En recuerdo de Antonio Molina

12/05/2015 | Opinión

Antonio_Molina-2.jpg

El pasado lunes, día 11 de Mayo, nos abandonaba la presencia amiga de Antonio Molina. Será difícil para todos aquellos que le conocíamos hacernos a la idea de no volverle a ver aparecer por la puerta de la Fundación Sur, saludando con una sonrisa. Se hará extraño dejar de responder al teléfono para escuchar su voz y programar el trabajo de las siguientes semanas. Se hará especialmente difícil asimilar que ya no habrán más conversaciones amigas, entre las grabaciones entre programa y programa, mientras descansábamos y repasábamos los acontecimientos de los últimos días o nos dejábamos perder perezosamente en el infinito anecdotario que poblaban los recuerdos de toda una extensa vida dedicada a África.

Sus increíbles viajes por el Sahara, sus travesías en barco con aires de época, sus años de Mozambique, de Burkina, de Brasil, siempre recordados, intensos, vívidos, repletos, joviales. Se hace complicado poder dilucidar, al amor de estas evocaciones, donde pasó sus mejores años, donde quedaron sus más fieles amigos; pues a la luz de sus recuerdos uno tiene la certeza de que cada día, hora y segundo dedicados a cada uno de estos países fueron exprimidos al máximo y que disfrutó de cada amanecer mozambiqueño, de cada atardecer vertiginoso de Burkina y de cada vocablo pronunciado en el dulce portugués de Brasil.

Pero si de algo estaban abarrotados sus siempre amenos recuerdos eran de amigos; de gente de todo tipo, credo y condición, unidos en y por la amistad y la vivacidad de Antonio. Si de algo no cabe duda es que lo que de verdad le gustaba a Antonio era conversar, porque conversar es compartir y compartir es darse al otro y aceptarlo. Antonio derramaba afabilidad, campechanía, jocosidad y optimismo de forma generosa y contagiosa allá por donde pasaba. Trabajador constante, hasta el último día, siempre fiel a la brigada volante de los Padres Blancos, nunca puso reparos para parar, sobre todo ante una buena mesa, y compartir unas buenas viandas regadas por un buen vino con aquellos cuyos vidas se cruzaban con la suya, consiguiendo convertirlas en un poquito mejores y más gratas. Hoy la vida parece un poco más triste sin ti, Antonio.

Rafael Sánchez

Subdirector Fundación Sur

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster