Una dolorosa pérdida. Ha muerto el Profesor Sam Moyo

25/11/2015 | Opinión

Nuestro gigante intelectual panafricano, el profesor Sam Moyo, ha muerto como consecuencia de las lesiones sufridas en un terrible accidente automovilístico en Nueva Delhi, India. Todavía no nos lo creemos. Estamos a la espera de que vuelva a casa. Nos sentimos destrozados por el dolor.

Crecimos siguiéndote en nuestras ciudades. Te apodamos Sekuru ‘Chimusoro’, el que tiene la cabeza muy grande. Todos nuestros padres querían que fuéramos exactamente como tú. Al final de cada curso escolar, llegabas a casa con un boletín de notas lleno de dieces. Tus brazos iban cargados de trofeos y diplomas al mejor alumno.conferencia_San_Moyo.jpg

La cara de tu madre, Gogo Mavis Moyo, desprendía suficiente alegría como para iluminar todo el continente. Era una mujer con sus propios logros, una mujer negra pionera en el mundo de la radio en unos tiempos en que las emisoras de radio estaban segregadas por el racismo. Pero de alguna manera sus logros la hicieron brillar de una manera que sólo una madre puede.

Siempre nos maravillamos de las brillantes copas de plata brillante con tu nombre en ellas. Nos las llenabas de zumo de ciruela y cereza y nos servías unos pastelitos. Las tareas domésticas, atendiendo a los que te rodeaban, nunca te molestaban. Tenías un profundo sentido de la hospitalidad y compartías comida y bebida con los que amabas. Nuestro gran árbol que dio tantos frutos. Nos reíamos sí, pero nos hacías hablar de lo que más te importaba; e incluso aunque no lo supiéramos entonces, también a nosotros. Cómo recuperar plenamente la tierra que fue nos fue robada por las fuerzas coloniales.

Zimbabue_land_reform.jpgA lo largo de su vida, has llevado tu inteligencia con tanta facilidad. En tus últimos años, cuando tus trofeos se habían convertido en masters, nos buscabas para que pudiéramos sentarnos en tus seminarios. En ese momento creo que estabas en el Instituto de Estudios de Desarrollo (ZIDs) en Zimbabue. Más tarde enseñaste en SARIPS (1) esos masters con feministas radicales, como la Dra. Patricia Macfadden, hiciste que nuestros cerebros trabajaran a toda máquina. Al principio nos mirábamos incapaces de anotar algunas de las grandes palabras y teorías que utilizabas. Y sin embargo, persistías. Compartiendo tus conocimientos con nosotros, elaborando teorías en torno a la tierra y a los derechos agrarios. Juntos nos mostraste por qué la tierra es un recurso fundamental para que las mujeres tengan la propiedad y el control sobre ella.

Cuando tratábamos de llamarte “profe”, sonrías y decías, ‘vafana, vangu, ndinonzi Sam’, muchachos, “yo sólo soy Sam”. No importaba que hubieras devorado muchos libros. Escuchabas nuestras elementales teorías, nos nutrias con amor y sugerías: “vamos a escribir un informe sobre este tema. Así es como cambiaremos el mundo”.Recuperando_la_tierra.jpg

Prestaste tu brillantez al grupo de reflexión ambiental think tank Zero, nos llevaste a Senegal y nos presentaste a personas que vestían camisetas “Dashiki” (2) como forma de expresión política. Personas cuyos trabajos habías fotocopiado para que los pudiéramos leer. Esto fue antes de los ordenadores. Era el momento de las máquinas de escribir. Tu letra era imposible de descifrar, pero sabíamos que si no lográbamos descifrarla tendríamos problemas. No soportabas la pereza intelectual.

En Bodle Road, en el barrio Eastlea de Harare, fundaste el Instituto Africano de Estudios Agrarios (AIAS). Fue una acción muy audaz. Este era el Zimbabue de principios del 2000, cuando las invasiones de tierras estaban en su punto más álgido. Nada podía disuadirte. Ni amenazas físicas, ni insultos a tu nombre. ¿Y quién puede olvidar el allanamiento de la oficina de tu casa en Borrowdale? Te ponías el cigarrillo en la boca y sacudió la cabeza. “¿Por qué tenían que poner mis papeles patas arriba? Yo lo tenía todo ordenado». Yo, entonces, las pilas y pilas de papeles que tenía y me preguntaba a que tipo de orden se refería. Su oficina hubiera podido ser un buen proyecto para un maniático del orden.

El año pasado, estuvimos bailando, hasta el amanecer, en su jardín. El césped gimió bajo nuestros pies. Era su 60 cumpleaños. Comida, música, amigos y política. El delicioso pastel de chocolate. El móvil, libros en el suelo con su nombre en el lomo y, por supuesto, sus amigos de todo el mundo llenaron el jardín.

A tu lado estaba tu novia y tu socio, la famosa abogada de derechos humanos, Beatrice Mtetwa. Nos maravillaba el cómo era posible, que dos personas tan maravillosas, fuertes y brillantes se amaran tanto. Nos hizo sentir muy bien verte bailar. Era como si no hubiera nadie más a tu alrededor a medida que sonreías y girabas al ritmo de la trompeta de Hugh Masekela.

Parejas que muestran públicamente el amor que se tienen entre sí son muy raras en nuestras sociedades activistas. Esperábamos una gran boda africana e internacional y habíamos decidido que íbamos a estar en la fiesta nupcial. No sé cómo vamos a consolarte Beatrice. No sé cómo vamos a consolar a Gogo Moyo. ¿Qué vamos a hacer por Sibongile y sus hermanas?

Los días en los que me olvidaba de llamar para ver cómo estabas, llamabas tú. Y pedías nuestra compañía. ¿Está Nancy (Kachingwe) por ahí? ¿Dónde está Saru? Tráete a tus amigos. Siempre nos ofrecías tu casa, tanto si estabas como si no.

Gracias por habernos dado tanto de ti, Sekuru Chimusoro. Siyabonga Moyondizvo. Nosotros siempre te llevaremos en nuestros corazones. Rotos, como están, por tu muerte prematura y devastadoramente dolorosa.

Solo, tan lejos de la patria por la que luchaste tanto.

Por Bella Matambanadzo
Isabella es, además de periodista, una especialista en desarrollo de Zimbabue con más de 15 años de experiencia en 36 países africanos. Bella es co-presidenta de “the Other Foundation” http://theotherfoundation.org/

(1)SARIPS, Instituto regional sudafricano para estudios políticos (Harare, Zimbabue).

(2) Dashiki: colorida prenda de vestir para los hombres, ampliamente utilizada en África occidental. Cubre la mitad superior del cuerpo y cuenta con una versión formal y otra informal. El atuendo de las mujeres se conoce como Caftán.

kubatana.net

Fundación Sur

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster
Por ti, por mí, trabajo decente

Por ti, por mí, trabajo decente

Manifiesto para la Jornada Mundial por el Trabajo Decente del 7 de octubre de 2024 En este décimo aniversario de la iniciativa Iglesia por el...