El distrito o Master Plan de Kigali, Ruanda, se esboza como la regeneración ya no de la capital del diminuto país centroafricano si no cual modelo económico de una nación que no produce nada y que tras aquel fatídico episodio entre hutus y tutsis, que a machetazos se resolvió, busca reinventarse. Quizás el más vergonzoso episodio de la historia contemporánea africana. Ruanda es un estado garrapata del Congo. Carente de recursos naturales, paradójicamente, se revela como un notable exportador de coltán ¿Cómo es posible? El llamado oro gris es un mineral indispensable para la fabricación de dispositivos móviles de alta tecnología. Los yacimientos de la convulsa e inestable región fronteriza congoleña del Kivu y la peligrosa ciudad de Goma, son el escenario donde rebeldes, mercenarios y buscavidas de siniestro pasado, salvaguardan los intereses de las multinacionales de la telefonía y custodian las canteras donde a mano y bajo unas condiciones faraónicas, se extrae en valioso mineral. Entes que usan un enrevesado sistema de muñecas rusas para no manchar su imagen y mantener así el flujo del valioso coltán hasta la segura Ruanda.
Los brokers de la minera y su intrínseca red de intermediadores locales, son las pantallas que permiten a gigantes como Apple, Sony o Samsung, no verse involucradas en incomodos escándalos relacionados con la sobre-explotación de menores. El renacer de la Ruanda pos-genocidio, de la mano de las donaciones internacionales, esconde oscuras derivadas. Un enmaraño de sociedades está detrás del suntuoso proyecto que pretende transformar Kigali, y su humilde urbanismo, en un pulcro centro financiero en mitad de la jungla. Escenario donde los fabricantes buscan asegurarse el [indispensable] suministro del coltán o columbita. No dudando para ello en subvencionar la liliputiense economía ruandesa y convirtiéndola en un santuario dotado de la seguridad jurídica que el vecino Congo carece. Así de simple y así de retorcido ¿Y el hombre “ideal” para promocionar el proyecto?: Paul Kagame. Sin comentarios. El espigado y siniestro señor Kagame tiene las manos tan manchadas de sangre como Amín o Mobutu.
Ruanda quiere ser la Suiza africana. No sé si el estado helvético sangra a Europa; lo que sí tengo claro, es que Ruanda sí parasita los recursos naturales del Congo y su historial de agresiones, al otro lado de la frontera, ya es un habitual en la región de los Grandes Lagos.