Moción de censura en Malí. Lecciones aprendidas.

3/07/2014 | Opinión

La sesión celebrada en la Asamblea Nacional habla por sí misma, arrojando más luz sobre la situación política, que la votación que la clausuró. Y su interpretación no es muy complicada.

La política, es en circunstancias particulares el arte del reciclaje. Especialmente, el de algunos métodos que, lógicamente no han convencido debido a su pasado y cuyo alcance, en absoluto, constituye una garantía. Los usuarios de aquéllos métodos, sin embargo, vuelven con la esperanza de restaurar su eficacia para adaptarlos a las necesidades presentes. Sin duda alguna, ésta es la intención que subyace en la presentación, por parte de la oposición malí, de una moción de censura contra el gobierno.

Por supuesto, hay que subrayar que el partido político malí Vigilancia Republicana y Democrática (VDR), a semejanza de la mayoría de las coaliciones de oposición africanas, no dispone más que de un repertorio limitado de métodos para asegurarse la visibilidad. Al no tener una presencia regular en los medios de comunicación – lo que garantiza la mayoría presidencial por medio de la presentación de las actividades gubernamentales-, de vez en cuando y por la fuerza de los hechos, necesita recurrir a lo que Bernand Kouchner (1) llamaba la ley del alboroto. Lo que se reduce simplemente a practicar la táctica del impacto. Es decir, se lanza una iniciativa espectacular, contundente en su expresión y provocadora en su contenido; una iniciativa susceptible de calar en la opinión pública nacional y de dejar constancia de hecho.

La oposición ya había recurrido a este procedimiento de presentar una moción, en relación a la situación escolar, en 1996 y sobre los preparativos de las futuras elecciones, en 1997. Ambas presentadas sin éxito, en una época caracterizada por el enfrentamiento con la oposición, dada la imposibilidad misma de conseguir el resultado deseado, ya que el Partido Africano por la Solidaridad y la Justicia (PASJ)(2) contaba, él sólo, con 76 diputados sobre los 117 de la Asamblea Nacional.

Conviene, sin embargo, hacer una precisión que subraya el progreso realizado por la democracia malí en 22 años de existencia. Durante el primer mandato del presidente Konaré, los opositores tomaron la decisión de apostar por el debate público, sólo después de haber probado la acción en la calle. Habían elegido ésta segunda opción en abril de 1994, a través, ante todo, de una marcha pacífica, sin los efectos deseados, ya que movilizó medianamente a los ciudadanos, y además esta operación de “ciudad muerta”, se convirtió en un rotundo fiasco.

Hace veinte años, al poner en marcha estas arriesgadas iniciativas, la oposición pensaba en atraerse la adhesión de los ciudadanos afectados por las primeras consecuencias dolorosas de la devaluación del franco CFA y aterrados por la degradación continua de la educación escolar.

Estados de ánimo perceptibles.

Pero la combinación discordante que se había creado para la ocasión (Colectivo de partidos de la oposición, Coordinación de asociaciones y Foro de sensibilidades), presumió ampliamente de su influencia y capacidad de movilización. También se confundieron respecto del estado de ánimo real de la mayoría silenciosa. Esta última se mostraba, en efecto, poco inclinada a la indulgencia para con el gobierno de la época, pero no estaba muy dispuesta a comprometerse en lo que ella percibía como una iniciativa puramente política.

La actual oposición ha decidido sacar provecho de una coyuntura excepcionalmente difícil para el ejecutivo, para hundirlo en críticas. Efectivamente, a pesar del esfuerzo del gobierno en dar explicaciones, existen cierto número de cuestiones polémicas que continúan produciendo efectos negativos, como el problema de la región malí de Kidal (3) que hoy rebasó la esfera de lo político y de lo militar para fijarse en la aquella de lo pasional. A ello se añaden los asuntos de la adquisición del avión presidencial y de la compra de suministros para las fuerzas armadas, y el de la muy discutida organización de las pruebas de bachillerato.

La VRD, estima que no se volverá a presentar, tan pronto, una conjunción tan favorable de factores, para atizar a la autoridad del primer ministro y para asegurarse una apreciada victoria junto a la clase media ciudadana. Así que, en la realización de su proyecto, la oposición puso fin, sin vacilar, al clima de tranquilidad táctica, instaurado desde la reunión celebrada con el presidente de la República.

Además, la Unión por la República y la Democracia (URD) y sus aliados no pueden ignorar las discusiones que recorrerían la bancada de la mayoría presidencial, a propósito del revés militar sufrido en la región de Kidal y de sus consecuencias, de la escalada de inseguridad y del destino de los de los alumnos del bachillerato.

Mediante la moción, sus promotores, también esperan provocar la emergencia en los debates, de los estados de ánimo de la gente, para que sean perceptibles en el bando político de la mayoría, y de este modo, inducir a algunos de sus diputados a expresar lo que no sería más que un apoyo muy crítico a la acción gubernamental.

De entrada y precisamente, respecto este último punto, los resultados para los opositores se revelan después de todo, limitados. Desde luego, ambas formaciones políticas, el VRD y el URD, en el momento de la votación, de forma suplementaria, concentran su voto, pero el refuerzo que ello supone, no puede ser interpretado como verdaderamente significativo. La mayoría, en efecto, elige hacer bloque con el jefe del gobierno sin ceder a la tentación de combinar el sentido de su voto con su solidaridad, mediante la formulación de observaciones abiertamente críticas dirigidas al primer ministro.

Ha destacado, a este respecto, el compromiso personal de los dirigentes de la Agrupación por Mali, (conocido por sus siglas en francés RPM, Rassemblement pour le Mali) que adoptaron, casi todos, un tono amenazante con la coalición opositora y no dudaron en emplear su gran artillería dialéctica al acusarles casi abiertamente, de llevar a cabo una maniobra de desestabilización y de pactar con el MNLA.

Los jefes de filas de los Tisserands (4) eran muy conscientes de que el hecho de dejar que se transparentara alguna sospecha de reserva sobre la acción gubernamental, equivaldría a añadir desorden en la dificultad. Pero en el bando presidencial, estos posicionamientos monolíticos coexistieron con análisis más matizados, que provenían de algunos representantes del RPM y que concernían en particular a los asuntos sociales.

El matiz, del mismo modo, viene de formaciones aliadas como ADEMA-PASJ, que se preguntó acerca de las motivaciones que habían guiado el importante movimiento de los responsables en las academias, movimiento que no propició el hacerse cargo de los problemas de organización de los exámenes; o como el partido Solidaridad Africana por la Democracia y la Independencia (SADI) que antes de explicar su apoyo al ejecutivo, procedió a hacer un inventario exhaustivo de las dificultades todavía no resueltas y de las expectativas no cumplidas.

Enfrentados.

Pero el principal límite que debía experimentar la oposición a su iniciativa – si se elabora un balance desapasionado- residía, desde nuestro punto de vista, en el hecho de que el VRD no ganara la batalla de la opinión, batalla que constituía, en el enfrentamiento, una apuesta mucho más importante que el hipotético derrocamiento del gobierno.

En las filas del URD, un partido de colegas de bancada, uno de sus responsables había manifestado la necesidad de la moción, asegurando que la degradación actual de la situación en el país obligaba a tomar la palabra con el fin de atraer la atención sobre la importancia de las anomalías y la gravedad de las amenazas. El argumento es perfectamente válido, pero la cuestión que se plantea, es saber si la presentación de una moción de censura constituía en estas circunstancias la mejor elección táctica.

Lógicamente, la respuesta es positiva si se tiene en cuenta la repercusión mediática y la audiencia excepcional que inevitablemente provoca tal acontecimiento, sólo por el hecho mismo de su singularidad. Pero una vez agotado este efecto y en ausencia de un elemento real de suspense, la moción puede revelarse como un procedimiento de doble filo.

Su desarrollo es, ante todo,m el de un proceso que privilegia a menudo, una subjetividad muy política en la formulación de argumentos y de contraargumentos, y la extrema brutalidad de los intercambios que se hacen entre partidos políticos enfrentados. Así pues, se está bastante lejos del esfuerzo pedagógico que impone, por ejemplo una interpelación al gobierno o una pregunta de actualidad. El desarrollo de los debates, por consiguiente, aportó muy pocos elementos de información nuevos y que fueran sustancialmente diferentes de los que los ciudadanos han conocido en el curso de las últimas semanas, a través de los medios de comunicación.

El segundo hecho a tomar en consideración, es la percepción que tiene el gran público de la moción de censura, que representa sobre todo, un intento, si no, de hacer caer al primer ministro, al menos, sí de desestabilizarlo, como adversario político. Ahora bien, para la aplastante mayoría de nuestros compatriotas, el momento no se presta ni a los ajustes de cuentas, ni a la búsqueda de chivos expiatorios, sino más bien encontrar soluciones y a dirigir signos positivos concretos a una población que ha perdido su horizonte.

La oposición no podía responder a estas expectativas, ya que el formato mismo del acontecimiento y la ordenación de los debates, le asignaban el papel estrictamente de fiscal y no le permitía abrir ningún espacio para la reflexión, ni tampoco para la formulación de proposiciones alternativas.

Varios intervinientes del partido presidencial no dejaron de señalar esta debilidad, al deplorar una iniciativa que estimaron que llegó, particularmente, en mal momento, ya que ahora el país necesita que las divergencias sean postergadas y la solidaridad nacional se imponga frente a cualquier otra actitud partidista.

De la discordancia entre las expectativas creadas y el desarrollo de la moción, ha nacido un sentimiento muy extendido en el seno de la opinión pública nacional que reduce la sesión parlamentaria del miércoles pasado, a una disputa política entre fuerzas opositoras. Por eso, la gente, recordará de la contienda en el hemiciclo, sobre todo, algunas pequeñas frases de unos y algunas posturas significativas de otros.

Sin embargo todo acto político, sea cual sea la calidad de su ejecución, siempre arroja enseñanzas que merecen ser tomadas en cuenta. A este respecto, las congratulaciones y calurosos abrazos intercambiados entre los diputados de la mayoría presidencial, tras la proclamación del resultado final de la votación, podían sorprender respecto a su previsibilidad. Pero estas felicitaciones mutuas se explican cuando se evocan algunos cambios de humor que habían recorrido la bancada de la mayoría presidencial.

La rapidez con la que fue aceptada la idea de una comisión de investigación sobre los acontecimientos de Kidal, la fría cólera del presidente de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, tratada con habilidad, al airear información de los diputados concernidos en la organización del bachillerato en Bamako, la inquietud ante el aumento de fenómenos de inseguridad, subrayada con insistencia durante la sesión de cuestiones de actualidad e incluso alguna dificultad de acceder a los miembros del gobierno, traducen la insatisfacción latente de los parlamentarios, sometidos a la impaciencia de sus electores.

La eventualidad de que la mayoría parlamentaria abandone al primer ministro, apunta, desde luego, a una idea absolutamente absurda. Pero la posibilidad de una advertencia mediante un número significativo de abstenciones había sido algo más que considerada superficialmente, antes de ser desarticulada por la intensa actividad de cabildeo de algunos líderes.

El alivio expresado mediante la explosión de alegría era pues comprensible, ya que la disciplina de voto había sido respetada en esta primera prueba de cohesión, que había tenido que pasar la mayoría presidencial. Sin embargo no estaría de más que el gobierno extrajera una auténtica lección de su puesta a prueba.

Urgencias complejas.

Sería muy fácil considerar la presentación de la moción de censura, solamente como un índice del éxito de nuestra práctica democrática. Limitarse a este razonamiento, de orden muy general, sería subestimar un factor mayor, como es la ansiedad que reina en el ambiente del país y sobre la que la oposición se apoya para lanzar su iniciativa.

El restablecimiento de la presencia del Ejército Maliense (FAMA) (5) en las posiciones que ocupaban antes en el norte del país (fuera de Kidal), la toma en consideración de las consecuencias de las recientes decisiones del FMI, la gestión de los resultados del bachillerato, el alivio de la psicosis de inseguridad, reactivada por la increíble evasión de Mohamed Ali Ag Wadoussène (6), representan urgencias tan complejas, que quedaron relegadas en los mensajes pronunciados por los diputados de la mayoría presidencial.

Es conocido el célebre aforismo de Jacques Chirac, que decía que en política, los problemas (el antiguo presidente francés usaba un término mucho más crudo) vuelan en escuadrilla. El contexto actual no es fácil de asumir por el gobierno. Sin ceder a la precipitación, no tiene otra elección, más que no demorarse en las decisiones y preocuparse tanto de su inmediata claridad, como de la credibilidad de aquéllas. La conquista de la verdadera adhesión de los ciudadanos pasa por ello.

G. Drabo.

L’Essor (El Desarrollo).

(1) Médico y político francés, cofundador de Médicos Sin Fronteras (MSF) y de Médicos del Mundo. Ministro de Asuntos Exteriores 2007-2010, en el gobierno de François Fillon.

(2) También conocido con las siglas ADEMA-PASJ, en referencia a la coalición con la Alianza por la Democracia en Mali. Son miembros de la Internacional Socialista.

(3) Disputa en esta región del Ejército malí con los rebeldes tuaregs del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA).

(4) Partido de los Tejedores, al que pertenece el actual presidente de la Republica de Mali, Ibrahim Boubacar Keïta, conocido como IBK

(5) Siglas de Fuerzas Armadas Malíes. Además “Fama”, en lengua Bambara, hablada en África occidental, significa “jefes”.

(6) Considerado terrorista por las autoridades malíenses, relacionado con Al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI).

Traducción y Notas Antonio Vázquez

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