El Presidente Zuma y la Corte Constitucional: La acumulación de capital (Capítulo I)

19/04/2016 | Opinión

La dimisión o no dimisión del Presidente Jacob Zuma se ha enturbiado con la lucha contra el monopolio del capital blanco. Es sabido que el monopolio del capital blanco funciona como grupo de presión e influye en las decisiones políticas del país, capacidad que sólo le correspondería al partido del Gobierno, el Congreso Nacional Africano (ANC). El rechazo (o incapacidad del ANC) para cesar a Zuma es para demostrar que el partido está al mando de Sudáfrica y no a las órdenes de los grupos de presión de Londres. Personalmente, no suscribo esta visión.

La situación de Suráfrica con estos grupos de presión ha sido catalogada como un secuestro de la política del estado. El debate gira, entonces, en torno a si la presión del capital privado en los asuntos de estado es legítimo en un estado democrático; en si la influencia de la familia Gupta es inherentemente aberrante o no; o en si el control de la familia Rupert es destructivo o no.

Suráfrica es una economía mixta y una implicación de esto, que puede pasarse por alto, es que hay ciertas funciones, que en la obviedad democrática sólo incumbirían a las instituciones estatales, que el gobierno NO puede llevar a cabo sin la colaboración del capital privado.

Un buen ejemplo de esto es la empresa pública Eskom a la que corresponde suministrar electricidad a todo el país. Eskom necesita, en muchas ocasiones, dinero ya no sólo para llevar a cabo su programa de expansión eléctrica sino para desarrollar su actividad económica diaria. Para ello, la empresa pública vende bonos en el país y en el extranjero con lo que además de recibir fondos para su actividad, también se enriquece el capital privado de dentro y fuera del país.

Sería una estupidez pensar que el capital privado le da su dinero a Eskom sin obtener nada a cambio, como por ejemplo estar presente en el proceso de decisiones de la empresa (lo que significa estar presente en las decisiones en materia energética del país). La lógica dice que en una economía mixta, el gobierno y el capital privado gobiernan conjuntamente el país (en el sentido más amplio).

La influencia del capital privado en política se convierte en un problema cuando éste pone al servicio de unos pocos intereses privados las leyes y las políticas que lleva a cabo el Gobierno. Esto es a lo que me refiero con la idea de secuestrar el Estado.

El problema de que el Estado se encuentre secuestrado por intereses privados se agudiza cuando se considera el capital que acumulan algunas familias o grupos en Suráfrica. Así, es como se crea el monopolio sobre el capital, es decir, cómo actúa la tendencia natural del dinero a depositarse en las grandes acumulaciones. El monopolio otorga a quienes lo poseen un poder de decisión que agrava más si cabe el problema. Resumiendo, quien acumula grandes cantidades de capital tiene (1) monopolio sobre el capital y (2) monopolio sobre las decisiones estratégicas del gobierno.

Como es sabido, la historia de Suráfrica está marcada por el expolio y la segregación racial de los colonizadores. El gobierno colonial y de apartheid ha permitido a los blancos acumular una gran cantidad de capital mientras impedían que los negros pudieran hacer lo mismo. La Suráfrica moderna (postapartheid) está viendo cómo ese capital acumulado de manera injusta sigue teniendo poder para tomar decisiones en la política y el control del país.

A mi entender, esta realidad no es más que la muestra de que los colonos nunca se han ido de la política y han sido una figura constante en la gobernanza del país. En Suráfrica, las grandes fortunas siguen siendo blancas debido a nuestra historia.

ANC.jpgEsto nos lleva a la tesis planteada al inicio: muchos creen que la negativa de la ANC de cesar al presidente es una manera de fastidiar al monopolio blanco demostrando que no está subyugado a él y que sólo tomará acciones contra Zuma cuando el partido lo crea conveniente y necesario.

Algo similar en la historia reciente de la ANC ocurrió cuando el anterior presidente, Thabo Mbeki, no cedió ante las grandes empresas farmacéuticas. El gobierno de Mbeki no le dio permiso a la farmacéutica para distribuir a nivel nacional el Nevirapine, un medicamento que previene el contagio de VIH de madre a hijo. Entonces, como ahora, el caso llegó a la corte constitucional. La corte, como es habitual, usó un lenguaje un tanto ambiguo y confuso para dictaminar que el gobierno no tenía bases sólidas para rechazar el medicamento y que, por tanto, tendría que dar la licencia.

Debido el daño que una crisis constitucional hubiera causado en el país (Mbeki hizo caso omiso a la Corte y siguió sin autorizar el medicamento), la ANC tuvo que salvar la situación cesando al entonces presidente.

Una crisis constitucional convierte al país en presa fácil, más si cabe, para los intereses privados bien organizados, en este caso, para el monopolio blanco. De hecho, esto se ha demostrado en muchos países en vías de desarrollo que son per se más inestables, por ejemplo, las Revoluciones de Color en Georgia (2003), Ucrania (2004) y Kyrgyzstan (2005). Estas revoluciones tuvieron lugar precisamente para denunciar el secuestro que sufría el estado por parte de unos pocos intereses privados.

Es por eso, dada la preocupación que ha despertado el caso Nkadla, por el que se acusa a Zuma de financiar ilegalmente su mansión, que es improbable que la ANC se tome el caso como escenario de lucha contra el monopolio blanco. Son los propios miembros del partido los que han manifestado su inquietud por la posible crisis constitucional que puede desatar este caso. De modo que, personalmente, no suscribo de ninguna manera que el motivo por el cual Zuma aún no haya sido cesado sea por una estrategia política contra el capital blanco.

Por otro lado, cuando Zuma nombró a Des van Rooyen como ministro de finanzas, ya algunos miembros del partido empezaron a maniobrar para crear una nueva coalición de gobierno que le hiciera una moción de censura al presidente. Así pues, ahora la nueva coalición o no está interesada o nunca ha sido tan fuerte como para destituir a Zuma.

Si el motivo por el cual la ANC no ha cesado a Zuma es por incapacidad, entonces es necesaria la intervención de una fuerza externa en el partido. Por ejemplo, unas primarias. Si el motivo por el cual la ANC no ha cesado a Zuma es por interés, entonces el problema no está en el cese de Zuma sino en quién y cuándo ocupará su lugar.

Melo Magolego

Thought Leader

*Académico en la Mandela Rhodes Foundation y en el California Institute of Technology. Tiene un Máster en Ingeniería y se le ha otorgado una beca Fulbright.

[Traducción, Tiziana Parra]

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