Lo mejor de viajar por Africa en carretera es que el azar deja de ser ruleta para transformarse en horario convirtiendo al viajero en víctima de caprichos en forma de barro y lluvia o de un simple chofer que, con objeto de visitar a una querida, para y juraque volverá pronto. Bajo esa aplastante despreocupación el ego del hombre blanco se
difumina ganando en humanidad pero una cosa es el viaje del curioso y otra biendistinta la del desesperado. La arteria que desemboca en Misrata o Trípoli, Libia, es la conjunción final de la capilarización de polvorientos caminos cuyo origen está miles de
kilómetros al sur.
La odisea de Samuel comenzó en la frontera entre Nigeria y Níger zarandeado por las mafias del tráfico de personas. Las mismas que manejan el de armas y drogas. En un viejo camión o en la trasera de una pick up Toyota, atravesó la aridez del desierto nigerí cual mercancía más. Su éxodo no tiene nada de agradable que si de azaroso. Hambre, sed y abusos sexuales, forman parte del ticket que puede ascender a los cinco mil euros. Un tour a través del Sahel hasta la encrucijada de Agadez. Ciudadela de adobe cocida al sol que en medio de la nada vive del “catering” de moscas y agua caliente con el que recibe a los viajeros que sueñan con El Dorado europeo. Pobres desgraciados. Si Africa es descontrol, Níger es un grado más. Aquí el negocio de la trata se ha institucionalizado y no hay cargo público que no se embolse unos francos.
Pero el pasillo del diablo no acaba en Agadez; aún quedan más de mil kilómetros repartidos en meses de viaje a causa de las demoras [inhumanas] que sólo las mafias conocen. Al norte espera la porosa frontera libia donde intermediarios crueles y los nuevos señores de la guerra, se lucran del tráfico de lo ilícito gracias al vacío de poder que ha convertido el país en un estado a la deriva. Una trama conectada con la policía que, corrompida, hacina negros como ratas a la espera de meterlos en algún cascaron oxidado rumbo a Sicilia. Si Samuel sobrevive al viaje y el azar, quizás alcance las doradas playas de Tripolitania donde por primera vez verá la mar…Allí le espera una embarcación tan frágil como lo son sus sueños y las posibilidades de cruzar el Mediterráneo.
Centro de Estudios Africanos de la ULL