Ruanda: cuando las mascaradas políticas se vuelven ridículas

8/06/2015 | Opinión

Desde que el FPR conquistara el poder en Ruanda en 1994, Paul Kagame ha ido innovando en lo que se refiere a ejercer el poder absoluto y arbitrario. Bajo diversos pretextos y artimañas se ha otorgado a sí mismos largos periodos de transición política: nueve largos años durante los cuales el país fue gestionado como si fuera su propiedad privada. En 2003, para presentar una imagen de dirigente por fin civilizado, Paul Kagame hizo adoptar una Constitución hecha a su medida. Puso buen cuidado en fijar en siete años, periodo anormalmente largo, el mandato presidencial, renovable una única vez. Los 14 años terminarán en 2017 y la oligarquía en el poder constata que 23 años a la cabeza de un país conquistado no son suficientes. Se adopta, en consecuencia, la decisión de enmendar la Constitución antes de 2017, modificando el artículo 101 que limita a dos los mandatos presidenciales. Para ello es preciso prepara la opinión, sobre todo internacional, ya que la población ruandesa no tendrá otro remedio que seguir las directrices de temible partido en el poder. Comienza entonces una serie de espectáculos asombrosos.

Dictámenes de expertos “juristas-griots”

Están en primer lugar los aprendices de brujo presentados como juristas, pero que son en realidad en su mayoría aduladores del régimen, obligados a cantar alabanzas al dictador para llenar los bolsillos (si son tutsi) o para no ser tratados de “genocidas” (si son hutu). Tras mostrar que el artículo limitador de los mandatos no es tan exigente, han recurrido a una campaña de desvergonzada desinformación de la opinión nacional e internacional.

Realizando conscientemente una amalgama entre un régimen parlamentario y uno presidencial, han pretendido que en algunas democracias occidentales los mandatos de los jefes del Ejecutivo no estaban limitados. Citan el caso de Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Israel, etc., en lo que se refiere a los Primeros Ministros. Estos “juristas-griots” de Paul Kagame nos toman como imbéciles, ya que los Primeros ministros de estos países no son elegidos directamente por sufragio universal. El pueblo vota a los partidos y es el partido, o una coalición de ellos, el que logra la mayoría parlamentaria para desginar el jefe del Ejecutivo. Lo que significa que un partido puede permanecer en el poder teniendo a su cabeza un mismo hombre o mujer varios mandatos con tal de que conserve la mayoría en el Parlamento. Pero, este jefe del Ejecutivo puede ser revocado por el Parlamento, lo que es imposible en un régimen presidencial como en Francia, en EEUU y… en Ruanda. Los mandatos de estos presidentes terminan a los cuatro, cinco o siete años, salvo circunstancias excepcionales, por haberlos obtenido directamente por votación popular. Los cortesanos como Evode Uwizeyimana deberían avergonzarse de seguir siendo llamados “juristas”.

Los partidos satélites del FPR entran en la competición

El espectáculo sigue con la rivalidad/competición entre los pequeños partidos pesebristas y satélites del FPR para ver quién muestra más celo en mostrar que Paul Kagame debe ser un Presidente vitalicio. El Partido Islámico (PDI) ha abierto el juego seguido por el partido cristiano (PDC). El de los tutsi del interior (PL) les pisa los talones mientras el de los “hutu moderados” (PSD) está un poco retrasado y acaban de celebrar un congreso extraordinario para pedir que la Constitución sea modificada.

Analfabetos que descubren la escritura sólo para redactar y firmar peticiones

La alfabetización en Ruanda, sobre todo en medio rural, sigue siendo débil. Pero, cosa extraña, últimamente proliferan, provenientes de ese medio, numerosas peticiones. En efecto, cada ciudadano es “rogado (obligado) a firmar un papel llamado “petición”, dirigida al Parlamento, considerándolo (el papel firmado) como expresión del deseo de campesino de que el artículo que limita los mandatos del presidente sea modificado. ¡Difícil de caer más profundamente en lo ridículo!

El Parlamento transformado en centro de clasificación postal

Quienes ven la televisión ruandesa o leen la prensa de Kigali han quedado ciertamente sorprendidos estos últimos días al ver cientos de cajas de cartón amontonadas en los pasillos del Parlamento (Asamblea y Senado) que, al parecer, contienen, peticiones de los ciudadanos que reclaman la revisión de la Constitución para que se permita que Paul Kagame permanezca en la Presidencia vitaliciamente. Uno se pregunta cómo hombre y mujeres en su sano juicio, parlamentarios, pueden dedicar su tiempo a semejantes maniobras ridículas, cuando todos sabemos, y en primer la población ruandesa, que se trata de una puesta en escena. Parece ser que la superchería sigue funcionando en el exterior, para consumo externo, sobre todo debido a los lobbys que controlan los medios en favor de Kagame.

La “deificación” de Kagame. ¿Quién engaña a quién?

El 25 de mayo el ridículo alcanzó la cota más alta cuando una delegación de “peticionarios” provenientes del sur del país depositó su carta. Declaró desear que Paul Kagame permaneciera a la cabeza del Estado, ya que era el Mesías. Los miembros de la delegación declararon que habían tenido una visión y que Paul Kagame era el hermano gemelo de Jesús de Nazaret. ¡Nada menos! ¡El delirio total!

Todos los analistas que observan estas maniobras están hechos un lío. Paul Kagame podría, con un chasquido de los dedos, ordenar a su parlamento y gobierno que ese artículo incómodo fuera modificado vía un referéndum, ganado indudablemente al 100%. ¿Por qué este ridículo? ¿Qué le dicen sus consejeros, el Presidential Advisers Commettee (que integra a personalidades extranjeras como Tony Blaire, Rick Warren o Andrew Mwenda)?

Zédoc Bigega

Fuente: musabyimana.net

[Traducción, Ramón Arozarena]

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