Amartya Sen, ha desarrollado una reflexión personal sobre la teoría del desarrollo, inspirada de sus análisis de modelos y acciones experimentados a lo largo del siglo XX. En el fondo, sostiene que no existe una sola teoría.
El economista y filósofo de la Universidad Harvard ha tomado como argumento, en el inicio de su reflexión, dos concepciones, que defienden cada una un planteamiento distinto, la “GALA” (Saldremos adelante con una ayudita de los amigos) y la “BLAST” (Sangre, sudor y lágrimas). Las dos conducen al mismo resultado pero por vías diferentes. Si la primera (GALA) aboga por la cooperación y la intersección de los mercados para conseguir el desarrollo, la segunda insiste en el sacrificio y la instauración de las condiciones que puedan crear las situaciones idóneas para la promoción del individuo y de la sociedad, como la educación y la atención de la salud. El economista sostiene que toda política de desarrollo debería tomar en cuenta la garantía del bienestar de los individuos, la igualdad de género y la mejora de la calidad de vida, incluso el equilibrio demográfico.
En otra aproximación hacia el desarrollo, Amartya Sen explica que lo más importante sería preservar los derechos humanos y fomentar la libertad dentro de la sociedad, como impulso del desarrollo. En los sistemas democráticos, la calidad de vida, el alto grado de productividad y la garantía de la libertad son determinantes en la ecuación del desarrollo. A contrario, en algunos regímenes autoritarios, como Coreo del Sur, Singapur o China, el alto crecimiento económico no se traduce, en el terreno, en términos de prosperidad para los ciudadanos. Esta situación revela el conflicto que se vive en algunos países entre los derechos políticos y la preocupación por el crecimiento económico. En un país, con una tradición democrática arraigada, les ciudadanos están más preparados para hacer frente a los desastres y crisis debido al derecho de control de los dirigentes y la libertad de participación en los debates sobre las cuestiones cruciales que afectan a la comunidad. El preservación del capital humano es la condición imprescindible para conseguir un verdadero desarrollo debido a la regeneración de recursos y beneficios que fomentan el consumo y mejoran el bienestar.
El economista indio advierte contra la tendencia de establecer una relación directa entre el crecimiento del PIB per capita y la aspiración del individuo a más derechos. En este caso, sería oportuno referirse a los informes de las organizaciones internacionales sobre la medición de la calidad de vida, como el Índice del desarrollo Humano (IDH). En conclusión, el economista admite que la concepción del desarrollo debería abarcar todos los elementos que favorezcan la protección de las libertades individuales, la cooperación, la participación efectiva en la toma de decisiones, la libertad de elección lejos de toda acción coercitiva. El desarrollo prospera en tales condiciones.