Mohamed VI, Rey de Marruecos, que ostenta igualmente el título de “Príncipe de los creyentes”, envió, el pasado 25 de enero, un mensaje personal (texto íntegro en francés) a los participantes en el congreso “Minorías religiosas en el mundo musulmán: marco legal y llamamiento a la acción”. En la ceremonia inaugural el ministro de Asuntos religiosos islámicos, Ahmed Toufiq, hizo lectura de dicho mensaje dirigido a los participantes reunidos en Marrakech para tal evento.
Lamentando que el tema tuviera incluso que ser abordado, el rey insiste en la necesaria colaboración entre todos para erradicar cualquier argumentación con fundamento (presuntamente) musulmán destinado a discriminar: “Nada nos parece justificar, en el Reino de Marruecos, que las minorías religiosas estén privadas de sus derechos”, afirma el texto. Y un poco más lejos: “En nuestra calidad de Amir al-Muminin (Príncipe de los creyentes) y protector de la religión y de la comunidad de sus adeptos, nos encargamos de preservar los derechos de los musulmanes y de los no musulmanes sin distinción entre ellos2.
El texto, hace una presentación de los valores del Corán y de la Tradición de los primeros líderes musulmanes, y recuerda gestos concretos, realizados en un pasado reciente, por la familia real marroquí: cesión de un terreno para una iglesia, protección de los judíos frente a las leyes nazis e invitación a Juan Pablo II para que visitara Marruecos.
El discurso, en realidad, sólo menciona a las llamadas “gentes del Libro”: expresión coránica para referirse a cristianos y judíos. Y cabría preguntarse por las otras minorías (yazidis, bahais, zoroastianos…) o incluso las minorías musulmanas (kharijitas, chiitas, ahmadiyas…), aunque el discurso inaugural, por muy “real” que sea, no puede eclipsar el contenido de las intervenciones durante el congreso (otras intervenciones disponibles en francés y en árabe.
En este contexto, Mohamed VI afirma: “Nuestra gestión actual de los asuntos religiosos en Marruecos, apunta, entre otros objetivos claves, a oponerse a cualquier ligereza en la interpretación de los textos religiosos, especialmente en lo referente al Yihad…”. Y ya casi a modo de conclusión el monarca recuerda que “necesitamos esos valores comunes no sólo para inspirarnos el ideal de tolerancia del que son portadores, también para extraer de ellos los recursos necesarios para una reconstrucción renovada del ser humano”.
Si el texto pudiera parecer tibio o una simple lista de buenas intenciones, es bueno recordar que aunque el Rey de Marruecos no tiene autoridad moral efectiva sobre el conjunto de los musulmanes del planeta, sólo otro personaje le disputa el título de “Príncipe de los creyentes”: Abu Bakr al-Baghdadi, líder del (autoproclamado) “Estado Islámico”. ¡Sepamos apreciar la diferencia!
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