Entrevista a Leila Zerrougui «Lo que los niños sufren en un conflicto, un adulto no podría soportarlo»

2/03/2015 | Entrevistas

Su lucha contra las violaciones cometidas contra los niños de todo el mundo “la ponen enferma”. Pero no puede parar. A través de su campaña » Niños, no soldados», Leila Zerrougui, Representante Especial de la ONU para los niños y los conflictos armados, se ha fijado 2016 como horizonte para eliminar las armas de las manos de los niños.

Los niños hoy en día aún cogen las armas en los ejércitos de siete países: Afganistán, Myanmar, República Democrática del Congo, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen. Chad fue eliminado de esta lista en julio pasado, después de completar su plan de acción (revisión de tropas, verificación de las edades…).

¿Cuál es ahora la situación más urgente entre los países africanos?

Todos lo son. En primer lugar, Sudán del Sur, debido a que todavía hay guerra. Incluso si tenemos un plan de acción, incluso si el gobierno y la oposición se han comprometido, los niños siguen estando en el ejército. Una segunda preocupación es la república Centroafricana, sin ejército ni instituciones que funcionen. Yo diría también que Malí, ya que por el momento, no hay un proceso de paz y los niños son todavía atacados. En Sudán, hay muchas milicias, especialmente en el Sur: SPLM-Nord (Ejército de Liberación de Sudán, NDLR), JEM (Movimiento por la Igualdad y la Justicia) y Mina Minnawi (facción del Movimiento de Liberación de Sudán). En Somalia, Al Shabaab moviliza, recluta y cometen atentados terribles todos los días, y el gobierno aunque altamente motivado aún no ha establecido ni instituciones ni un ejército. En el Congo es donde más avances se han producido. Pero existe una verdadera voluntad política de parte de los siete estados. Todos quieren ser el próximo Chad.

¿Cuál es su opinión sobre la República Democrática del Congo?

Los miembros del LRA (Ejército de Resistencia del Señor) han sido reducidos y prácticamente sólo sobreviven. Los que hacen más daño ahora son el ADF. Muchos niños han sido reclutados también por Maï Maï Kata Katanga. La gran dificultad es que los reclutamientos se hacen entre varios países: Uganda, Ruanda, Burundi, Congo. Y las liberaciones y los reenvíos conllevan largos periodos de tiempo. Este año, más de 5.000 niños fueron liberados de los grupos armados por los respectivos gobiernos, con la ayuda de las Naciones Unidas. Es una cantidad enorme. Muchos niños dejaron las armas después de la derrota del M23. En cada grupo que se rendía el 30% de los integrantes eran niños.

¿Cómo se convierta a un niño en soldado?

Son secuestrados en el bosque o en el desierto y obligados a realizar operaciones militares con los adultos. Utilizando un “proceso mágico”, sobre todo entre los Maï Maï, se les hace creer que la bala no les atravesará.

Un fenómeno inquietante que cobra cada vez más relevancia son los atentados suicidas cometidos por los niños.

Ha habido en Somalia con al-Shabab, en Malí, al norte con Al-Qaeda en el Magreb Islámico (Aqmi) y en Nigeria. Nigeria aún no está en la lista, ya que es un conflicto nuevo. Pero Boko Haram, que utiliza gran cantidad de explosivos, sí que está, de hecho, en la lista. Este fenómeno no está tan extendido en África como en Irak, Siria o Afganistán.

¿Cómo puede un niño usar su cuerpo como una bomba?

El niño a menudo se radicaliza: se le hace un lavado de cerebro, se le manipula, se utiliza la religión o el sufrimiento de estos niños que pueden haber visto matar a sus padres. ¿Qué más le puede pasar a un niño que hacerle explotar? Es horrible. Pero existe.

¿Los niños soldados pueden llevar una vida normal después de un conflicto?

Lo que los niños sufren en un conflicto, un adulto no podría soportarlo. Conocí a niños que fueron fusilados, que saltaron por los aires al pisar una mina… deben ser protegidos contra el reclutamiento y cuando se les recupera, devolverlos a sus familias, trabajar con las comunidades. A veces los padres no aceptan de nuevo a sus hijos o a las chicas que vuelven embarazadas o con bebés. Si no es posible reintegrarlos de nuevo en su familia, le ayudamos, a través de Unicef para que puedan volver a la escuela, conseguir un trabajo, criar a su bebé.

Además de los siete países, también se enumeran 51 grupos armados. ¿Qué argumentos tiene Ud. para que negociar con ellos?

Los que tienen una agenda política tienen interés en trabajar con la comunidad internacional y quieren demostrar que no quieren violar el derecho internacional. Con ellos estamos desarrollando un plan de acción, al igual que con los países. Lo que hemos hecho en Malí, con Seleka en la República Centroafricana y con la oposición de Riek Machar en Sudán del Sur. Otros son completamente inaccesibles. Al-Shabab, por ejemplo.

¿Qué métodos se utilizan entonces?

La presión política, la presión militar, la lucha contra la impunidad, los tribunales nacionales e internacionales… Por ejemplo, en el Congo, la República Centroafricana y Sudán, hay comités de sanciones. A los Señores de la guerra que reclutan niños se les ficha y se convierten en persona non grata en los debates políticos, se les prohíbe viajar o se les confiscan los bienes.

Su mandato también incumbe otras violaciones de los derechos del niño, como la violencia sexual, la mutilación, el secuestro. ¿Por qué se ha centrado en los niños soldados?

Todas estas violaciones están relacionadas. Cuando se secuestra a un niño, el objetivo es reclutarlo, matarlo o violarlo. Puede ser mutilado, también. Poniendo fin al reclutamiento, se reduce el nivel de violaciones.

En el fondo, proteger a los niños es proteger a la sociedad.

Son la generación futura. Este es el mensaje que queremos transmitir: tenemos que hablar de los niños en las mesas de negociaciones y comenzar por mostrar buena voluntad cesando las violaciones. Los menores de 18 años representan el 50% y, a veces, hasta el 70% de la población. ¿Y queremos hablar y resolver los problemas sin tenerlos en cuenta? No es posible. No se puede construir el futuro sin ellos. Y tal como lo vemos actualmente en los países: si hacemos ahora un mal acuerdo, pocos años después acaba explotando. Son los niños de hoy los que mueren, pero son vitales para los países. No dejo de decirlo: esto no es una cuestión marginal en el conflicto. Es una cuestión internacional.

Sophie Mignon

Notre Afrik No. 51, enero 2015 – (Fundación Sur)

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