Mupenzi, comandante de las fuerzas de defensa de Ruanda, va a coordinar las operaciones de la coalición con el grupo de Nkunda

3/11/2008 | Crónicas y reportajes

Ya no es un secreto para nadie. El ejército ruandés se encuentra, claramente, en territorio congoleño donde combate codo a codo con las fuerzas del Congreso Nacional de la Defensa del Pueblo (CNDP) de Laurent Nkunda, en la parte oriental de la República Democrática del Congo (RDC). Todas las fuentes fiables lo han confirmado. Las autoridades de la misión de la ONU en el Congo (MONUC), no podían decir otra cosa ante pruebas evidentes para todos.

Las últimas noticias, según fuentes normalmente fiables, son que el Presidente ruandés, Paul KAGAME, acaba de nombrar oficialmente al coronel MUPENZI de la Rwanda Défense Force (RDF), denominación actual del ejército ruandés, antes llamado APR (Armée Patriotique Rwandaise), para coordinar las operaciones militares de esta nueva expedición de Ruanda en territorio congoleño.

Según diversas fuentes, el Coronel MUPENZI, al que se le ha adjudicado un helicóptero de la RDF con este fin, es actualmente comandante del octavo batallón de RDF, cuya base se encuentra desde hace tiempo en Ruhengeri, y realiza una ronda militar diaria de todas las posiciones estratégicas de la coalición RDF-CNDP, tanto para levantar la moral a las tropas como para planear estrategias apropiadas para la conquista de territorios.

A esta noticia, escandalosa y dañina para la convivencia de los pueblos de los estados vecinos, hay que añadirle las declaraciones recientes que el presidente ruandés hizo a la prensa belga en Bruselas. En estas declaraciones afirmó que «la desaparición de Laurent Nkunda no pondrá fin a la guerra en la RDC, ya que siempre podría surgir otro Nkunda”.

Lo que parece claro es que con este hecho el régimen de Kigali acaba de darle a Laurent Nkunda un arma que resulta ser un oficial activo del ejército regular de Ruanda.

Las pruebas se acumulan

Para quien conoce Ruanda, esta estrategia no es la primera de esta índole. Todo lo contrario.

Algunos recuerdan que, cuando el 2 de agosto de 1998, Ruanda y sus aliados en el exterior comenzaron la guerra contra la RDC, el poder del Presidente Paul KAGAME, en vista de tener todo el control sobre las operaciones militares y las repercusiones económicas y financieras de esta guerra macabra, había, junto con el Rassemblement Congolais pour la Démocratie (que, como el CNDP de ahora, servía antes como brazo político), designado al General James KABAREBE, actual jefe del Estado Mayor como dirigente de las operaciones militares de Ruanda en la RDC.

Muchas fuentes, incluso diplomáticas, no dejan de subrayar que Kigali nunca habría tolerado el fracaso de este plan macabro de la caída del régimen de Kinshasa en agosto de 1998, hasta el punto de sólo desear la balcanización de la República Democrática del Congo con el fin de asegurar, más que nunca, su influencia en la parte este de la República. El despliegue masivo de hombres y materiales e incluso de aviación del ejército ruandés en Kivu Norte y Kivu Sur en las líneas de frente obedece a esta lógica, que ninguna potencia del mundo ni la comunidad internacional pueden ignorar.

Los últimos enfrentamientos en las dos primeras semanas de octubre en Rumangabo han revelado muchas pruebas que sustentan toda opinión que afirme la determinación de Kigali de provocar la escisión de la RDC, incluso la más dubitativa.

Los observadores militares de la MONUC así como los oficiales militares de las fuerzas armadas de la RPC se han dado cuenta, durante la operación de limpieza en esta localidad, de la importancia del equipamiento militar de RDF, abandonado por la coalición sobre el terreno de batalla, así como boletines de servicios del ejército ruandés encontrados en cadáveres y en otros militares de RDF hechos prisioneros.

El silencio de la comunidad internacional

“Iré a cualquier sitio al que me lleve la búsqueda de la paz”. Con unas palabras similares se expresó el jefe de Estado congoleño, Joseph Kaila Kabange, durante su primer discurso tras haber llegado al poder el 26 de enero de 2001, después de haber heredado un país dividido en muchas administraciones rebeldes que se encontraban bajo la influencia de Ruanda, Uganda o incluso de Burundi.

Después de que pasaran más de siete años desde la consagración del renacimiento de la confianza entre congoleños, que fue confirmada con la convocación de elecciones democráticas, libres y transparentes; los enemigos de la República Democrática del Congo, los nostálgicos de pillajes de las riquezas del país de Lumumba destruyen todas las esperanzas al imponer una nueva guerra inútil a la población congoleña, hoy en día forzada, en masa, a errar sin ninguna asistencia humanitaria, bajo el silencio culpable de una comunidad internacional que constata la presencia efectiva de un ejército extranjero en la RPC, pero sin nombrarla y sin condenar la agresión.

¿Hasta cuando durará esta doble moral? Los congoleños están hartos.

(Forum des As, Kinshasa, 25-10-08)

Noticia traducida por Laura Betancort, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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