400.000 afrodescendientes acorralados por la violencia y la codicia en Colombia

15/07/2014 | Opinión

Por Marta Carreño

¡SOS Chocó! Las diócesis de Istmina, Quibdó y Apartadó han presentado el vídeo «Crisis Humanitaria en el Chocó», un documento gráfico que analiza la situación de crisis humanitaria a la que se enfrenta la población de este castigado departamento colombiano.

En el Chocó habitan 50.000 indígenas, pertenecientes a cinco etnias diferentes, y 400.000 afrodescendientes, que viven acorralados por la violencia y por la codicia. Paradójicamente, esta tierra, la más rica en recursos de Colombia, es también la que da cobijo a los más pobres y abandonados… Los pobladores nativos del Chocó se enfrentan a condiciones de vida infrahumanas, en las que, según los autores del documental, la inoperancia del Estado tiene mucho que ver.

“Tanta agua, tanto oro, tanta tierra

Tanta riqueza, ¿pa’ qué?

Pa’ que unos pocos corruptos se lucren,

mientras el pueblo se muere de hambre…

Pa’ que unos pocos corruptos se lucren

Mientras el pueblo se muere…”.

“No quiero guerra, no”, la letra de la canción de Nacho Vélez describe la situación de un pueblo “que agoniza” entre carencias: pésima educación, pésima salud; falta de saneamiento y de agua potable; altas tasas de paro, de malnutrición y de mortalidad materno-infantil y un conflicto demasiado largo ya. Un enfrentamiento entre el Estado, los narcotraficantes, las guerrillas y las fuerzas paramilitares, que impide que cese el goteo constante de muertos, de desplazados y de afectados y que agudiza los graves problemas de la población civil.

Los portavoces de las organizaciones promotoras del reportaje, «dudan de la efectividad y la forma de resolver de las fuerzas públicas” y de las mediadas que el Gobierno colombiano ha tomado para poner fin a los largos años de enfrentamientos.

Y así, con los grupos armados sin control, con los narcotraficantes sin control y con una actividad minera ilegal (amparada por empresarios sin escrúpulos, políticos corruptos y por los grupos en conflicto), también sin control, el pueblo del Chocó llora a sus miles de muertos y desaparecidos, pide al Gobierno que escuche sus grito de socorro, y que tome medidas para salvaguardar los derechos fundamentales de cientos de miles de inocentes.

Así actuamos

Manos Unidas ha hecho de la lucha por la defensa de los Derechos Humanos de de estas personas, su causa. Desde hace años colaboramos con la diócesis de Quibdó y la Cocomacia (Consejo Comunitario Mayor de la Asociación campesina integral del Medio Atrato) impulsando un trabajo de desarrollo integral, que se aglutina en el “Programa Integral de Desarrollo en el Medio Atrato”, con el que más de mil familias afrocolombianas de 40 comunidades, están recibiendo formación para reafirmar su identidad cultural y para fortalecer sus capacidades productivas y de comercialización.

Este programa, en el que se han invertido más de dos millones de euros, se inició en 2008 y ha contado con el apoyo de instituciones y entidades como el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid y de la Obra Social La Caixa.

Además, también con la diócesis de Quibdó y la Cocomacia (Consejo Comunitario Mayor de la Asociación campesina integral del Medio Atrato) trabajamos para garantizar el derecho a la tierra de las comunidades afrocolombianas e indígenas, desplazadas por el conflicto y las actividades económicas ilegales. El proyecto, hace hincapié en la mejora de las condiciones de las mujeres, que suponen el 75 por ciento de la población desplazada.

Por otro lado, y ya en la diócesis de Apartadó, colaboramos con la Asociación de Consejos Comunitarios del Bajo Atrato (ASCOBA) y Asociación de Cabildos Indígenas del Bajo Atrato (CAMIZBA), que desarrollan parte de su labor en los municipios de Ríosucio y de Carmen del Darién, caracterizadas por la presencia de comunidades de desplazados por causa del conflicto interno.

El proyecto que apoyamos desde Manos Unidas trabaja para garantizar la soberanía alimentaria de las comunidades afrodescendientes e indígenas del Bajo Atrato y para fortalecer su sistema productivo y organizativo, de modo que ellos mismos sean capaces de exigir sus derechos y luchar por sus tierras. Como el anterior, este proyecto, tiene muy presente a las mujeres que, junto a los niños, son las más perjudicadas por el conflicto.

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Marta Isabel González Álvarez

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