No nos olvidemos de Sudán del Sur

10/07/2015 | Opinión

Sudán del Sur cumple hoy 4 años, es el país más joven del mundo. Sin embargo, la ilusión inicial generada por el proceso de paz pronto se vio interrumpida por conflictos y diputas políticas entre sus líderes que, en diciembre de 2013, llevaron a la guerra civil que hoy continúa. A este conflicto, se suma el que existe al otro lado de la frontera con Sudán, fundamentados ambos en la lucha por el control de los recursos naturales, concretamente, el petróleo.

Desde entonces, el conflicto y la inseguridad alimentaria en Sudán del Sur han desplazado forzosamente a más de 2,2 millones de personas, entre ellas 730.000 personas son refugiadas que han huido a los países vecinos. Aproximadamente 1.500.000 personas siguen desplazadas internamente. Esta situación no parece ralentizarse, según estimaciones del Programa Mundial de Alimentos, unas 300.000 personas habrán huido a Etiopía, Kenia, Sudán y Uganda a finales de 2015.

Las necesidades humanitarias siguen siendo inmensas y el hambre y los desplazamientos son una amenaza. La ayuda humanitaria en general, incluyendo las oportunidades de educación, el apoyo psicosocial, son esenciales para la protección de la vida, hoy, y para la construcción de un mundo más justo mañana. Se estima que unos 4,6 millones de personas se enfrentan a la inseguridad alimentaria grave. A esto se suma que desde el pasado 23 de junio el gobierno de Sudán del Sur decretó la expansión de un brote de cólera que ya ha dejado más de 700 casos detectados y 32 personas fallecidas.

Las consecuencias son terribles: reclutamiento de niños y niñas soldado, violencia, pobreza, recursos limitados, infraestructuras casi inexistentes… La supervivencia es muy dura y difícil, y las personas afectadas por el desplazamiento viven bajo la continua amenaza de la hambruna.

Para la sociedad sur sudanesa sentir que no están solos es un atisbo de esperanza para el fin de la crisis, por eso Entreculturas hace un llamamiento a la sociedad civil y a la comunidad internacional a “No olvidarnos de Sudán del Sur”.

Entreculturas trabaja junto con el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) para atender a estas personas. La acción se centra en los campos de refugiados y desplazados de Mabán, uno de los condados del estado del Alto Nilo, al noreste del país, colindante con Etiopía y Sudán. En esta zona confluyen tres poblaciones diferentes: más de 130.000 personas refugiadas sudanesas que se encuentran ahora atrapadas entre las dos guerras, más de 13.000 personas desplazadas internas sur sudanesas y la población local (60.000 personas aproximadamente).

Se llevan a cabo tarea de acompañamiento de aquéllas personas más vulnerables (mujeres y niñas, personas mayores y personas con discapacidad), apoyo psicosocial de la población, puesta en marcha de actividades educativas (formación al profesorado y educación primaria) y realización de actividades lúdico-educativas para jóvenes que ayuden a la construcción de paz.

Entreculturas lleva trabajando en el actual territorio de Sudán del Sur desde 1997 junto con el JRS. Desde 2012, la acción se ha concentrado en las regiones de Yambio, cerca de la frontera con la República Democrática del Congo, y Maban, cerca de la frontera con Etiopía y Sudán. Durante estos años se ha llevado a cabo la rehabilitación y el equipamiento de escuelas, atendido a 18.000 alumnos y alumnas anualmente, formado a 1.500 docentes y acompañado a más de 100 comunidades escolares. Siempre prestado especial atención a las niñas, las más vulnerables en estos contextos, promoviendo su escolarización a través de becas escolares, la distribución de kits higiénicos, la habilitación de letrinas y dormitorios para ellas, y a todo un trabajo de sensibilización familiar y formación para la prevención de violencia sexual y de género.

En situaciones de emergencia la educación es un medio fundamental de protección y proyección de futuro. Ofrece protección psicológica dando sensación de normalidad y esperanza, protegiendo ante agresiones y reclutamientos, aportando formación frente enfermedades y peligros y supone una oportunidad para la construcción de la paz y la resolución de conflictos. Es el motor no solo del desarrollo individual, sino también del desarrollo social y económico de todo el país.

Solo una acción coordinada de las agencias humanitarias, así como de los líderes confesionales y gubernamentales, tanto dentro como fuera de Sudán del Sur, llevará, mientras tanto, a una solución pacífica y duradera del conflicto y a la protección de la población civil. Desde Entreculturas y junto con su socio en terreno, el Servicio Jesuita a Refugiados instamos a quienes pueden influir a:

• Priorizar los esfuerzos diplomáticos y ejercer presión sobre el gobierno y los grupos armados de Sudán del Sur para que acuerden un alto el fuego inmediato y cooperen para alcanzar una solución negociada al conflicto. Hay que facilitar las oportunidades de consultas en las que participen de una forma relevante los representantes de las comunidades implicadas en la ayuda humanitaria con independencia de las divisiones sociales y étnicas.

• Proteger a aquellas personas con mayor riesgo de sufrir abusos contra los derechos humanos u otros daños graves.

• Asegurar que tanto refugiados como comunidades locales puedan satisfacer sus necesidades fundamentales, como acceso a la alimentación, vivienda segura y educación.

• Garantizar corredores humanitarios seguros para la distribución de alimentos y materiales de socorro.

• Hacer una inversión a largo plazo en la educación de calidad, especialmente priorizando las oportunidades educativas para las niñas.

Entreculturas*

* Entreculturas quiere generar sensibilización e incidencia pública para garantizar que la ciudadanía española no olvida y que comprende y apoya las propuestas de vínculo y solidaridad con las poblaciones más vulnerables.

Contacto prensa:

Raquel Martín

r.martin@entreculturas.org

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