mal venga de donde venga. La intolerancia es siempre la peor elección y la igualdad de oportunidades la mejor manera de combatirla.

Ali bongo (presidente Gabón)

africacradle.com

Fundación Sur

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