Las muertes diarias siguen en aumento en el este de Congo R. D.

10/12/2008 | Crónicas y reportajes

Mientras que las conversaciones continúan en Kenia para terminar con la Guerra en el este de la República Democrática del Congo, el hambre y las enfermedades generadas por el conflicto están matando a los jóvenes y a los débiles cada día.

La lista de muertos en el campo de refugiados de Kilimani, en Masisi, en la provincia del Kivu Norte, de la República Democrática del Congo, revela todavía unas cifras muy dolorosas en cuanto a la crisis humanitaria que ha provocado un conflicto responsable ya de más de 5 millones de muertos en una década.

Tras semanas de combates confusos que han desplazado a más de 250.000 personas, los enviados del gobierno se están reuniendo con los rebeldes tutsis congoleños en Nairobi, para intentar acabar con esta enemistad política y étnica en la región del este del país.

La violenta y volátil región ha visto fracasar una serie de iniciativas de paz, y a pesar de una calma relativa, las grandes batallas siguen teniendo lugar, pese al alto el fuego declarado por los rebeldes, y la crisis humanitaria da pocas muestras de mejorar.

Josephine Foroba huyó a Kilimani en mayo de 2007, cuando los rebeldes leales al general renagado tutsi Laurent Nkunda arrasaron su pueblo.

Ella, su marido y sus nueve hijos se quedaron en el campo después de que el acuerdo de paz de enero de 2008 fracasase.

Han pagado un alto precio por quedarse. “Mi marido fue el primero en morir”, relata Foraha, con un bebé atado a su espalda mientras está en cuclillas en la pequeña tienda hecha de hojas de banana, el hogar de los ocho miembros de la familia. “Se le rompió el corazón. No comía nada. El primero de mis niños murió en septiembre, el segundo en octubre”, añade.

En las laderas de Masisi, los tres grupos rebeldes, así como el ejército nacional, tienen campamentos. Entre los rebeldes están los hutu, algunos de los cuales participaron en el genocidio de 1994, en Ruanda. Todos patrullan sin que nadie se les oponga.

Los grupos en contienda se disputan el control de la pista montañosa y embarrada, plagada con abundantes desprendimientos de tierra, que es la ruta de abastecimiento hasta los hospitales locales, gestionados por Médicos Sin Fronteras.

Los combatientes que merodean por el lugar, a menudo saquean los centros de salud e interrumpen los intentos de reabastecerlos. “La gente aquí aprovecha cada oportunidad para salir a la carretera”, asegura Emma Zoratti, jefa del equipo de Médicos Sin Fronteras en Masisi.

El personal médico ha huido de muchas zonas de conflicto en el Kivu Norte. Cada vez que se produce un aumento de refugiados aumenta también el riesgo de que se produzcan epidemias mortales, pero muchos tienen demasiado miedo para salir de su escondite para buscar un tratamiento. “No vienen. Ni siquiera cuando sus niños están muy enfermos, no vienen. Los que por fin llegan aquí, ya no pueden ser salvados por ser demasiado tarde”, cuenta Zoratti.

La duradera guerra de la República Democrática del Congo, avivada por odios étnicos y competencia por las riquezas mineras del país, es descrita por los trabajadores humanitarios como el conflicto más mortífero después de la segunda guerra mundial.

La mayor parte de los muertos son bajas indirectas de la guerra, sucumben a enfermedades tratables como la malaria, la diarrea y el cólera, agravados por la falta de higiene, malnutrición generalizada y la escasa asistencia sanitaria. Todo ellos fruto también del conflicto.
“Lo que mató a mi marido, lo que mató a mis niñas, todavía está ahí. Es la guerra”, se lamenta Foraha.

Los niños de los pueblos de alrededor de Masisi, fuertemente afectados por un reciente brote de sarampión, abarrotan la sala de aislamiento del hospital.

Los médicos dicen que los que están afectados de una malnutrición severa, es probable que no sobrevivan. Otros corren el riesgo de quedarse ciegos. La mayoría de ellos ya no tiene fuerzas ni para llorar.
Cada oleada de enfrentamientos inunda las salas de operaciones con los heridos.

La misión de paz de las Naciones Unidas en Congo R. D. se enfrenta a meses de retraso hasta que lleguen los refuerzos prometidos, y la Unión Europea parece dividida sobre si enviar una brigada de reacción rápida para ayudar a los indefensos civiles. “La comunidad internacional nos ha traicionado”, se queja un refugiado.

(IOL, 10-12-08)

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster