En África, la inseguridad alimentaria también conduce a la obesidad

29/03/2016 | Crónicas y reportajes

La inseguridad alimentaria es el resultado de ser demasiado pobres para producir sus propios alimentos o poder comprarlos.

Es la zona de mayor gran inseguridad alimentaria en el mundo: 220 millones de personas sufren de una nutrición inadecuada en el África subsahariana. La naturaleza de este problema está evolucionando rápidamente, y la aparición del sobrepeso y la obesidad son todas formas nuevas, mientras que la desnutrición persiste. Se observa, sin embargo, que las políticas de salud pública de los países en cuestión no se adaptan a esta nueva situación.

Pero no estamos hablando aquí de cualquier tipo de alimentos. Según la FAO, cada individuo tiene necesidad de «una nutrición suficiente, sana y nutritiva para poder llevar una vida sana y activa». Las políticas actuales concentran sus esfuerzos en la producción de alimentos y el aumento del acceso a los alimentos. Pero no hacen demasiado caso de los aspectos sistémicos que guían las elecciones de los individuos. Ahora bien, esto podría constituir un factor agravante.

La reflexión sobre el tema de la seguridad alimentaria en África está en punto muerto, aunque cada vez más, numerosas voces abogan por un enfoque más matizado. Se piensa en general, que los que más lo sufren son los pobres, los hambrientos, los que no pueden comprar alimentos. Otro concepto erróneo es que las personas obesas tienen sobrepeso y problemas de salud a causa de lo que comen; pero la realidad es que son malos administradores de su alimentación. Esto podría sugerir que sería suficiente educar nutricionalmente a las personas para ayudarles a tomar buenas decisiones.

Estas dos formas de ver las cosas están tan sesgadas la una como la otra. La seguridad alimentaria responde a criterios económicos y geográficos.

La obesidad ligada a la pobreza
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En la región subsahariana, el 33% de los adultos tienen sobrepeso y más del 11% son obesos. Las tasas de enfermedades no contagiosas relacionadas con la alimentación registran grandes aumentos vinculadas a la rápida urbanización, la pobreza urbana y los rápidos cambios en las dietas.

La obesidad afecta tanto a ricos como a pobres. En los países desarrollados, las tasas de obesidad se están estabilizando, mientras que continúan creciendo en los países en desarrollo. Esto, por supuesto, tiene graves consecuencias: en 2010, el sobrepeso y la obesidad causaron alrededor de 3,4 millones de muertes.

Los índices de obesidad no se han duplicado o triplicado en las últimas décadas porque la gente haya decidido de forma espontánea y colectiva hacer malas elecciones de alimentos. Los pobres comen mal por razones económicas. En Sudáfrica, el sistema alimentario está en manos de unas pocas grandes empresas, las “Big Food”. La liberalización del comercio ha permitido la importación de alimentos industriales de baja calidad; las grandes empresas privadas que venden estos productos pueden ahora ejercer presión sobre las autoridades.

Las alternativas favorables para la salud, como los alimentos bajos en grasa son generalmente más caros; los alimentos con calidad nutricional mediocre llenos de azúcar y carbohidratos refinados son mucho menos costosos. En cuanto al precio de los productos frescos, éste experimentó un aumento mucho más rápido que el de los alimentos procesados.mujer_de_azul.jpg

La lógica económica se ve reforzada por el marketing y la publicidad que envían mensajes contradictorios. Las compañías que venden refrescos azucarados o las cadenas de comida rápida están asociadas a eventos deportivos y transmiten una imagen de vida sana y equilibrada; las escuelas que promueven las dietas equilibradas, acogen también tiendas de dulces que venden comida basura.

Los más pobres también tienen una capacidad limitada para almacenar y mantener los alimentos fríos, lo que reduce sus opciones de compra de alimentos.

¿Qué actitud adoptar?

Hacer responsables a los más pobres no ayuda a la situación, y la educación nutricional no puede por sí sola cambiar la forma de comer. Los gobiernos deben desplazar su atención de los individuos a los sistemas en los que éstos se desarrollan. También debemos recordar que hay que sacar consecuencias de las decisiones sobre situaciones de políticas de salud saludables que se descartan a favor del crecimiento económico que favorece los productos industriales.

El Ministro de Finanzas de Sudáfrica, Pravin Gordhan, declaró recientemente que el país podría introducir un impuesto sobre las bebidas azucaradas en 2017. La industria azucarera dijo que esta era una decisión que tendría consecuencias económicas desastrosas y que penalizaría a los más pobres. Esto es parcialmente cierto.

Querer controlar los alimentos perjudiciales para la salud sin un sistema de incentivos para consumir más alimentos saludables no sirve de nada. Del mismo modo, si los problemas de acceso, conservación, refrigeración y transporte no se solucionan, los esfuerzos para influir sobre las opciones de los productos por el precio sólo será una tasa suplementaria para los más pobres.

La inseguridad alimentaria en África debe ser considerada dentro de un sistema alimentario más amplio, de la misma manera que la comida está vinculada a la economía y otros factores. Por tanto, es necesario volver a configurar la política de salud pública para centrarse en la naturaleza y la dinámica de los sistemas alimentarios. De lo contrario, sólo se acelerará la transición de una forma de inseguridad alimentaria a otra.

Jane Battersby, Investigadora sobre Seguridad Alimentaria Urbana, Universidad de Ciudad del Cabo

slateafrique.com

Fundación Sur

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