Autor: Jaime Fernández Gianzo
La protección de los archivos fotográficos africanos en tanto espacios de memoria visual, a través de medidas de protección, conservación y digitalización”. Así podríamos traducir uno de los objetivos principales de African Photography Initiatives, (APhI), una labor que diríamos quijotesca si no fuese porque en cada trabajo se materializa y hace realidad.
Fue concebido en Bujumbura (Burundi) en 2007 por Rosario Mazuela y Jürg Schneider, ambos con una amplia experiencia en investigación, cooperación, historia y fotografía. Desde entonces, en APhI continúan conjugando su pericia y aptitudes para mantener un proyecto que reúne memoria histórica, reflexión sobre el pasado y proyección sobre el desarrollo presente, inquietud artística, investigadora y, por supuesto, el compromiso humano por recuperar y preservar un testimonio visual tan frágil como incalculable.
Desde Wiriko hemos contactado con Rosario Mazuela, quien nos ha explicado en qué consiste esta organización.
Rosario, vuestro trabajo es tan titánico que uno se pregunta si ya desde el principio sabíais qué buscabais, o si con cada descubrimiento os habéis sentido cautivados y “atrapados” por una idea que siempre puede convertirse en inagotable.
La razón por la que creamos APhI fue la recuperación y la preservación de archivos fotográficos africanos. Los archivos fotográficos contienen normalmente grandes cantidades de documentos. Si son negativos, el número de exposiciones “prueba” se multiplica en cantidad con respecto a las fotos seleccionadas. Así que sí, sí que sabemos que los “holdings” pueden oscilar entre 500 y 200.000 imágenes, por dar un rango.
¿Cómo surgió la idea de recopilar todo este material? ¿Hubo algún momento especial que os hiciese ser conscientes de que estabais ante algo que debía ser desvelado?
Las personas que componen APhI tienen perfiles de especialistas en desarrollo y acción humanitaria, historiadores y, todos, fotógrafos. Durante mucho tiempo, yo concretamente, he trabajado en África Subsahariana con diferentes organizaciones. En un momento dado empecé a realizar proyectos culturales; creo que el desarrollo pasa por la implicación comunitaria y gubernamental en las manifestaciones culturales. Conociendo el contexto nos dimos cuenta del peligro en el que se encontraban todos archivos. Por razones climatológicas, sociales y políticas, los archivos en África han desaparecido prácticamente. Si se pierden las pocas fuentes que quedan, difícil será poder reescribir la historia. Así, poco a poco, pasito a pasito, hemos ido especializándonos en este sector.
¿De dónde provienen los negativos, positivos, etc. que recuperáis? Y esos archivos, una vez investigados y digitalizados, ¿son cedidos a vuestra organización o permanecen con sus propietarios de origen, ya sean privados o públicos?
Los negativos y positivos se encuentran en los archivos estatales o particulares, normalmente de estudios fotográficos, aunque también de colecciones privadas. El material permanece siempre in situ. Nosotros simplemente lo preservamos y posteriormente hacemos el trabajo de valorización del mismo, estableciendo medidas de acceso y de difusión (exhibiciones, festivales, publicaciones, etc.).
¿Cómo suele ser el trabajo de campo y el flujo de trabajo en vuestras investigaciones? Supongo que las dificultades no se limitarán a lidiar con el estado de negativos o placas, ¿cuál son los principales escollos que tenéis que enfrentar?
Cada proyecto es diferente, cada archivo, cada propietario es diferente. No obstante, el flujo de trabajo normalmente tiene los siguientes pasos: identificación, estudio de las necesidades y de su valor, proposición a los propietarios y, si están de acuerdo, conceptualización del proyecto, búsqueda de financiación; y luego trabajo propiamente en el archivo: trabajo de preservación física y de digitalización. Después, viene el trabajo con el material digital y la base de datos, entrega del material final al propietario y copia a las diferentes instituciones concertadas para su valorización y explotación.
Por otro lado, si tuviera que mencionar un desafío común sería: ganarse la confianza de los actores implicados. “Los blancos” tenemos una malísima reputación y ahora es difícil borrar siglos de un nefasto impacto de intereses.
Y una vez cerrado el último tramo de investigación y de recuperación, ¿qué dificultades enfrentáis? ¿Qué sucede, cómo se conserva todo ese trabajo que ha quedado hecho?
Nos encontramos con el problema generalizado de la conservación física y digital de los archivos. Cada archivo tiene una peculiaridad. Pero si tuviéramos que generalizar, otra vez, los archivos privados tienen el problema de recursos y los archivos públicos tienen un problema de interés.
De todos los miles de negativos rescatados, ¿cuál de entre todos los proyectos os pareció realmente inabarcable?
Todos son inabarcables, todos podrían ser eternos, siempre hay mil frentes en los que se podría profundizar la investigación, pero hay que poner un límite, ese es el reto: abordar lo suficientemente representativo; muy difícil de determinar si no se conoce en profundidad el contexto.
¿Conocéis algún proyecto con vuestra trayectoria en Burundi o en el continente con el que podáis compartir conocimientos y prácticas, o sois, en cierto sentido, pioneros?
No somos pioneros, pero hay muy poca gente dedicada a esto. Ha habido algunas iniciativas, el problema es la continuidad, la sostenibilidad.
Algo que dota a vuestros proyectos de una perspectiva muy valiosa es que no investigáis con afán acumulativo, sino con un afán reflexivo: siempre buscáis analizar la historia, reinterpretarla y traerla al presente, tal y como demuestran los títulos de las exposiciones: La Présence du Passé, Reinterpreting Historical Photographs, o The Phantom of Memory ¿Qué repercusiones habéis podido percibir en el público que asistía a las exposiciones? Y en un nivel más institucional, ¿ha ayudado de manera determinante a complementar relatos, sucesos acaecidos en el último siglo?
Lo más interesante para mí en las exhibiciones son las reacciones de los y las visitantes cuando reconocen sus calles, a sus familiares… en imágenes de hace medio siglo años. Sin estar muy acostumbrados a visualizar el pasado, las fotos de los momentos históricos de su país, de sus antiguos presidentes, los lugares donde crecieron… Causan mucha emoción.
La “re-historia”, es decir, la nueva visión de la historia del último siglo (y de antes) está por escribir. Nosotros queremos rescatar y dar acceso al patrimonio visual a historiadores, sociólogos y artistas para que ellos luego lo puedan utilizar. Somos unos simples mediadores.
Por poner un ejemplo, hace unos meses, en París, el libro La Présence du Passé fue parte de la intervención artística “Le Jour de d’ apres” de Maryam Jafri, una obra basada en la reflexión del día de la Independencia en diferentes países del mundo.
¿Hasta el punto de convertirse en el único testimonio de un episodio “olvidado” de la historia reciente?
No, no, no es el único testimonio, hay otras fuentes también en Occidente, traídas por los europeos principalmente (misioneros, comerciantes, viajeros…), pero a nosotros esto no nos interesa. Lo que nos interesa son los documentos que han quedado en África, los documentos generados por las personas africanas.
Y a la hora de analizar y reflexionar la historia, ¿cómo soléis abordar esa tarea? Es decir, ¿qué herramientas ponéis en funcionamiento para que pueda reflexionarse sobre el material que lleváis al público y a las instituciones?
Somos historiadores y para contextualizar las exhibiciones investigamos en las fuentes habituales. Bien es cierto que ahora con internet es mucho más fácil: para APhI internet es una importantísima herramienta. A través de nuestras páginas algunas exhibiciones están on-line, algunos de los archivos están on-line, las colaboraciones para nuestras actividades las gestionamos on-line con personas que proceden de múltiples países; gracias a Facebook, por ejemplo, la difusión de nuestro trabajo es inmediato y sin limitación espacial.
Lo ya encontrado es abrumador; ahora bien, ¿pueden estos hallazgos daros una medida de todo lo que, desafortunadamente, se ha perdido?
Yo calculo que solo quedara un 1% del material fotográfico…
¿Qué reflexiones suscitan en fotógrafos y artistas en general el descubrimiento de toda esa herencia?
Como he mencionado trabajamos con fotógrafos africanos, y lamentablemente aún creo que nosotros valoramos más su trabajo que ellos, ese es parte de nuestro trabajo, transmitir esa valorización. Sin embargo, hemos tenido la suerte de colaborar con fotógrafos muy conscientes de su papel en la historia.
En aquellas imágenes en las que habéis visto una pretensión más artística, ¿sería posible decir qué presencia tuvo la cultura de las colonias? Es decir, ¿habéis visto una forma particular, “africana” (por decirlo de una manera simplificada) de escoger los temas y mostrarlos?
La fotografía vino de Europa y América y de estos países se importaron la tecnología y la estética, y esa primera época es en la que nosotros trabajamos. Actualmente, las cosas han cambiado, evidentemente.
Además del proyecto radicado en Burundi, habéis promovido actividades similares en otros puntos del continente, ¿qué podéis contarnos sobre ellos?
Los últimos años estamos trabajando en Camerún; concretamente, con un archivo estatal: el archivo fotográfico del Ministerio de Información (1955-1990) de la parte anglófona; y con un archivo privado que abrió sus puertas en 1935 y que cerró hace cuatro años. Los dos están en una situación crítica de conservación física.
Y vuestro trabajo también busca hacer copartícipe a Europa. Anualmente ofrecéis formación para investigadores, ¿en qué consiste esta iniciativa?
Estamos vinculados con la Universidad de Basel, y hacemos seminarios cuyo objetivo final es el trabajo de campo en los archivos en los que trabajamos. Ese trabajo de campo se realiza conjuntamente con estudiantes de las universidades del país donde esté el archivo, creando unos equipos mixtos de investigación.
Junto al valor académico, desde vuestra organización también hay una importante labor de crítica y transparencia , ¿creéis que hay algún lugar que requiera, con urgencia, la investigación y rescate de ese patrimonio documental?
Muchos lugares… Con las crisis contemporáneas… Muchos lugares…
Original en : Wiriko