Las grandes ciudades africanas son bulliciosos hervideros de coches y gentes que zigzaguean intentando abrirse paso por sus intrincadas calles, sin que parezca que exista ningún tipo de orden en un caos que sorprende -y aterroriza- al visitante ocasional. Se trata de urbes que, aunque inicialmente hayan podido tener algún tipo de planificación urbana, se han visto desbordadas por una avalancha de gentes deseosas de buscarse una vida digna lejos de los rigores del campo. Así, el centro de las ciudades se ve rodeado por una maraña informe de barrios cuyas construcciones son de escasa calidad, constituyendo en muchas ocasiones verdaderos asentamientos chabolistas donde los servicios más básicos ni están ni se los espera.
La capital etíope, Addis Abeba, no es una excepción, aunque sea diferente en cierto sentido. Para empezar, no fue planeada por ninguna potencia colonial, sino por el emperador Menelik II, quien puso fin a siglos de nomadismo imperial al elegir este lugar como asiento definitivo de la corte en 1889. Aunque para ser justo debería indicar que fue su mujer, la emperatriz Taytu, quien eligió el lugar por la existencia de unas aguas medicinales, las de Filwoha, que aún hoy son muy apreciadas por sus habitantes. A partir de entonces, el crecimiento de la ciudad fue imparable.
Addis Abeba está conociendo un crecimiento económico y demográfico sin precedentes. El centro urbano, donde podemos encontrar joyas como el palacio imperial de Menelik II, la Iglesia de San Jorge o el Museo Nacional, ve cómo ahora se erigen orgullosas torres de rascacielos y otros gigantescos proyectos arquitectónicos que testifican la época de bonanza de un país que quiere dejar de estar en la lista de los más pobres del mundo. Además, crecen a buen ritmo los barrios de casas y bloques destinados a la nueva y pujante clase media.
La ciudad cuenta con una población estimada de 3.400.000 habitantes (4.500.000 sin contamos su área metropolitana) que depende diariamente para su desplazamiento de una anticuada flota de autobuses amarillos, aunque también un infinito número de más o menos confiables taxis ofrecen sus servicios. ¿Se imaginan Madrid o Barcelona sin sus redes de metro y cercanías? Háganse una idea del caos del que les hablo.
El crecimiento de la ciudad preocupa al gobierno tecnócrata federal, en cuyas políticas vemos la creciente influencia china en el continente. Los dos problemas más acuciantes de la ciudad son la falta de suministro eléctrico, que el gobierno quiere paliar con la construcción de la presa más grande del continente, y la movilidad. Para ello, se ha diseñado una ambiciosa red de metro ligero que se inauguró parcialmente el pasado 20 de septiembre.
Esta infraestructura es un ejemplo más de la alianza entre Etiopía y China. La empresa encargada de la construcción es la China Railway Group Limited, y la financiación corre a cargo del Export-Import Bank del gigante asiático. Los trenes, también de fabricación china, son operados por el Shenzhen Metro. El coste total asciende a 475.000.000 de dólares.
El metro ligero se compone de dos líneas: una norte-sur con una longitud de 16,7 km y 17 paradas; y otra este-oeste, con una extensión de 17,35 km y 20 estaciones. En total, se trata de 31,2 km de metro ligero, de los cuales 0,78 km transcurren bajo tierra (en las inmediaciones de la plaza Menelik II, al comienzo de la línea norte-sur), 7,33 km discurren sobre puentes y la mayor parte, 23 km, en modo tranvía.
Las tarifas planteadas son las siguientes: para un trayecto de 4 km (8 estaciones), 2 Birr (0,09 €); 4,8 – 8 km (14 estaciones), 4 Birr (0,12 €); y para 17 estaciones, 6 Birr (0,26 €).
A pesar de que el proyecto es muy necesario en una ciudad que no para de crecer y cuyos problemas de tráfico cobran dimensiones bíblicas, existen serias preocupaciones sobre si tanto peatones como conductores no provocarán accidentes en la zona en que los trenes discurren como tranvías. En una urbe donde la demanda energética es muy superior a la oferta (los apagones son frecuentes), el gobierno local ha garantizado el suministro eléctrico al metro ligero.
Sea como fuere, este primer sistema de transporte de masas en el África Subsahariana supone todo un símbolo del crecimiento económico etíope, de su clara apuesta por la inversión en infraestructuras, y, también, de que China está desplazando a Europa como principal socio comercial en numerosos países africanos.
Mapa del metro ligero
He elaborado el siguiente mapa con las líneas y las estaciones del metro de Addis Abeba. Si ves algún fallo, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
Original en : El Reino de Aksum