Ruanda: identidad y política

14/09/2015 | Opinión

El tema que empezó el debate no era la identidad y la política, pero acabó siéndolo.

En un primer intercambio de opiniones se cuestionó por qué Ruanda no tuvo representación oficial en Washington en la ceremonia de entrega del premio a Donald Kaberuka por su trabajo en el Banco Africano de Desarrollo.

Además de la ausencia de la Ruanda oficial en la ceremonia, muchos cuestionaron quién era ruandés y quién no. Por ejemplo, ¿podría considerarse a alguien como ruandés por tener raíces ancestrales o familia lejana en Ruanda, aunque haya nacido y crecido en un país diferente?

Aquí surge la cuestión de la doble nacionalidad. Sin embargo, el debate tomó una nueva dirección: quién podía participar plenamente y de forma legal en la política de Ruanda, a pesar de su país de origen.

Donald_Kaberuka.jpg Por ser el punto de partida del debate y por sus credenciales profesionales, la «ruandicidad» de Donald Kaberuka se examinó a fondo, puesto que es un candidato potencial para sustituir al presidente Kagame.

Algunos de los participantes también investigaron la integridad personal de Kaberuka como individuo cuya legitimidad podría ser seriamente cuestionada en circunstancias difíciles.

El tema de la nacionalidad, o más concretamente el tema de la ciudadanía y sus correspondientes derechos y responsabilidades, se convirtió en el núcleo del debate.

Si miramos al pasado, no recordamos ningún otro momento de la historia reciente de Ruanda en el que la identidad de una persona según su origen (es decir, el ser extranjero o el ser considerado como tal) haya sido tan importante y crítico para la vida política del país.

Recordamos el caso de Barthélémy Bisengimana Rwema, el Tutsi «congolés» que fue jefe de la oficina del presidente desde mayo de 1969 hasta febrero de 1977, bajo el mandato de Mobutu Sese Seko de Zaire, y la influencia que podía llegar a tener en las relaciones congolesas al estar muy cerca de lugar desde donde se dirigía el país. De hecho, usó dicha influencia de forma inteligente para beneficiar a su comunidad, especialmente en las provincias de Kivu.

Un caso más reciente es el del gran número de militares Tutsi que ocuparon posiciones muy importantes y significativas tanto en Uganda, antes de 1990, como en la República Democrática del Congo, después de 1997.

Tras la derrota de Mobutu por la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo (AFDLC), James Kabarebe pasó a ser el jefe militar del primer gobierno del presidente congolés Laurent-Desire Kabila, que moriría asesinado años más tarde. Hoy en día, el mismo Kabarebe es el ministro de defensa ruandés. Sirven bajo banderas de diferentes países al igual que hacen los mercenarios, dependiendo de sus diversas alianzas e intereses.

Parece que el estar en casa en cualquier lado se trata de una artimaña estratégica para el presidente Kagame y para aquellos que creen que él representa sus intereses. En otras palabras, pueden sentirse como en casa en cualquier parte del mundo que puedan conquistar.

Cabe mencionar que lo que falta no es la intención, teniendo en cuenta tanto lo que ya se ha perseguido y logrado como lo que no está muy lejos de conseguirse en la Región de los Grandes Lagos. Sin embargo, no voy a aventurarme en las infinitas posibilidades políticas o económicas de tal estrategia.

Tras la llegada del Frente Patriótico Ruandés (FPR) a la política de Ruanda, hemos visto que aparentemente algunos de sus miembros tienen varias nacionalidades, y muchos de ellos podrían trapichear con ellas fácilmente. Un día pueden ser de Uganda, de Bélgica, de Estados Unidos, de Canadá, de Tanzania o de Burundi, y al día siguiente de Ruanda, del Congo o de cualquier otro país, dependiendo de las circunstancias o de los intereses que estén en juego en ese momento.

El personaje del mercenario

Desde 1990 Ruanda ha sufrido mucho como país: millones de muertos, opresión incesante dentro y fuera de las fronteras nacionales…

A pesar de que sabemos que la mayoría de las muertes fueron causadas directamente por los ruandeses contra su propio pueblo, no se puede negar la participación de mercenarios extranjeros. Por ejemplo, recuerdo que hablé con un chico somalí hace unos años en Londres y me contó su aventura militar en la República Democrática del Congo, cuando luchó bajo el mando de generales ruandeses a finales de 1990.

También se informó que durante la batalla de Kigali en 1994 se encontraron cuerpos de militares de origen ugandés entre las víctimas provocadas por la lucha entre las fuerzas de Habyarimana y el FPR. Probablemente ésta fue una de las consecuencias producidas por el hecho de que miembros del grupo rebelde FPR ayudasen a los ugandeses a llevar a cabo lo que el presidente Museveni acuñó como «liberación». En Ruanda, algunas personas llaman «liberación» al periodo que empezó en 1990, tras la invasión del país por parte del FPR. Sin embargo, otros lo ven como la llegada del aislamiento y de la opresión a un nivel más alto que nunca.

Para este último grupo, intentar comprender el contexto evolutivo en el que se encuentra Ruanda conlleva encontrar una explicación de lo que ha estado pasando con un posible extranjero de la clase dominante de Ruanda hoy en día. Los que apoyan tal punto de vista argumentan que la naturaleza represiva del FPR hacia los ruandeses solo se podría llegar a entender por el hecho de que muchos de los soldados que conforman las filas del FPR tienen vínculos muy débiles con Ruanda. Ésto también explicaría el comportamiento de los equipos de matanza del presidente ruandés y su actitud propia de mercenarios, como invasores que actúan en territorio conquistado. Como comentó un participante del mencionado debate: «estamos atrapados con personas que no pueden hablar con otros ruandeses (Hutus, Tutsis y Twas que están al margen del círculo interno del régimen del FPR) y a las que no les importan las vidas de los ruandeses. Solo saben hacer una cosa: matar para sobrevivir. ¿Queréis saber por qué? Porque antes no eran nada… y no pueden permitirse volver a ser nada».

Las raíces ideológicas del infame sistema judicial Gacaca se remontan a la mencionada actitud de mercenarios. Dicho sistema fue testigo de como la mayoría de los Hutus (entre 1,5 y 2 millones de personas adultas) quedó reducida a ciudadanos de segunda clase y de como estos fueron desposeídos y privados de todos los privilegios que posee un ciudadano común, quedándose sin un futuro económico y sufriendo una serie de políticas similares al apartheid.

Tanto los romanos como otros occidentales durante la esclavitud y el periodo colonial eran a veces más amables con sus súbditos en los territorios conquistados que el FPR con los ruandeses.

Es difícil negar el carácter mercenario del régimen de Kagame al observar la forma en la que trata a sus propios ciudadanos. Está claro que los administradores residentes se comportan de forma distinta en función de si están en un territorio conquistado o en una comunidad con la que comparten afinidades históricas y étnicas.

Falta de vínculos con los auténticos ruandeses

Desde que el FPR tomó el poder en Ruanda, la mención a los ruandeses en el discurso oficial, particularmente en el del presidente Kagame, no se refiere a la población conformada por los ciudadanos comunes (Hutus, Tutsis y Twas, indiscriminadamente).

El presidente Kagame, debido a un sentimiento muy profundo por su procedencia y el hecho de que no tiene relación alguna con las personas a las que se dirige, ha manifestado públicamente que se arrepiente de no haber podido masacrar a aquellos (ruandeses) que, en 1994 por ejemplo, consiguieron huir de sus rebeldes y acabaron en los países vecinos.

El presidente ruandés también ha anunciado públicamente que las personas que tengan conexiones con los partidos de la oposición serán acribilladas a plena luz del día. Todo esto son declaraciones públicas que el presidente hace en Kinyarwanda, como si no quisiese que los extranjeros sepan como aterroriza a sus ciudadanos.

En el pasado existieron civilizaciones ricas y complejas y sistemas políticos muy extendidos que quedaron obsoletos por diferentes motivos, como por ejemplo la ineficiencia y/o incompatibilidad con las aspiraciones de los súbditos.

Aunque su complejidad o riqueza como sistema basado en la represión y la dominación se podría debatir de forma similar a las organizaciones criminales, está claro que la estructura política del FPR tendría que cambiar de forma radical y volver a empezar prácticamente desde cero para poder sobrevivir.

Por último pero no menos importante

Con el paso del tiempo, las personas pierden la conexión con sus raíces. Esto también ha estado ocurriendo con los ruandeses, sea cual sea su origen étnico o su historia. No es que dejen de ser más ruandeses, pero hasta cierto punto pierden la sensibilidad que proporciona la unión entre personas que pertenecen a comunidades cercanas, una sensibilidad que hace que se persiga el bienestar de todos los miembros de la comunidad, sin ningún tipo de intenciones secretas ni egoístas. Esa unión permite que sigan siendo sensibles a lo que le pasa a las personas y a lo que ocurre en los lugares que dejaron atrás hace mucho tiempo o que ni siquiera conocen por haber nacido y haberse criado en otra parte.

Sin embargo, al perder la conexión con sus raíces, si las circunstancias los devuelven a sus orígenes no se sentirán tan unidos a la población y a la tierra como los que siempre estuvieron ahí. Y la mayor parte del tiempo, su actitud perjudicará el bienestar de estos últimos.

Al fin y al cabo, lo que prevalece no es la nacionalidad de cada individuo, sea traficada o no (algo que cobra más importancia en la política nacional), sino las intenciones políticas y los intereses dominantes sobre los lugares en los que vivimos. En general, el grado de conexión con la población es lo que determinará lo sensibles que serán sus intereses con las necesidades reales del pueblo. Darles nuestro apoyo siempre es una decisión personal. Por ejemplo, podemos decidir apoyar o no apoyar que la OTAN bombardee Libia, podemos decidir apoyar o no apoyar a un presidente y su intento inconstitucional de obtener un tercer mandato, y podemos decidir apoyar o no apoyar al FPR de Kagame que está invadiendo la República Democráctica del Congo y matando y encarcelando a los ruandeses.

La identidad y la política adquieren su verdadero significado cuando se analizan junto con el vínculo que las circunstancias y la historia crean entre las personas.

Rising Continent

[Traducción, Nerea Freire Álvarez]

[Fundación Sur]

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