La campaña para las elecciones legislativas del 26 de octubre comenzó el fin de semana pasado “sin mucho entusiasmo. Los tunecinos se concentraron en la celebración de la gran fiesta musulmana del Eid al Adha y en el costo exorbitante del cordero”, dijo a la MISNA desde Túnez el padre Ramón Echeverría, un misionero de los Padres Blancos y gran conocedor del país del Norte de África, sobre el clima que reina en Túnez cuando está comenzando un ciclo electoral nuevo y crucial.
Dentro de tres semanas – después de dos años de retrasos provocados por una grave crisis institucional -, 5.200.000 electores serán llamados a elegir a 217 diputados en 33 distritos electorales. Luego, el 23 de noviembre, los tunecinos volverán a las urnas para elegir al primer presidente desde el levantamiento popular de 2011, cuando fue derrocado el régimen de Zine el Abidine Ben Ali.
Para las legislativas, la Instancia Superior encargado de organizar la votación (ISIE) autorizó 1.327 listas electorales, para un total de 13.000 candidatos. En cambio, para las presidenciales, se aprobaron 27 de las 70 candidaturas que se presentaron.
“Por supuesto que no todos los tunecinos miran con el mismo interés a las elecciones del 26 de octubre. En el país, las diferencias culturales y económicas entre las diferentes clases sociales son enormes. No se puede comparar de ninguna manera la vida de clase media de la capital con los habitantes más pobres de las zonas rurales o económicamente remotas. Las preocupaciones son muy distintas, al igual que la participación” dijo Echeverría.
Sin embargo, hasta el momento los candidatos no han presentado todavía su programa electoral, y “lo que es peor, han empezado a actuar como en un teatro pensando en su propio éxito personal, en lugar de exponer propuestas concretas para los sectores económico y social”, se lamentó el misionero. Sin embargo, los principales partidos políticos afirman que lucharán contra el desempleo y la pobreza, dos de las causas que hicieron estallar la revuelta de la primavera tunecina.
En cuanto a la larga transición, que duró tres años y medio, el interlocutor de la MISNA señaló que el balance es “positivo en general”. Para el padre Echeverría, “cada día sin violencia o disturbios sociales es una pequeña conquista diaria en la convivencia pacífica y preciosa”, y uno de los principales logros fue la mediación entre las fuerzas políticas rivales que se enfrentaron durante meses, lo que llevó a firmar un acuerdo para una salida negociada de la crisis.
Tras una larga confrontación institucional, los islamistas de Ennahda (que ganaron las legislativas post-Ben Ali en octubre de 2011) lideraron una coalición tripartita que gobernó hasta enero de este año. Hace seis meses, el ex Jefe de Gobierno Ali Larayedh le entregó el mando al primer ministro interino Mehdi Jomaa, en virtud de un acuerdo cuyo objetivo era poner fin a la crisis que desataron los asesinatos de dos líderes de la oposición: Chokri Belaid, en febrero de 2013, y Mohamed Brahmi, en julio del mismo año.
“En este momento el país está en calma, aunque la región está en crisis, desde Libia hasta Egipto. Por no hablar de Siria e Irak. Existe un temor mínimo de que la inestabilidad de los vecinos pueda tener algún efecto negativo. Pero el carácter del tunecino es paciente y testarudo. Hasta ahora, las autoridades y la sociedad civil han logrado crear un equilibrio que funciona y que, esperemos, se confirme en el medio y largo plazo”, auguró el padre Echeverría, y añadió que habrá “buenos resultados en las urnas” para Ennahda, después del 37% que obtuvo en 2011 y la idea generalizada entre la gente de que los islamistas “le hicieron bien al país al firmar el acuerdo político” al comienzo del año.
Fuente MISNA Fundación Sur
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