La Nación arco iris necesita una transformación

21/01/2016 | Opinión

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Los teóricos afirman que la raza es una representación de las diferencias sociales recogidas en un código que defiende los intereses y los conflictos según las características fisiológicas y la forma de tratar las fijezas de ambas referencias como
hechos sociales, o como verdades empíricas. También señalan que el racismo y elproyecto de igualdad racial aparecen cuando un grupo tiene el poder de hacer cumplirestas referencias a un grupo de personas marginadas. Todo indica que, sin un elemento de poder, el racismo y la supremacía racial pierden importancia.

Este poder se emplea para reforzar la fijeza y los estereotipos con la finalidad de servir de referencia a un completo grupo de personas como un conjunto unitario en acción,carácter e intención. Por lo tanto, para los británicos, por ejemplo, los africanos eran “personas hoscas, mitad demonios y mitad niños” que necesitaban de la redención y de
la civilización. El racismo no es biológico, no se han encontrado evidencias aparte de lo que podemos percibir. Por lo tanto, el racismo debe afrontarse en base a un carácter normativo con los hechos empíricos que podamos atestiguar. Permítanme explicarlo.

El actual proyecto de igualdad racial sostiene que el mundo debate sobre un tema que no es nada nuevo. Los seres humanos se han discriminado entre sí durante años. El concepto de raza es tan dúctil como las definiciones que le otorga la sociedad, los intereses y los conflictos. En la Europa del siglo XVIII, incluso “los blancos” realizaban
divisiones raciales, lo que podría considerarse como un bloque homogéneo: los protestantes sajones eran superiores mientras que los celtas católicos eran inferiores. En los EE. UU., los irlandeses no se consideraban como “blancos” antes del siglo XIX. Los
italianos, los griegos y los judíos sí lo eran, pero en un rango inferior. En las sociedades africanas homogéneas, también existían diferencias religiosas, tribales, clasistas e incluso culturales. Es cierto que un factor que coincidía en todas las sociedades con
respecto a la discriminación, incluso cuando era culturalmente apropiada por el contexto, es que la discriminación siempre empleó verdades sociales creadas para
justificar porqué un grupo se beneficiaba a costa de otro. Hablemos de Sudáfrica.

Dos procesos facilitaron la formación del Estado nacional de Sudáfrica, tal y como se conoce hoy en día. Con ambos procesos, las concesiones deben ser realistas y proactivas si el país quiere evitar inestabilidades socio-políticas en un futuro próximo. El primero de estos procesos es el apartheid y los privilegios que creó, y la segunda es la discriminación positiva que siguió a la independencia y la dependencia corre el riesgo de provocar. Creo que un rechazo de estos factores es responsable, en cierto nivel, de la disonancia cognitiva visible en la sociedad sudafricana actual.

Vamos a empezar con el privilegio. Los blancos sudafricanos deben entender y apreciar las consecuencias de su privilegio si se produciese alguna cohesión social. Esto significa que los seres humanos son producto de los ambientes que residen y que la historia cuenta, en un futuro, con implicaciones reales y tangibles. El apartheid creó desigualdad sistémica al presentar determinadas ventajas a un grupo de personas para beneficiarse a costa de los demás, y así privar por activa e intencionadamente de sus derechos a otros grupos raciales. Literalmente, caminando por el lado derecho de la calle, yendo a la
escuela adecuada, y el empleo de la maquinaria del Estado en beneficio de una raza tuvieron consecuencias sistémicas. Aquí, el término clave es sistémica: puede importar lo que hace un individuo o los efectos que ello conlleva, pero, a fin de cuentas, sólo podemos entender la raza en su entorno social. Por lo tanto, sí, puedes ser blanco, pobre, y con muy poca visibilidad en la sociedad. Eso no cambia el hecho de que Sudáfrica sea, hoy en día, el resultado de una historia colectiva y tu complicidad en la creación de la misma, es inmaterial. El problema reside en los beneficios que implícita o
explícitamente sucedieron de la opresión del resto de personas. La aceptación de estos hechos históricos no significa complicidad, sino empatía y diálogo realista basados en la raza en Sudáfrica actual.

Si bien se acepta esta ventaja racial, los sudafricanos blancos no pueden estar indefinidamente en deuda con los sudafricanos negros, no hay peor cosa que una sociedad daltónica post-racial. Si los sudafricanos blancos quieren comprobar su privilegio, los sudafricanos negros deben entender que, con el tiempo, debe existir un lugaren Sudáfrica en función de los méritos. La potenciación negra tratándose de discriminación positiva debe ser una cuestión de justicia y no sólo de igualdad. Los
sudafricanos negros deben buscar seriamente oportunidades económicas y socio-político para competir y no esperar a romper fronteras económicas raciales construidas a partir de la simple política del gobierno.

Hablo de la xenofobia contra los extranjeros que parecen estar teniendo oportunidades que los sudafricanos negros tienen sólo cuando los extranjeros ya han disfrutado de ellas. Hablo de adherirse a una política que prometa aportar toda la información necesaria en lugar de una política realista que crea una competitividad proactiva a largo plazo y una cohesión social en la nación arco iris. Los sudafricanos negros deben
mantener el espíritu de la justicia social para todas las personas – incluido para ellos mismos.

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Franklyn Odhiambo*

*Franklyn Odhiambo es un estudiante de ciencias políticas en la Universidad de California, en Berkeley.

Traducido por Silvia Claramonte

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