Crónica de un secuestro

23/06/2014 | Crónicas y reportajes

En marzo de 2012, Yonathan Habte(1) de 26 años, decidió huir de Eritrea, donde había evadido el servicio militar y se enfrentaba a la pena de cárcel. Con formación en ingeniería informática, confió en que podría labrarse otra vida en otro país africano. En lugar de ello, fue secuestrado cerca de la frontera con Sudán y llevado a Egipto, donde sobrevivió tres meses en dos campos de refugiados diferentes, en la región sin ley del Sinaí, cerca de la frontera con Israel.

Yonathan Habte hace estas declaraciones a IRIN(2) por teléfono desde Suecia.

«Mi plan era sólo salir de Eritrea lo más rápido posible. Después de terminar la universidad, se supones que tienes que hacer el servicio militar pero yo me negué. Estaba trabajando en la capital de manera ilegal porque no tenía pasaporte. Unos amigos míos habían desaparecido y yo pensé que iba a ser el próximo. El plan era salir de allí, sin importar a dónde, pero ya que había nacido en Sudán y hablaba el idioma, me decidí a ir allí.

«Yo conocía el riesgo de secuestro, por eso no usé un contrabandista y decidí confiar en mí mismo y en algunos de mis amigos. Cuando llegamos cerca de Kassala, al este de Sudán, algunos Rashaida (tribus locales) trataron de detenernos, pero nosotros éramos seis y nos defendimos. Desde Kassala, las autoridades nos llevaron a Shagarab, un campo de refugiados”.

«La seguridad allí no existía. Los Rashaida podían entrar y salir a su antojo y los guardias de seguridad eran corruptos e incluso colaboraban con ellos. Pasaron tres semanas y un día, yo estaba recogiendo leña con mis compañeros de habitación cuando los Rashaida asaltaron el campamento”.

«Llegaron con tres vehículos y nos cogieron a otros dos chicos y a mí consiguieron a mí. Nos dieron una paliza y nos llevaron a algún lugar al norte de Kassala, donde se nos unieron otros eritreos que también habían sido secuestrados”.

«Luego nos trasladaron más al norte, donde se nos unieron más eritreos. Después de unos días tenían ya suficiente gente como para ser llamados un «lote» y nos dijeron que nos enviaban a Israel”.

«Junto con otras 30 personas me enviaron al Sinaí. En la frontera, nos entregaron a unos egipcios que utilizaron un pequeño barco para llevarnos a través del Nilo hasta una ciudad llamada Asuán. Luego usaron un camión grande de aves para transportarnos a través del Canal de Suez. Tan pronto como cruzamos al Sinaí, nos dividieron entre los contrabandistas y a mí me llevaron con otros 12 a un campo de tortura donde exigieron 3.500 dólares por mi liberación”.

«Nos hicieron llamar a casa a nuestras familias dos o tres veces al día y cada vez nos daban una paliza para que nuestros familiares nos oyeron gritar. Algunos amigos y parientes acordaron pagar los 3.500$. Tan pronto como se hicieron las transferencias electrónicas, nos metieron en un coche y nos vendieron a otro traficante y éste exigió 30.000$. Decía que había pagado un montón de dinero por nosotros y que esperaba recuperarlo”.

«El segundo campamento era peor. No te daban mucho de comer, sólo un pedazo de pan para todo el día y estás muy débil y se pasaban todo el día golpeándote, se turnaban. Se intensificaba cuando llamabas a casa, pero era constante. Había tres mujeres con nosotros y una de ellas estaba embarazada, y, a pesar de ello, también la golpeaban”.

“Te cuelgan de los pies o de las muñecas y te azotan. Después de una semana, una de las personas junto a las que fui secuestrado murió. Yo mismo estaba en muy mala situación. En el primer campo, me habían roto la muñeca y me ataron una cadena al tobillo con tanta fuerza que la cadena se fue hundiendo en la carne. Mi visión era muy pobre y casi no podía mantenerme en pie”.

«Dado que la señal telefónica de Israel funciona en la región del Sinaí, te hacían llamar a cualquier persona de Eritrea en Israel para que te enviaran, a través del móvil, crédito para llamadas internacionales. Una vez que recibías crédito, te hacían llamar a tu casa durante todo el día, a familiares o amigos en Europa, los EE.UU., no les importaba dónde, sólo se preocupaban por conseguir dinero”.

«Yo no esperaba que mi familia pudiera conseguir los 30.000$, por había perdido toda esperanza. Intenté suicidarme cortándome la yugular con un alambre, pero ya era demasiado viejo y estaba oxidado por lo que no funcionó. Uno de los traductores era eritreo y le pedí que me consiguiera cualquier tipo de veneno que me ayudara a morir, pero se negó. Seguí imaginando a mi madre recibiendo estas llamadas y no teniendo dinero para pagar y sin saber qué hacer. Por lo menos si moría esto no seguiría así durante meses”.

“Ya llevaba allí tres meses, y estaba tan débil en ese momento que pasaba inconsciente la mayor parte del tiempo, incluso deliraba. Eso pasaba cuando mis amigos y familiares estaban intentando llegar a los 30.000$. Les advertí que no debían pagar ni un solo centavo a menos que escucharon mi voz, porque yo esperaba morir cualquier día. Pero, finalmente, consiguieron el dinero y lo giraron”.

«Yo estaba demasiado débil para caminar. Mis manos estaban muy dañadas porque me habían colgado durante demasiado tiempo por las muñecas. No tenía sensibilidad en ellas y la carne estaba empezando a caerse de los huesos en ambas manos. Me entregaron a un beduino que fue el responsable de la travesía desde Egipto a Israel”.

«Él no era tan cruel como los demás, incluso trató de ayudarme y me aconsejó que permaneciera en Sinaí unas semanas para recuperar fuerzas antes de cruzar la frontera, pero me negué. Así que me soltó ahí, junto con otros 150 refugiados, en su mayoría eritreos, y algunos sudaneses. Traté de caminar, pero a los pocos metros me derrumbé y los demás tuvieron que llevarme el resto del camino”.

«Nos las arreglamos para llegar a Israel y tan pronto como llegamos nos pusimos en contacto con algunos soldados, me enviaron a un hospital donde estuve tres meses. Me pude comunicar con mi familia y decirles que estaba con vida, pero no les dije nada acerca de las lesiones en las manos. He perdido la mayor parte de los dedos y los que me quedan no los puedo mover mucho, así que son bastante inútiles. Los médicos me informaron de que habían hecho todo los posible pero que, a partir de ahí, necesitaba una cirugía más avanzada”.

«Me enviaron a un refugio en Petah-Tikva ,al este de Tel Aviv, y estuve allí durante un año y unos meses. Me sentía horrible. A pesar de que me alegraba de estar vivo, de alguna manera pensaba que, tal vez, hubiera sido mejor morir, ya que ahora dependía de los demás para todo. Siempre he confiado mucho en mí mismo y odiaba tener que pedir ayuda y estar en esta situación”.

«En Israel, consideran a la gente como yo como infiltrados, sin importar cuántas veces les he contado lo que me había sucedido. Cuando llegamos, no tuvimos la oportunidad de solicitar asilo político y la ley anti-infiltración permitía al gobierno detener a cualquier persona hasta un máximo de tres años. Esto es lo que realmente me deprimía, porque a pesar de ser una víctima, me trataban como a un criminal”.

«Yo quería salir, pero no tenía un pasaporte, y no podía ir a la embajada de Eritrea porque había desertado del servicio militar. Además, no tenía dinero. Mi familia todavía tiene grandes deudas, apenas pueden sobrevivir y mucho menos ayudarme”.

«Hablé con muchos periodistas sobre lo que me había pasado y así fue como entré en contacto con algunos activistas que vinieron a Israel con una delegación en 2013. Ellos me invitaron a hablar en el Parlamento Europeo y les dije: “Bien”. Así que mi amigo y yo llegamos a Bruselas en diciembre de 2013”.

«Decidimos venir a Suecia, y ahora estamos en medio del proceso de solicitud de asilo. Parece como un nuevo capítulo de mi vida. Quiero conseguir nuevas operaciones para mis manos. En cierto modo he tenido suerte, porque, incluso cuando estaba en Israel, conocí a personas que querían ayudarme, así que están tratando de recaudar 200.000$ para las intervenciones quirúrgicas. Tengo algunos donantes en Alemania. Pero pensé que podía pedir asilo aquí primero y luego ya realizar las cirugías en Alemania o en los Estados Unidos”.

(1)No es su nombre real
(2)Servicio de las oficinas de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios

[Fuente: irinnews.org- Fundación Sur]

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster