Niño negro tienes que arreglártelas tú solo

11/06/2015 | Opinión

El mundo no espera mucho de ti, niño que creces hoy en los townships de Sudáfrica. El sector privado está tratando de que te conviertas en uno de sus camareros, cajeros y vendedores en sus comercios. El gobierno te quiere para limpiar las calles, acarrear ladrillos
en los sitios de construcción y si sabes hablar con convicción para hacer propaganda a favor de su partido durante los períodos electorales. Nadie te mira como un futuro director ejecutivo, abogado o médico. Como niña, ya saben que vas a quedar embarazada antes de llegar a los 20 años y vas a abandonar la escuela y como niño, serás parte de la razón de la industria de seguridad y de los barrios cerrados que se multiplican. Lo mejor que pueden esperar para ti, es que consideres hacer una carrera como educador. Después de todo, ¿quién va a volver y enseñar en las escuelas en ruinas de las que tú has salido?

Es muy triste que después de 21 años en «la nueva Sudáfrica», el niño negro sigue siendo la imagen de lo que no debiera ser en Sudáfrica. Cuando los niños negros tienen éxito, es una maravilla y sale en los medios de comunicación. Lo que a menudo no se dice en los titulares es que estos logros no sólo son de interés periodístico debido a las duras situaciones de las que podría proceder el niño, sino también porque todavía no creemos que sea posible. Los que provienen de esas mismas situaciones sociales se esfuerzan en alejarse de ellas y a menudo crean historias sobre su pasado en barrios pobres por miedo a perder imagen ante sus nuevos compañeros en una sociedad que valora a la clase alta. Decir a tus compañeros blancos cómo has vivido durante años con la pensión del gobierno de tus abuelos y que aun así conseguiste llegar a la universidad y obtener un título comercial como ellos, es algo que se ve como vergonzoso. Por lo tanto, los que tienen una historia similar prefieren no hablar de ello. Esta es la Sudáfrica en que vivimos.

SA_boy.jpg La corporación SA, dominada por blancos, ha tenido que hacer la concesión, «vamos a permitir que participen también negros, pero sólo aquellos que son bien vistos». Por «ser bien vistos» nos referimos a aquellos cuyos padres fueron suficientemente sabios o tuvieron la suerte de poder inscribirlos en escuelas privadas cuando cambió la situación o en las escuelas, conocidas como “antiguo modelo C». Los que son” bien vistos” son los que tienen cierto acento, aquellos que prefieren ser «inmaculados” antes que «mapula», los que jugaban al rugby y no al fútbol, aquellos que prefieren vestir traje a ropa tradicional afro, los que dicen que fueron a la universidad de WITS (University of the Witwatersrand) y no a la Universidad Walter Siisulu (la antigua Universidad de Transkei). Los que son bien vistos son los que pueden decir con orgullo que no cayeron muertos en los suburbios, a pesar de crecer allí y de que, quizás, sus padres sigan viviendo en el mismo barrio. Estas mismas personas de raza negra, los que son bien vistos, son los mismos que dicen «Yo lo he conseguido, por qué no pueden ellos. Todos tuvimos las mismas oportunidades”. Pero, ¿de verdad tuvimos todos las mismas oportunidades? ¿Fue la balanza justa en los dos platillos? ¿Tiene la juventud negra una posibilidad de cambiar el rostro de la pobreza y las circunstancias de sus familias?

Algunas empresas con iniciativas de carácter social a menudo financian a través de becas a estudiantes negros excepcionales, debido a que muestran potencial de éxito. Pero los mismos fondos de becas ¿financiarán también estudiantes blancos con resultados de media? ¿No debería ser al revés? ¿Por qué pedir un estándar más alto a los niños negros, que ya tienen que superar muchos más obstáculos que sus compañeros blancos y que se quedan en el camino? Un amigo me dijo que es el empeño lo que a menudo separa a los que tienen éxito de aquellos que no lo consiguen. Lo que quería decir era que nosotros lo conseguimos, a pesar de venir de suburbios, porque tenemos un deseo ardiente de cambiar nuestras propias vidas. Por lo tanto, utilizamos el tren, estudiamos a la luz de una vela, vamos a la escuela y volvemos con el estómago vacío y conseguimos un título en una universidad que refuerza la separación estructural y la desigualdad. A pesar de esto, algunos de nosotros no somos excepcionales. Me pregunto de nuevo ¿se trata de igualdad y equidad?

El Mes de la Juventud se acerca rápidamente, y habrá muchas declaraciones acerca de cómo nosotros, los jóvenes, somos el futuro y debemos tomar las riendas. Se nos animará a estudiar, a esforzarnos a ser líderes y a hacer lo mejor de nuestras vidas. Pero me pregunto, ¿con qué recursos? Esta nota es para la persona joven que cree que el mundo se preocupa, pero al mundo en realidad no le importa. Esto vale también para la persona joven que está teniendo éxito, que mire hacia atrás, preste atención y eche una mano. Podría haber sido diferente para ti. Ahora te debes a ti mismo y a los demás el hacer algo para cambiar la situación. Si no nos respaldamos, ¿adivinen qué? Estamos por nuestra cuenta. Tenemos que arreglárnosla solos.

Motlatsi Motseoile

Thought Leader

Motlatsi Motseoile es abogado, escritor y conferenciante interesado en cuestiones de igualdad, transformación, diversidad e inclusión social. Él es un apasionado del desarrollo comunitario y juvenil.

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