“La distancia entre las masas y los partidos políticos, del gobierno y de la oposición, es enorme”, dijo a la MISNA Khalid Ali el Amin, profesor de Economía Política en la Universidad de Jartum, en relación con los datos publicados sobre la participación en las elecciones parlamentarias y presidenciales. Elecciones con un resultado previsible, con la confirmación inevitable en la presidencia de Omar Hassan al Bashir, golpista y presidente desde 1989 y candidato a pesar de una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad; pero que – señaló El Amin – llega en un momento delicado de la política nacional: la rendición de cuentas en el seno del Partido del Congreso Nacional entre “halcones” y “palomas”. Los primeros defienden la preservación a toda costa; los segundos, las aperturas impostergables, a la luz de la crisis económica.
Profesor, la Unión Africana confirmó que la participación fue muy baja, entre el 30 y el 35%. Los principales partidos de la oposición boicotearon la votación. ¿Pero estas elecciones son creíbles?
Sólo una parte de la abstención masiva es resultado del llamado al boicot de los partidos de la oposición. Es una expresión de desencanto, frustración e insatisfacción con el gobierno del Partido del Congreso Nacional, pero sería erróneo interpretarla como un apoyo a la oposición. La adhesión a las asociaciones de los partidos tradicionales se ha reducido mucho, y en cambio están mucho más activos los movimientos de la juventud e independientes. La tradicional oposición está liderada por políticos ancianos que no tienen programas claros para resolver los problemas del país y que han perdido toda credibilidad, sobre todo entre los jóvenes. Existe una gran distancia entre las masas populares y los partidos, del gobierno y de la oposición. Este es el dilema y la tragedia de la política sudanesa de hoy. Ni el régimen ni la oposición son aceptados por la gran mayoría de la población.
¿Cuál es la posición de las potencias mundiales? ¿Reconocen las elecciones como legítimas?
Tanto la Unión Europea como Estados Unidos habían anunciado antes de las elecciones que no iban a reconocer los resultados y que las elecciones no se iban a llevar a cabo en condiciones políticas favorables, con partidos que interactúan entre sí y con los derechos humanos y las libertades civiles respetados. A diferencia de lo que ocurrió con las elecciones de 2010, ni Washington ni Bruselas han enviado observadores ni garantizado fondos.
¿La sucesión de Al Bashir es un tema de discusión?
Es difícil decirlo, porque sobre la lucha interna del Partido del Congreso Nacional hay poca información. Pero una cosa está clara: a pesar de todas las dificultades, Al Bashir ha fortalecido y continúa fortaleciendo su poder. Mi pronostico es que tomará decisiones drásticas y marginará aún más a los Hermanos Musulmanes para tener las manos libres. El objetivo es abrir el régimen al interior y el exterior del país promoviendo la reconciliación con la oposición y también con los movimientos rebeldes. Para Al Bashir, esta es la última oportunidad.
Sin embargo, Sudán continúa siendo desbastado por las guerras. El ejército y los paramilitares combaten a los rebeldes que están activos en las regiones fronterizas de Darfur, los Montes Nuba y el Nilo Azul. ¿Cuánto pesan estos conflictos, también desde un punto de vista financiero?
El impacto de las guerras en regiones remotas del país sigue siendo muy fuerte. La economía, ya devastada por la separación de Sudán del Sur en 2011, sigue estando condicionada por la hemorragia de sus ya de por sí escasos recursos provocada por los conflictos. Y también pesan factores externos, como las sanciones impuestas por Estados Unidos y las tensiones con algunos países árabes. El valor de la moneda nacional se ha derrumbado y la inflación se ha comido hasta el 70% de los ingresos reales. Para millones sudaneses, las condiciones se han vuelto insostenibles, y ahora hay un éxodo permanente del país, sobre todo de trabajadores y técnicos más calificados.
El mes pasado, Estados Unidos revocó algunas de las sanciones impuestas contra Sudán con la acusación de apoyar el terrorismo. ¿Las relaciones entre Jartum y Washington están por cambiar?
Se anunció el levantamiento de las sanciones sobre el comercio de computadoras y otras herramientas de comunicación, pero la mayoría de las restricciones siguen estando vigentes. A los que intentan comprar programas y software producidos en Estados Unidos les aparece en la pantalla un mensaje que dice “Access Denied for your Location or Country”. Lo mismo ocurre con las aplicaciones. Si las relaciones con Washington van a mejorar dependerá de la evolución de la política de Sudán, de si Al Bashir y las palomas del régimen le ganan a los halcones, que hasta ahora han tenido derecho a vetar”.
Jartum está apoyando la intervención saudita en Yemen, y Riad inmediatamente anunció la suspensión de las medidas restrictivas contra Sudán, sobre todo en ámbito bancario. ¿Qué significa eso?
El apoyo que ofrecieron a los sauditas en Yemen se puede interpretar de dos maneras: como una táctica para terminar con el aislamiento internacional y obtener un poco de margen de maniobra en ámbito económico; o como un reflejo de la lucha interna entre los halcones, por un lado, y el grupo de Al Bashir, favorable a una apertura interna y externa, por el otro. En cualquier caso, la actitud hacia Riad puede ser un indicador de lo que sucederá en el futuro.
En 2013, el costo de vida y las tensiones sociales dieron lugar a una serie de protestas y represión. En pocos días, 200 personas murieron. ¿Los sudaneses podrían regresar a las calles para exigir un cambio?
Podría haber disturbios y también protestas a gran escala. Es probable que haya formas de desobediencia civil, como lo sugiere la misma abstención masiva en las elecciones, pero creo que aún más probable es que Al Bashir tome decisiones sorprendentes para evitar que estalle una guerra civil y el caos.
MISNA – (Fundación Sur)
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